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Juan Revenga, nutricionista, nos da consejos para frenar el hambre emocional y evitar comer por aburrimiento

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Hambre emocional: ¿Cómo evitar comer por aburrimiento?

¿Habéis sentido alguna vez que el aburrimiento, el cansancio o incluso la monotonía os llevaban a abrir la puerta de la nevera? ¿Incluso si no teníais hambre? Se llama hambre emocional, un 'apetito de mentira' con el que llenamos las horas vacías y que nos lleva al picoteo casi siempre de alimentos poco sanos. ¿Cómo lo paliamos?

En el programa 'Saber VIvir' la médico psiquiatra y divulgadora Rosa Molina, y el diestista-nutricionista y divulgador, Juan Revenga, nos enseñan cómo frenar el hambre emocional.

La neuropsiquiatra Rosa Molina, el profesor de nutrición Juan Revenga y la presentadora de Saber Vivir Paula Sainz-Pardo

La neuropsiquiatra Rosa Molina, el profesor de nutrición Juan Revenga en Saber Vivir, junto y la presentadora Paula Sainz-Pardo RTVE

¿Por qué el aburrimiento nos lleva a comer?

El aburrimiento, que es un estado natural, aparece cuando vivimos situaciones de monotonía, falta de estímulo o falta de interés y en ocasiones, esta situación es la que nos lleva a comer.

El cerebro entra en modo pausa, y activa nuestra red neuronal por defecto. No es que se apague, sino que hay una actividad por todo el cerebro que llamaríamos una actividad de 'vagabundeo mental´, que lleva al cerebro a buscar la distracción, como, por ejemplo, comernos un alimento. "En esa acción de vagabundeo muchas veces tendemos de forma inconsciente a buscar placer con alimentos que son especialmente hiperpalatables y comemos de una forma compulsiva alimentos que no son saludables", afirma el experto Juan Revenga

El dietista-nutricionista y divulgador de nutrición Juan Revenga

El dietista-nutricionista y divulgador de nutrición Juan Revenga en Saber Vivir RTVE

El vagabundeo mental nos lleva a la cocina

El sistema de vagabundeo mental a veces se corresponde con un vagabundeo motor. Es decir, vamos por casa sin saber a dónde, y de repente topamos con la cocina, se nos resetea el cerebro y nos preguntamos "¿pero a qué venía?" Y si nos encontramos con una empanadilla o galleta, nos la llevamos. "Eso no es un hambre fisiológica, es un hambre hedonista o de búsqueda del placer", además "el riesgo se agrava en el momento en que nosotros ya hemos comprado esos alimentos, los tenemos a la vista", asegura la experta Rosa Molina. "Conviene no comprarlos o no tenerlos", añade,

Médico psiquiatra y divulgadora Rosa Molina

Médico psiquiatra y divulgadora Rosa Molina RTVE

Las manos van al pan...

Explican los expertos que las manos serían una prolongación de nuestro cerebro, de nuestros pensamientos, expectativas, deseos y las utilizamos para esa pequeña distracción, ese paso a la acción de coger comida para paliar nuestra ansiedad.

El gran problema en este contexto es que lo que habitualmente se suele comer con las manos no es lo más saludable, es decir " no siempre todas pero las más habituales ofertas de pizzas, hamburguesas, snacks dulces y salados, el salseo de untar, u otros alimentos ultraprocesados no son lo más adecuado", afirma el profesor Revenga.

Diferencias entre hambre física y hambre emocional

Cuando comemos por un hambre fisiológica podemos ver ciertas características: el hambre es más progresiva, podemos ir notando una disminución en nuestra energía, y tiene límites. No es tan impulsiva cuando lo hacemos por aburrimiento y es más selectiva, por lo que cualquier cosa va a satisfacer esa sensación fisiológica de hambre, es decir, nos calma y satisface.

El hambre emocional sin embargo aparece de una manera más brusca, más impulsiva, es más insaciable, busca es un placer inmediato con alimentos de peor perfil nutricional.

Los expertos recalcan que algunas de las soluciones podrían pasar por dar un paso atrás, adelantarnos a estas circunstancias y plantearnos la posibilidad de establecer o buscar alternativas: salir de casa a dar un paseo, andar en bici, comprar alimentos que sean de mejor perfil nutricional como fruta fresca, frutos secos naturales, cacao o chocolate -con alto contenido en cacao-.

Las emociones van ligadas a la comida mucho más de lo que nos pensamos. En este vídeo podemos aprender a determinar si lo que sentimos es hambre física o emocional y a controlar la ansiedad a través de una regla muy sencilla: la regla de los 20 minutos.

¿Hambre física o hambre emocional?

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

El objetivo, explican los expertos, es llenar el vacío mental y dejar de hacer nada cuanto antes. Hacer actividades que nos gustan, llamar a algún amigo, practicar ejercicio físico, que nos hace liberar endorfinas, o ocupar nuestras manos de manera saludable y cambiar la empanadilla con palitos de zanahoria. Se trata de tener la previsión de saber qué es lo que vamos a hacer cuando lleguen esas situaciones, y buscar opciones saludables tanto en la actividad física como en la mental.