El bandoneón de Coti, el trombón de Alfred y otros instrumentos musicales que nos han emocionado en Dúos Increíbles
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Ahora entendemos por qué Dúos Increíbles necesita un plató con techos muy altos. Y no nos referimos a exigencias acústicas o luminotécnicas. Hablamos del nivel artístico de las estrellas, consagradas o emergentes, que han pisado ese escenario tan espectacular. La calidad de sus voces es tan altísima que necesita espacio libre para ascender semanalmente. El talento de todos los artistas, da igual su edad, se eleva dejándonos a todos abajo, con la boca y los ojos muy abiertos, como los de un niño al que se le escapa su globo de helio.
En varios casos, a sus innegables cualidades vocales se une su virtuosismo con uno o más instrumentos. Hasta ahora, muchos de los jóvenes talentos que han pasado por el programa esta temporada han demostrado que se defienden de película con el piano o la guitarra. Algunos han explicado que, además, tocan otros instrumentos. Se jugaban su permanencia en el programa y sacaron su artillería pesada para ganarse un sitio al lado de un sénior. Ahora que la competición entre dúos ha comenzado tienen motivos para seguir demostrando sus habilidades con los instrumentos.
Jóvenes y veteranos son conscientes del valor añadido de sus interpretaciones si llevan el acompañamiento de algún instrumento. Cuerda, viento, percusión… todos subrayan el gran sentimiento que nuestros artistas ponen en sus versiones. Y esta semana hemos vivido momentos realmente mágicos. No sólo porque los hemos visto tocar diferentes instrumentos, sino por descubrir los entrañables secretos que algunos escondían.
El piano que Tatiana tocaba en la calle
En la M de maravilla ya hemos guardado las actuaciones de Siamesas del Sur versionando el hit de ABBA "Va todo al ganador” y la de Gaditango con "Noches de Bohemia” de Navajita Plateá.
Fue una delicia ver a Tatiana Delalvz dando soporte musical con su piano a Diana Navarro. Qué delicado sonaba el tema del grupo sueco mientras la joven acariciaba las teclas. Y esa sensación de que estaba creando una alfombra de terciopelo musical para que sus voces se deslizaran sobre ella a lo largo de toda la letra. Una actuación que no solo emocionó a las dos estrellas sobre el escenario. El resto de artistas, el público y hasta Xavi Martínez, el presentador, se rindieron a la "magia muy especial" como dijo Diana, que ambas lograron crear.
La joven reconoció que ese instrumento era muy especial para ella porque se pagó sus estudios de música cantando en la calle "con mi piano y mi voz". Siamesas del Sur nos hicieron un doble regalo porque, al final del programa, versionaron nuevamente el tema de ABBA. Ahí quedó para la historia de Dúos Increíbles.
El lenguaje de las guitarras de Gonzalo y Coti
Gracias a otro instrumento, la guitarra en este caso, supimos que Gonzalo Hermida y Coti han creado un lenguaje propio con el que hablan y se entienden perfectamente sin necesidad de palabras. Fue otra maravilla verlos a los cuatro, Gonzalo, Coti y sus respectivas guitarras, haciendo una novedosa versión del conocido tema de Navajita Plateá. Queremos ver más a este cuarteto, mitad humano, mitad madera y cuerdas.
Alfred, su guitarra eléctrica y las dos tierras de Bunbury
Con una guitarra también vimos a Alfred, esta vez, eléctrica, en su última actuación de la noche. Los Malavida versionaron otro número 1: "Entre dos tierras" de Enrique Bunbury, donde el joven artista sacó su lado más cañero.
Aparte de estos, hubo dos instrumentos que nos enternecieron especialmente en el último programa. Por la delicadeza con la que sus propietarios hablaban de ellos y porque ambos albergaban en su interior historias muy sentimentales.
El bandoneón centenario de Coti
Por un lado, el bandoneón de Coti, el instrumento más antiguo que, de momento, se ha subido al escenario de Dúos Increíbles. Ojito: un siglo de músicas e historias nos contempla. Fue una sorpresa que surgió de forma espontánea mientras ensayaban su segunda actuación de la noche: "Estaría bueno tocarlo con el bandoneón" dijo como si tal cosa a Gonzalo.
