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El Panteón de Roma, "el templo de los Dioses" que batió todos los récords de la historia

  • La gran construcción de la Antigua Roma se convirtió en uno de los edificios más emblemáticos del mundo
  • ¿Cómo fue posible construir un templo de tales dimensiones? Descubre cuál fue la técnica que emplearon los romanos para conseguirlo

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Panteón de Roma
Panteón de Roma Unsplash

El Panteón de Roma no solo es la obra maestra de Italia, sino que a día de hoy es considerado como uno de los templos a los dioses que más fascina a todo aquel que lo visita. Lo mejor del edificio es que está expresamente pensado para hacernos mirar hacia arriba, incluso el propio Miguel Ángel indicó que era obra de un ángel debido a las dimensiones tan excepcionales de la edificación.

Para alcanzar tal perfección, había que batir todos los récords registrados hasta el momento, como la gran cúpula de más de 5.000 toneladas de peso. O lo que es lo mismo, 30 veces más que la emblemática Estatua de la Libertad. Con sus 43 metros de diámetro, es la más grande de la historia y posee un ancho doble al que tiene el Arco del Triunfo de la ciudad de París.

Panteón de Roma, protagonista de Somos documentales

Panteón de Roma, protagonista de Somos documentales

¿Cómo fue posible construir un edificio de esas dimensiones?

Desafiando la ley de la gravedad, así fue como los romanos construyeron la inmensa cúpula abierta al exterior. El edificio, de primeras, entrañaba dos potenciales peligros: el primero, que la cúpula no aguantara todo el peso del edificio; el segundo, que se hundiera en la plaza debido a su gran envergadura. Así que la siguiente pregunta es clara, ¿cómo consiguieron resolver el problema de los cimientos con un suelo tan inestable?

Los arqueólogos de la época se turnaron a lo largo de los siglos para desentrañar los misterios de esos muros. Fue entonces cuando descubrieron la gran red de arcos que sustentaban la construcción. En el caso de no ser perfectamente homogéneo, todo se vendría abajo. Es decir, la precisión milimétrica fue el factor necesario para su conservación a través de los años. Las 16 columnas que confirman su estructura proceden de Egipto, pero una de ellas destaca poderosamente sobre el resto. La razón es simple: de forma intencional, el templo está lleno de pistas falsas que invitan a sumergirnos de lleno en el ingenio romano.

Vista aérea del Panteón de Roma

Vista aérea del Panteón de Roma

Con 9 millones de visitantes al año, el Panteón es el monumento mejor conservado de la antigua Roma. Cada vez que abre sus puertas, la cúpula situada a 43 metros del suelo supone el equivalente a un edificio de 15 plantas. De hecho, presenta una particularidad que la hace única en el mundo: a diferencia del resto de templos, el Panteón de Roma está ideado expresamente para que se pueda entrar en él. Esto contrasta con lo que se venía haciendo hasta entonces, donde los templos eran sagrados y el pueblo no tenía ningún tipo de acceso a ellos. En este caso, el problema seguía radicando en el terreno tan inestable que se situaba bajo sus cimientos: en contacto con el agua, el suelo estaba compuesto de arcilla. Es decir, se hinchaba y se deformaba en función del clima y cuando se secaba, tendía a comprimirse. Ante este hándicap, el modo de actuación fue sencillo pero tedioso: construir cimientos sumamente profundos y sólidos para soportar la gran carga que tendrían sobre ellos. En total, se excavaron zanjas de siete metros de profundidad por cuatro metros y medio de ancho.

A día de hoy, realizar una excavación de esas dimensiones no supone un gran esfuerzo a nivel técnico, pero para construir el Panteón hicieron falta meses para extraer a mano toda la tierra para posteriormente, proceder a su recubrimiento y comenzar a verter el hormigón romano (piedra, grava, arena y roca volcánica).

Efecto dominó: ¿peligro o punto fuerte?

A pesar de contar con un hormigón completamente resistente, la paciencia fue el elemento imprescindible para conseguir que el Panteón siguiera creciendo en altura. Quizás pocos lo saben, pero el gran inconveniente del material empleado es que no podía verterse todo de una sentada. Es decir, se tuvo que ir aplicando por capas y esperar a que se secara para que se eliminase el aire de su interior. Poco a poco, se fueron rellenando las zanjas con el mejor producto de la época: el hormigón procedente de las canteras de Asuán. Un hormigón que ya se empleaba en el propio Egipto para la construcción de las pirámides, obeliscos y estatuas que han perdurado hasta nuestros días.

Vista a escala de la estructura interior del Panteón de Roma

Vista a escala de la estructura interior del Panteón de Roma

En conclusión, se tardaron meses en obtener las columnas que conformaron los cimientos (unos tres meses, aproximadamente, por cada una de las 16). Teniendo en cuenta su transporte, en total se tardaron dos años en completar este proceso. Ahora bien, ¿cómo consiguieron los romanos levantarlas una al lado de la otra? Con el peligro que conllevaba desatar una caída que provocase un efecto dominó, surgió un inconveniente con el que se toparon nada más arrancar la obra: nacieron unas fisuras en el suelo y hubo que agregar un segundo círculo concéntrico a los cimientos. Esto confirma un hábito que realizaron los romanos durante siglos: construir de más por miedo a que todo se viniera abajo. Y funcionó, muestra de ello es el estado de conservación de ciertos monumentos de la ciudad de Roma.

Para que la construcción repartiera por igual la gran carga que sustentaba sobre sus cimientos, los romanos la dividieron en distintos ejes gracias a los arcos. Una técnica que dominaban desde el siglo I antes de nuestra era, pero que nunca antes habían aplicado a una edificación tan importante. Más historia sobre el monumento romano en El panteón de Roma: una megaestructura antigua. Disponible en RTVE Play.