Paco Roca: "No es lo mismo matar en una guerra que matar en un paredón"
- Periodismo y cómic en una novela sobre la memoria histórica, en recuerdo a las víctimas de fosas comunes
- El abismo del olvido, un trabajo de Paco Roca y Rodrigo Terrasa
Nombres propios como el de José, Leoncio, o Pepe, son algunos de los protagonistas de El abismo del olvido. Aunque los más apropiados para contar la historia de estos protagonistas son Paco Roca y Rodrigo Terrasa, los autores de este cómic, de esta novela gráfica en recuerdo de la fosa 126 del cementerio de Paterna.
Los autores han visitado Mañana más para presentar este trabajo, que comenzó hace diez años tras un reportaje que publicó Rodrigo en el periódico El Mundo. “Desde que publiqué esta historia en el periódico tenía claro que daba para mucho más y enseguida vi que un cómic de Paco era un soporte ideal y creo que no me equivoqué”, comenta el periodista.
Ambos coinciden en que al iniciar un proyecto, a veces tienen la sensación de que todo el mundo ha hecho algo más antes sobre eso mismo tema, y eso, en ocasiones, les echaba para atrás. Pero aun así, cuenta Paco que cuando Rodrigo le llevó a conocer a las hijas de los fusilados, vió la necesidad más clara aún de contar esa historia para visibilizarla.
“Sientes como una especie de obligación, te sientes un poco como médium, de poder poner voz a toda esa gente, tanto a las familias como a uno de los temas de esta historia, como a todos esos fusilados y echados en una fosa común”, añade Paco.
La localidad de Paterna y Leoncio
Uno de los elementos que hacen esta historia aún más interesante es que se desarrolla en Paterna, el lugar donde fusilaron a más de dos mil personas durante la guerra y la posguerra. Una localidad no muy grande, que conserva enterradas a esas dos mil víctimas.
Además, la historia se centra en la figura de Leoncio Badía Navarro, el enterrador, el sepulturero encargado de enterrar los cuerpos una vez asesinados. “Tiene una historia de la que en España prácticamente no se había hablado. Cuando empezamos a investigar sobre su figura vimos que era un personaje fascinado por la filosofía, por el orden, por el universo, por el orden de las cosas. Lo asociamos a lo que nos habían contado los arqueólogos, que era que cuando encontraban una fosa hecha por Leoncio, los cuerpos aparecían perfectamente ordenados, no estaban tirados en montón, como era lo habitual, habían encontrado botellas que contenían la fecha de muerte y el nombre de la persona escondidas debajo de las articulaciones. Había como un orden que resultaba muy sorprendente”, explican.
Realmente Leoncio era un republicano, maestro, al que se le prohibió ejercer su profesión que fue obligado a hacer eso.
Los que fusilan
En la historia se habla de los ejecutados, de las víctimas, pero también de los ejecutores, quienes muchas veces eran obligados, como castigo a realizar esas ejecuciones. De hecho, cuentan que si alguno se negaba a disparar, también se lo llevaban por delante.
“Los que tenían que fusilar eran gente obligada y eran reclutas. O sea, no tenían ninguna experiencia militar. Y según los testimonios que fuimos encontrando, lo difícil era fusilar a alguien, matar a sangre fría. No es lo mismo matar en una guerra que matar delante de un paredón”, comentan. Y añaden que este tipo de ejecutores también fueron víctimas de la represión que hubo después de la Guerra Civil, durante la dictadura.