La rana voladora de Java: nidos de burbujas para garantizar la reproducción
- La rana voladora de Java deposita sus huevos en una estructura de espuma flotante que ella misma genera
- Las construcciones más desconcertantes aparecen en el capítulo “Arquitectos” de la serie ¡Qué Animal!
Los animales pueden crear obras de ingeniería o arquitectura desconcertantes: los rascacielos bioclimáticos de las termitas, los nidos colgantes de las oropéndolas o las presas de los castores. Evelyn Segura conduce al equipo de '¡Qué Animal!', hasta una en el río Alhama en Navarra. Nube, esponja, burbuja de jabón… cualquiera de estos sustantivos puede funcionar para intentar definir uno de los nidos más etéreos que encontramos en la naturaleza: el de la rana voladora de Java, Rhacophorus reinwardtii.
Conocemos especies que utilizan la saliva u otras sustancias secretadas para sellar sus construcciones. Al hornero común se le hipertrofian las glándulas salivales a la hora de construir el nido. Así, genera mayor cantidad de saliva que aglutine fibras vegetales, crines o piedras pequeñas. Pero, ¿qué pasa cuando la construcción es toda ella un material mucoso?
El nido de espuma
Las ranas arbóreas, como la rana voladora de Java, fabrican nidos de espuma en hojas situadas encima del agua. La “espuma” la consiguen batiendo una secreción de la piel. Esta sustancia se expande y se forma una estructura, similar a una balsa flotante, en la que ponen los huevos.
Cuando los huevos del nido eclosionen, los renacuajos caerán en el agua y seguirán su curso vital. Es una optimización de la ley de selección natural: son menos accesibles a los depredadores y no pierden tantos huevos como les pasa a las especies que ponen en el agua. A más protección, menos producción de huevos.
Gracias a ese soberbio nido, la rana voladora de Java pone entre 60 y 90 huevos, mientras que una rana verde o Rana esculenta tiene que poner unos 10.000, ya que, una vez ha sido fecundada y ha desovado, se despreocupa de su progenie.
Peor aún lo tienen otras especies que también ponen sus huevos directamente en el agua, como el bacalao y la carpa. Producen unos 9 millones y entre medio y un millón de huevos respectivamente, a fin de asegurar la supervivencia de su especie.
Como dice Juhani Pallasmaa, un arquitecto finlandés que ha investigado a fondo la actividad constructora de multitud de especies: “las construcciones aumentan la esperanza de vida de los animales y de sus crías”. El nido de espuma es una construcción frágil y, sin embargo, garantiza un mayor éxito reproductivo.