Mochuelo: el búho sabio. ¡Conoce todos sus secretos!
- Juan Antonio Rez. Llano nos explica los secretos de los mochuelos, unos animales que suelen posarse en los mismos lugares
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Posado y quieto sobre un montón de piedras grises, sobre una rama retorcida de un olivo centenario, sobre el cuerpo roto de un gigantesco fresno, siempre con los ojos muy abiertos, los mochuelos observan sin ser vistos.
Su plumaje es su traje de camuflaje permanente de tonos grises, ocres, plateado o marrones. Los mochuelos pasan horas al atardecer o al amanecer mirando como transcurre la vida en los prados, los sotos o los olivares cercanos a los pueblos. Esa estampa se repite desde hace miles de años en todo el entorno mediterráneo, desde Turquía hasta Portugal.
Los mochuelos han sido nuestros compañeros desde hace muchos años en nuestros rodajes campestres. Mientras nuestros objetivos se fijaban en serpientes, arañas o jabalíes, ellos contemplaban nuestro trabajo. Pero, ahora, son ellos los protagonistas.
Conociendo bien sus hábitos no es demasiado complicado grabarlos. Es una cuestión de discreción y paciencia. Los mochuelos son unos animales de hábitos fijos, que suelen posarse en los mismos lugares y que mantienen un horario bastante fijo. Para no intimidarlos mantenemos cierta distancia, utilizamos objetivos muy potentes y nos ocultamos detrás de las redes de camuflaje. El resultado es muy satisfactorio: vemos como se desperezan al salir de sus escondites diurnos, como se juntan las parejas y se atusan con delicadeza; les vemos cantar y maullar a dúo e incluso sus más íntimos devaneos amorosos.
No nos perdemos sus rápidas y certeras cazas, que incluyen ratones, langostas y escolopendras. Somos afortunados porque nos permiten descubrir su nido y como crecen sus pollos a toda velocidad pues, en tan solo un mes, se hacen independientes.
5 curiosidades de los mochuelos
El búho de una diosa: Según la leyenda, Minerva, la diosa griega, siempre iba acompañada de un pequeño búho, de un mochuelo que se posaba en su mano. Era su acompañante perpetuo, el símbolo de la sabiduría, que ha permanecido como tal hasta nuestros días.
Monedas de tres milenios: Mochuelos y olivos parece que mantienen una relación muy estrecha, como el famoso refrán afirma: “cada mochuelo a su olivo”. Esa observación naturalista que relaciona a estos árboles y a los pequeños búhos quedó plasmada en los dracmas milenarios, que en una de las caras de la moneda muestran una rama de olivo, con sus aceitunas y sus hojas y un mochuelo, con sus enormes ojos abiertos.
Prolíficos cazadores: Los mochuelos, de alguna manera, son pájaros muy sabios ya que muestran una impresionante capacidad de adaptación a los cambios ambientales. En los momentos en los que hay una sobreabundancia de comida, como ocurre con las plagas de topillos que atacan cosechas o prados, los mochuelos son capaces de poner más huevos de lo normal y sacar adelante a siete u ocho pollos. Sus nidos se atiborran de cadáveres de roedores que almacenan para dar de comer a su nidada.
Vecinos milenarios: Los mochuelos se acercaron a los humanos hace miles de años, cuando fundaron sus primeros pueblos y ciudades. Las transformaciones realizadas por los ganaderos y los agricultores, con sus actividades tradicionales, resultaron muy beneficiosas ya que crearon ecosistemas variados y ricos donde se combinaban zonas abiertas con pardos, huertas, arboledas o acequias. El resultado era un entorno lleno de comida y lugares para protegerse y nidificar.
Malos tiempos: Los tiempos modernos no son buenos para los mochuelos y otros muchos animales ya que los paisajes y los métodos tradicionales de ganaderos y agricultores han cambiado radicalmente: los cultivos intensivos contaminan el campo con pesticidas y abonos que empobrecen la tierra y eliminan el alimento. Los setos, los árboles viejos o las vallas de piedra también desaparecen como elementos del paisaje para alcanzar una mayor productividad. El resultado es que las poblaciones de mochuelo se han reducido cerca del 40% en los dos últimos decenios.
* Los domingos en La 2 a las 19:25h, Cuaderno de campo