De la cárcel a la droga: Inés, la más rebelde e inconformista de los Alcántara
No estábamos en Sagrillas para verlo, pero no hace falta. Sabemos que el nacimiento de Inés inundó de felicidad la vida de Mercedes y Antonio. Era 1948 y el joven matrimonio recibió a su primera hija muy ilusionado, dispuesto a darle una vida mejor que la suya. Después llegó Toni y, siendo ambos pequeños, la mudanza de la familia a Madrid. Cuando conocimos a Inés era la mayor y la única chica de la familia. Una preciosa jovencita con la misma mirada que su padre, oscura, profunda y llena de curiosidad. Pronto demostró que, tras esa cara dulce e inocente, se escondía una mujer moderna, atrevida y peleona, con las ideas claras y en constante ebullición. Una joven con una personalidad rebelde, que, desde entonces, ha ocasionado una larga lista de disgustos a su familia.
La mayor de los Alcántara se ha enfrentado a todo y a todos. Es pasional y se deja llevar por sus impulsos. Se arriesga en el amor, en el trabajo y en la vida. Le gusta apostar aun sabiendo que se equivoca. Pero no nos olvidemos de que hablamos de Inés Alcántara. No le importan los convencionalismos ni lo que los demás piensen de ella. Hace lo que siente. Y así, la hemos visto ponerse minifalda, tomar la píldora, hacerse hippie, meterse en charcos políticos en dictadura, casarse con un cura, emparejarse con hombres que no le convenían, enamorarse de una mujer, participar en programas de televisión… Y enfrentarse a sus padres, hermanos, abuela, hijo, parejas… y a todo el que le impida seguir su propio camino. Enfrentarse al mundo, así, en general, que para eso es hija de Antonio Alcántara Barbadillo.
De todos los episodios amargos que ha atravesado Inés, hay dos experiencias que han marcado un punto de inflexión en su biografía. Dos momentos en los que tocó fondo: la cárcel y las drogas. Unas tramas que mantuvieron con el alma en vilo a los Alcántara y a todos los espectadores, deseosos de que Inés, con sus cositas buenas y malas, volviera, cuanto antes, a ser la de siempre.
Inés acaba en la cárcel porque piensan que es terrorista
El ingreso en prisión de Inés fue un mazazo de campeonato para la familia Alcántara. A todos nos impresionó verla ojerosa y demacrada, con ese uniforme gris, dentro de la cárcel de mujeres de Yeserías, en Madrid. Fue en la temporada 8, en el capítulo “Todos a la cárcel”. Allí estaba, con la voz grave de Chavela Vargas de fondo, paseando por el patio con sus compañeras que la ayudan a familiarizarse con la jerga y la vida cotidiana entre rejas y a reconocer los diferentes tipos de presas. A Inés la detuvieron con propaganda política, junto a compañeros de su grupo de teatro, en una redada tras un atentado en Madrid y la vinculan con ETA. Como ella contuvimos las lágrimas al escuchar el testimonio de una compañera que, con la cara amoratada, relataba las torturas que sufrió para que firmara una declaración falsa.
Su familia reunió el dinero para pagar su fianza
Cómo se esforzó su familia y todo San Genaro para reunir esas 300.000 pesetas para pagar la fianza que la separaban de la libertad. Toni, que se siente responsable de la detención de su hermana, pide ayuda a sus compañeros abogados del Partido Comunista. Pero no lo consigue porque nadie quiere relacionarse con personas detenidas por ese atentado. El futuro de Inés angustia a la familia que lo único que quiere es sacarla cuanto antes de la cárcel. Para ellos es una tragedia tener a su hija entre rejas. Afortunadamente parece que esta historia va a tener final feliz.
Antonio, Mercedes y Eugenio están emocionados cuando, a través del cristal del locutorio de la cárcel, le comunican a Inés que han conseguido reunir, peseta a peseta, el dinero para la fianza. Están muy orgullosos porque todo el barrio ha colaborado. Pero, tratándose de la primogénita de la familia, lo inesperado siempre se hace realidad. No podemos describir la cara que se les queda a los tres cuando Inés, genio y figura, les suelta: “Preferiría que nos os gastaseis ese dinero en sacarme”. Inés Alcántara en estado puro. Lo que vino a continuación, mejor verlo.