Y el gaditano, sincero, reconoció que nunca había visto uno en vivo. "Lo voy a traer" dijo Coti tranquilamente, con camiseta negra, gafas de sol y la visera de la gorra hacia atrás. Quitando importancia al tesoro que estaba a punto de descubrirnos. Después, le vimos ensayando con su bandoneón en el escenario. Y a su júnior en cuclillas junto a él, como un niño entusiasmado ante la maravilla que acaba de mostrarle su profesor, que le preguntaba si había tenido que repararlo alguna vez. Se conserva bien a pesar de tener "más años que una montaña" como dijo el gaditano, en una ocurrencia que hizo reír a Coti. Delicioso el sonido que salía del interior de este instrumento de viento tan vinculado al tango.
Precioso el inicio de "Te quise tanto" con un plano detalle de la mano de Coti sobre los botones de su bandoneón, sintiendo, con los ojos cerrados, la melodía que salía de su interior. Finalizada la actuación, a Coti aún le temblaba la voz porque estaba "todavía medio emocionado". Su pareja musical agradeció que el artista argentino compartiera con él ese momento: "Me ha parecido un regalo por su parte. Es pasarle el testigo a alguien: esto es lo que yo soy, esto es lo que yo tengo" explicaba ante su sénior, muy atento a sus palabras. "Yo creo que su corazón está ahí metido, guardadito" dijo refiriéndose al bandoneón de Coti.
En la sala de ensayos, cuando escuchó por primera vez a su dúo tocarlo, Gonzalo dijo: "Eso llora". Y Coti le descubrió la historia sentimental que guarda este instrumento: en 2024 cumplirá 100 años y fue un regalo de su padre. Y, lo que en principio fue un adorno en su casa, con el tiempo, ese bandoneón se convirtió en algo muy importante en su vida. Aprendió a tocarlo gracias a un profesor y ahora "siempre lo llevo conmigo".
Alfred García nos presentó al hermanito que nunca tuvo
El programa avanzaba y después de disfrutar con este bandoneonista de lujo y la historia que compartió, descubrimos el otro instrumento que nos ablandó el corazón. Antes de verlo, Xavi Martínez intentó sonsacar a Alfred, que sonreía en el sofá, como un niño pequeño que se esfuerza por mantener el misterio: "Tienes una cara de guardar un secreto de cara a la próxima actuación…". "Alguno" respondió con cara traviesa el artista.
"Oye, Rafa, ¿qué te parece si podemos meter ahí un solo de trombón?" planteaba a su otra mitad del dúo. Su senior no lo dudó: "Vamos a dejar al público muerto". Porque la sorpresa que nos tenía preparada Alfred era ¡su trombón! Y después de explicar la dificultad de su aprendizaje y manejo, más admiramos su destreza con el mismo. Muy emocionante verle tocar, la verdad. Y más entrañable resulta tras descubrir la tierna historia que este instrumento de viento metal esconde dentro de su campana: "Yo soy hijo único y mi primer juguete fue este trombón, a los 7 años. Me ha acompañado toda mi vida y es como ir con mi pequeño hermano". Rafa corroboró: "Doy fe. Lo cuida como a un niño" ¡Ay, qué historia tan enternecedora! ¡Y qué ilusión le hacía tocarlo en Dúos Increíbles!
Mientras algunos niños se inventan un amigo imaginario, el pequeño Alfred dejó volar su talento con su trombón. Estamos de acuerdo en que es un compañero de infancia un tanto peculiar. Un juguete o, como le considera nuestro júnior, un hermano pequeño, muy especial que no se puede llevar a la piscina, al cine o al parque de bolas. Pero que da otras muchas satisfacciones. Nuestro joven artista, desde que le regalaron su preciado trombón, se formó y le dedicó tiempo, mimo y esfuerzo, combinándolo con otros instrumentos. Y aún continúa, porque solo así se logra lo que demostró esta semana en Dúos Increíbles.
Desde aquí nuestro aplauso fuerte porque nos emocionó. Y llamadlo personificación o prosopopeya, que suena mejor, pero la relación de Alfred con su trombón es de las más conmovedoras que hemos conocido en mucho tiempo. Nuestro joven talento es intérprete, compositor, productor y también multiinstrumentista. Desde aquí le animamos a que nos descubra las historias íntimas que, seguro, atesoran el resto de sus instrumentos. Deseando estamos de escucharte, Alfred.