Juan Diego. su lado más flamenco: uno más de los Morente, se arrancó a cantar en esta película
- El documental Juan Diego, un actor al compás revela esta desconocida faceta
- Amigo íntimo de Enrique Morente, fue el padrino de su hija Estrella
- Tuvo que esperar al final de sus días para cantar en la gran pantalla
Incluso los más grandes artistas a veces sueñan con ser otra cosa. Juan Diego, uno de los nombres más respetados del cine español, soñaba con ser cantaor de flamenco. Lo cuentan quienes mejor le conocían, entre ellos, su ahijada Estrella Morente, en el nuevo documental de Imprescindibles, Juan Diego, un actor al compás (2023). Un homenaje a un animal escénico que repasa su trayectoria profesional y vital, rescatando pasiones como la suya por el flamenco. Fiel a sus raíces sevillanas, el actor que sobrecogió al público con su señorito Iván en Los santos inocentes y sedujo en París Tombuctú, se dejaba llevar por fandangos y bulerías, siempre que podía.
Uno de sus grandes amigos, el también actor Juan Echanove lo deja bien claro: “Si Juan hubiese tenido voz, habría sido cantaor de flamenco”. Lo cierto es que Juan Diego Ruiz Moreno -un actor tan grande que no necesitaba apellidos- solía decir a sus amigos que no había olvidado nunca la música de los campanilleros de su pueblo, Bormujos (Sevilla), banda sonora de su infancia. Escuchaba, admiraba y disfrutaba la música andaluza y el flamenco, pero su voz, tan poderosa en la gran pantalla, tan proyectada a la interpretación escénica, no servía para cantar.
Su gran amistad con Enrique Morente
Cuando se fue a vivir a Madrid, Juan Diego se quedó sin sus músicas magas, que diría Machado. Solo cuando volvía a Sevilla, de vez en cuando, a iba al encuentro de un espectáculo se reencontraba con sus sonidos. Aunque en Madrid tenía un templo al que acudir de tanto en tanto, El Candela. Aquel antiguo bastión del flamenco, en pleno corazón de Lavapiés, en el que el actor vivía reuniones milagrosas con Paco de Lucía, Camarón o su gran amigo y compadre, Enrique Morente. Ambos compartían su origen andaluz, pero también la mirada rebelde sobre el mundo y su pasión por la poesía.
Su mayor acercamiento al flamenco, se lo dio Morente. Con él colaboró en el disco Misa Flamenca, en el que el actor sevillano prestó su voz para recitar los versos de la Oda a la Ascensión, de Fray Luis de León, en su Sanctus. Años más tarde, su voz la prestaría para hablar de otro de los grandes en el documental Camarón de la isla, flamenco y revolución.
Desde 1976, el actor se convirtió, además, en el padrino de la hija mayor el cantaor, Estrella Morente. Un bautizo que se celebró por todo lo grande en Granada y que duró tres días. “Mi padrino era muy flamenco”, cuenta la mayor de los Morente en Juan Diego, un actor al compás. Fue Estrella quien protagonizó uno de los momentos más emotivos del funeral de Juan Diego, en abril del 2022, cuando se arrancó a cantar en su honor.
La única vez que cantó en la gran pantalla
No fue, hasta el final de sus días, durante su último papel para el cine, que la vida le ofreció la oportunidad de arrancarse a cantar frente a una cámara. Ocurrió en El Cover, el debut en la dirección de Secún de la Rosa en 2021, donde se puede ver al actor entonando Los campanilleros, de La niña de la Puebla. “Metió mucho flamenco, muchas referencias de su tierra, del hombre que era y de su herencia”, cuenta el director.
Durante el rodaje, se enteraron de que Balada para la soledad de mi guitarra, un tema interpretado por Marisol, era una de sus canciones favoritas y Secún de la Rosa decidió meterla al final de la película en un homenaje conmovedor. En aquella escena final, junto a Alex Moner, hay un momento que dice “esta canción me ha gustado toda la vida”. La frase no estaba en el guion, pero el momento quedó inmortalizado para siempre.