Las drogas destrozan su vida y la de su familia
El amor ha proporcionado a Inés momentos dulces de los que todos hemos sido testigos. Pero siguiendo el movimiento de ese péndulo que a veces parece la vida de Inés Alcántara, una de sus parejas la llevó al borde del precipicio arrastrando a la familia entera. Su entrada en el mundo de las drogas tiene nombre masculino. Tras unos años viviendo en Argentina, a Inés le cuesta adaptarse en su vuelta a España y se refugia en la noche madrileña. Allí conoce a Jaime, un joven adicto que la inicia en el consumo. Una relación tóxica, en toda la extensión de la palabra, que la lleva a mentir a su familia y alejarse de ella. La arroja a un mundo tenebroso del que sus padres lograrán rescatarla con uñas y dientes.
Con su adicción, vuelve a poner a prueba la unidad familiar. Ya advirtieron a Mercedes: Inés hará lo que sea por su dosis “y si tiene que mentir, lo hará. Va a intentar dividir a la familia”.
Herminia se entera de que Inés está metida en la droga
Estamos en el capítulo “Perdidos” de la temporada 12, en marzo de 1979. El problema es tan grande que es imposible ocultarlo más y hay que contarlo a toda la familia. Cuando Herminia pregunta en qué está metida Inés, es Toni quien pone nombre al problemón: “Drogas”. “¡Virgen Santa, pero si eso es un veneno!” dice la abuela escandalizada.
Sí, Herminia, un veneno que está destrozando el cuerpo y la mente de tu nieta Inés. Y, si nadie le pone remedio, acabará con ella y con todos. Su adicción supone una tragedia para la familia que, hasta ahora, no había vivido nada similar. Sin duda, es la etapa más dramática para Inés y todos los que la quieren.
Siente que siempre ha estado sola
Sufrimos ante la angustia de unos padres desesperados que luchan por sacar del abismo a su hija. Emocionante ese diálogo de Herminia e Inés en la habitación. Y esa frase de la nieta punzante como un cuchillo: “Es que estoy sola, abuela, siempre lo he estado”. Conmovedora también la conversación de padre e hija en el sofá. Ya entonces, como ha seguido demostrando con el tiempo, Inés confiesa que se lleva mejor con Antonio que con Mercedes. Y ahí queda lo que le dice este cuando su hija reconoce que tiene un problema: “Tú eres una Alcántara y los Alcántara estamos acostumbrados a pelear solos y a salir adelante”. Ni nosotros lo hubiéramos dicho mejor.
En una trama como esta, en la que se trenzan mentiras, desconfianzas, miedos y muchas ganas de ayudar y pocas de ser ayudada, los Alcántara vuelven a demostrar que, si alguno de ellos pierde pie, allí están todos para evitar que acabe hundiéndose.
Dos veces vimos a Inés prisionera. La primera, encerrada tras unos barrotes reales. La segunda, dentro de una cárcel imaginaria, en la que era rehén de su adicción a las drogas. Dos pruebas de fuego para sus padres que pelearon por sacarla de ahí. Afortunadamente, el tiempo pasa y estas situaciones tan amargas han quedado en el pasado.
En la madurez va encontrando su camino
A lo largo de su vida, ha tenido que superar muchos obstáculos. Ahora, en la madurez, al menos en algunos aspectos de su vida, Inés va encontrando su camino. El trabajo le va bien y Mike es el bálsamo que logra suavizar sus arranques impetuosos. Pero, como hemos visto en el capítulo de esta semana, le iría mejor en otras parcelas de su vida si lograra domar ese carácter tan silvestre. Aunque, como decimos, no olvidemos que hablamos de Inés Alcántara.
A pesar de sus tormentas interiores y su permanente insatisfacción, reconocemos que la queremos. No siempre compartimos sus decisiones, pero no hay duda de que es una mujer valiente. Cómo si no, podría haber sobrevivido al infierno de la cárcel y las drogas. Por ello, olé tú, Inés Alcántara. Antes de acabar hacemos nuestra una frase que le dice Herminia: “Ay, hija, no nos puedes dar tantos disgustos”. Ojalá nos haga caso.