Generación 2024: los jóvenes creadores hablan de identidad, memoria y comunidad
Noticia Metrópolis
- Generación 2024 reúne en La Casa Encendida los ocho proyectos ganadores de la última convocatoria de Arte Joven Generaciones
- Metrópolis recorre esta exposición en su emisión del martes 12 de marzo a partir de las 00.50h en La 2
'Metrópolis' se acerca esta semana a la convocatoria de Arte Joven Generaciones, una iniciativa promovida por la Fundación Montemadrid que ofrece una plataforma para la producción y difusión de los trabajos de los creadores más jóvenes. Los ocho artistas seleccionados en la última edición, cuyas obras se presentan en La Casa Encendida de Madrid hasta el 21 de abril, exploran y confrontan, desde diferentes perspectivas y planteamientos formales, algunos de los temas más actuales y urgentes como la identidad, la memoria histórica, la salud mental o la diversidad cultural.
Los jóvenes artistas de Generación 2024 se muestran sensibles ante las problemáticas sociales, políticas y ambientales que moldean nuestro mundo contemporáneo. Utilizan el arte como un medio para explorar, experimentar y entender sus propias experiencias, en su camino hacia un mundo más inclusivo, reflexivo y transformador.
El programa 'Metrópolis' recorre la exposición Generación 2024, comisariada por Andrea Muniaín, arquitecta e investigadora que ha ideado una interesante propuesta expositiva que juega con el espacio y añade una particularidad cromática y conceptual que atraviesa toda la sala.
Cubo blanco
El recorrido propuesto comienza en el cubo blanco. En esta primera sala que recibe al visitante, se encuentran tres piezas que apelan a lo doméstico, la identidad y la memoria. Partimos, por tanto, de lo más íntimo, de la zona de confort que supone lo conocido, lo familiar, el hogar. ‘Amparo’, el trabajo que presenta An Wei (Madrid, 1990), remite a los espacios comunes. Nacido en Madrid, An Wei ha vivido siempre en Lavapiés, uno de los barrios más populares y multiculturales de la capital, y espacio en constante mutación. Todo eso queda reflejado en esta estructura construida a partir de vivencias, recuerdos y presencias de las distintas generaciones y sensibilidades que conviven en el barrio. El conjunto de memorias fragmentadas conforma una historia común que conecta lo privado con lo público y nos es sumamente familiar.
Por su parte, Agnes Essonti Luque (Barcelona, 1996), artista originaria del pueblo manyu (sudeste de Camerún) y de Córdoba (España), nos sitúa en otro espacio muy familiar: la cocina. Presenta la comida como elemento de cohesión social que nos sostiene y preserva nuestras tradiciones culturales. Toda su obra está encaminada a explorar las identidades afrodiaspóricas y su conexión ancestral. En ‘A mí de pequeñita me daban nostalgia a cucharadas’ propone una reflexión en torno a la comida y su poder para definir las propias identidades, historias y comunidades. Para ella, “el acto de cocinar nos acerca a quiénes somos. Nos brinda seguridad y confort entre tanta incertidumbre”.
La tercera pieza en este cubo blanco es ‘Vista a vuelo de Águila’, de Daniel De La Barra (Lima, Perú, 1992), un proyecto que se aleja del ámbito de lo doméstico para reivindicar la memoria histórica rural. Este trabajo es fruto de una investigación en torno a los procesos de colonización interna en el sur de Europa durante el periodo de construcción identitaria del fascismo y los ecos que producen en nuestro tiempo. La instalación plantea una crítica a la violencia socioambiental de las zonas agroindustriales e incluye una reinterpretación de la película de propaganda fascista España se prepara (Francisco González de la Riva y Vidiella, 1949).
Espacio gris
El recorrido de 'Metrópolis' continúa atravesando un espacio intermedio, teñido de gris, que marca la transición hacia la sala negra que se vislumbra a lo lejos. En este espacio gris, que alivia las tensiones entre los opuestos, aparece ‘Ukemi Ushiro Ukemi’, la obra de Milena Rossignoli (Quito, Ecuador, 1990), que invita a la calma y la meditación. El término ukemi, utilizado para referirse a las caídas que se realizan en las artes marciales, es el punto de partida de este trabajo que busca coincidencias en gesto y forma, entre esa idea de caída y la escultura. En esta búsqueda de coincidencias confluyen materiales y espacios, encontrando puntos comunes entre dojo, estudio y espacio expositivo.
Cubo negro
Tras ese momento de calma, la visita nos lleva a un espacio marcado por la oscuridad, la tensión, lo místico, lo desconocido. El espacio está igualmente invadido por un sonido ambiente que fusiona los cuatro proyectos que se disponen a lo largo de la sala. El primero de ellos es ‘Dialogues [Diálogos]’, de Salem Amar (Barcelona, 1999), una videoinstalación multicanal que explora la dimensión plástica y material del lenguaje a partir de seis entrevistas psiquiátricas cuyas voces se fusionan en un murmullo. En este entrelazamiento, se encuentran momentos de belleza inesperada, algunos de índole gramatical, otros estructurales, así como melodías rítmicas que emergen de la repetición.
Tras esta pieza, se esconde un paisaje misterioso, una especie de bosque de látex que despierta la curiosidad y el asombro del espectador. Se trata de ‘Succulentbonds / Lazossuculentos’, de la artista Weixin Quek Chong (Singapur, 1988), una instalación multisensorial creada con látex natural, material orgánico y brillante utilizado habitualmente en determinados sectores de la industria de la moda y en la fetichista escena kink, que enfrenta conceptos como la sujeción, el estiramiento, la restricción o la torsión, con la caída, la relajación y la fluidez.
En ese momento, el sonido del agua de la videoinstalación ‘Al final de tu cabello’, de Irati Inoriza (Balmaseda, Vizcaya, 1992), guía el recorrido hacia un nuevo entorno, igualmente misterioso y místico, donde descubrimos a la lamia, ser mitológico con cuerpo de mujer y pies de pato que vive y cuida los ríos de Euskadi. La selección de elementos que se presentan en la instalación (las algas, el agua y el cuerpo), responde al deseo de vincular los recuerdos personales y la memoria colectiva vasca, a la búsqueda de la identidad individual entre los códigos sociales pautados, el reflejo y unx mismx. Las relaciones cuerpo y paisaje, representación y performatividad, escultura y movimiento, coreografía y montaje, se evidencian en esta composición.
El final del camino llega con ‘Alcanzar las formas vigentes mientras surgen’, la propuesta de Raúl Silva (Lima, Perú, 1991), que plantea una oposición entre lo digital y la materialidad dentro del imaginario extractivo del guano en Perú. Esta pieza consiste en la vectorización de un sello postal que conmemora el centenario del primer puerto del país andino, para la elaboración de un vídeo de dos canales: uno que recorre en macro la imagen digital vectorizada y otro que efectúa el mismo recorrido del vector, pero esta vez impreso en papel. El vector gráfico, que se presupone como modelo ideal, se quiebra en el momento que se materializa en una forma impresa, pues su posibilidad de ampliación infinita se anula al ser contrapuesta a la realidad material.