La película que transformó a Andrés Pajares es un grito contra el racismo y la xenofobia
- Alegato contra el racismo y la intolerancia, Bwana aterriza en RTVE Play
- Con María Barranco, entonces pareja del director, Imanol Uribe
- Y la sorpresa de Emilio Buale, el actor que pasó de bombero a nominado al Goya
Si hay un cineasta que refleja la realidad de la calle, las heridas que desgastan, que avergüenzan y duelen, ese es Imanol Uribe. En 1996 estrenó Bwana, un alegato contra el racismo y la intolerancia, en el que cabe el reflejo de la crueldad, el sarcasmo y el humor. La película estaba protagonizada por Andrés Pajares y María Barranco, entonces pareja de director, y de un actor que debutaba en el cine, Emilio Buale, un bombero al que Uribe conoció en el Metro de Madrid y sumó a su casting de actores.
Sin perderse en panfletos, ni narrativas plomizas, la historia habla de personas corrientes a las que le pasan cosas extraordinarias. Bwana sigue la historia de un taxista, su mujer y sus dos hijos. Juntos se embarcan en lo que, esperan sea, un placentero fin de semana en la costa andaluza, pero al llegar a la playa se encuentran con un hombre que lo cambiará todo. Ombasi es un inmigrante ilegal que ha llegado a la costa en patera y está muerto de hambre, frío y no entiende el castellano, aunque alcanza a decir “¡Viva España, Indurain!”.
Al principio, la familia no reacciona, sienten miedo y deciden marcharse del lugar, pero acaban de perder las llaves del coche y terminan pasando la noche con el desconocido. Comedia, drama y reflexión. La historia enfrenta al espectador a pesadillas de este ahora y este rincón del mundo: el neonazismo, la violencia, el racismo, y la forma en que cada cual reaccionamos ante ello. Un film que sigue la línea de otros directores del momento, que habían puesto el foco en la realidad de los, entonces llamados, "sin papeles", como Montxo Armendáriz (Las cartas de Alou) o Ernesto Tellería (Menos que cero), curiosamente, todos ellos vascos.
La cinta se basa en la obra de teatro de Ignacio del Moral, titulada La mirada del hombre oscuro. De hecho, la idea de llevarla a la gran pantalla fue idea de Andrés Pajares. Convenció a los productores y propuso a Uribe como el director idóneo para dirigirla. Para Pajaras, el eterno rostro de la comedia y el destape, trabajar con Uribe suponía seguir la senda que había iniciado con ¡Ay, Carmela!, la película de Carlos Saura que le valió el Goya, con la que desmotró que también podía encarar personajes dramáticos.
Fue la primera película por encargo que aceptó Uribe, pero la hizo suya. La historia encajaba perfectamente en el argumentario que poblaba su filmografía, con una denuncia abierta contra el racismo. Cuando le ofrecieron el guion, el reparto principal ya estaba elegido, pero faltaba por elegir el actor que daría vida a Ombasi, a quien el director encontraría, en una especie de flechazo, en el Metro de Madrid. El guineano Emilio Buale era arquitecto técnico y acababa de aprobar las oposiciones de bombero cuando Uribe le lanzó la propuesta de sumarse al casting.
Su interpretación le valió a Balue la nominación al Mejor actor revelación en 1997 y la puerta de entrada a una profesión que le hizo descubrir su verdadera vocación como actor. Tras su participación en la película, continuó formándose en arte dramático, se subió a las tablas, trabajó en televisión y siguió haciendo cine. Entre sus últimos papeles para la gran pantalla, destacan Palmeras en la nieve, El Hoyo o Adú.