El discurso con el que Clara Campoamor cambió la Historia
- La jurista, política y escritora es uno de los 50 personajes que compiten en El mejor de la historia
- Su legado es de vital importancia para nuestra democracia: el voto femenino
Clara Campoamor, política y escritora, es la cara visible de la lucha feminista que en la primera mitad del siglo XX se enfrentó al machismo institucional. Ella conquistó el derecho al voto para las mujeres, algo que hasta el momento les había sido vedado. Si todos los concursantes de El mejor de la historia destacan por su legado, el suyo es uno de los grandes: el sufragio femenino, indispensable para pensar la democracia en igualdad, se lo debemos a ella.
Su historia es una de superación y perseverancia sin límites: fue modistilla, telefonista y dependienta. Después de opositar y obtener unas calificaciones brillantes, fue telegrafista, mecanógrafa y secretaria de Salvador Cánovas, director del periódico conservador "La Tribuna". Esto le permitió dar el salto y colaborar en medios de comunicación, y asistiendo regularmente al Ateneo comenzó, al calor de la huelga general del 17, a descubrir su interés en la política.
Rodeándose de mujeres progresistas como la escritora María Lejárraga, la doctora Elisa Soriano o la penalista Matilde Cantos, comenzó su actividad asociacionista en la Sociedad Española de Abolicionismo, de la que fue cofundadora. Con 33 años, en 1921, retomó sus estudios: obtuvo el título de bachiller y, después, el de Derecho. Una vez licenciada, su trayectoria intelectual echó alas: charlas, conferencias, política y derecho van de la mano. En 1925, entra a formar parte del Colegio de Abogados de Madrid, que solo contaba con otra mujer, Victoria Kent, que ingresó un mes antes que ella.
El final de su etapa formativa coincide con los años de la represión y la dictadura de Primo de Rivera, donde termina de configurarse su perfil ideológico. Cuando llegaron las elecciones generales del 28 de junio de 1931, Clara Campoamor y Victoria Kent fueron elegidas por la circunscripción provincial de Madrid y ocuparon su escaño: Victoria Kent, elegida por el partido Radical Socialista y Clara Campoamor, por el partido Radical. Las dos diputadas tenían muy claro su objetivo: la defensa de los derechos de la mujer, pero no pensaban de igual modo respecto al voto.
La lucha de Clara Campoamor por el sufragio femenino
Victoria Kent era partidaria de aplazar la cuestión del voto, algo que Clara Campoamor juzgó como un grave error histórico. Campoamor invocó en el Congreso las palabras de Alexander von Humboldt, humanista alemán de gran relevancia durante el siglo XVIII y XIX: “La única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella”. Apenas tres meses después de obtener su escaño como diputada, Clara Campoamor se enfrenta en un debate en el Congreso de los Diputados a sus compañeros (todos hombres, salvo el escaño de Kent), en defensa de los derechos de la mujer dentro de la sociedad española, entre los que se incluía el voto femenino, prohibido hasta aquel momento.
Fragmentos del discurso de Clara Campoamor
“Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros”.
“Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino”.
“Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española”.
La victoria de Clara y la lucha por venir
Finalmente, y tras meses de negociaciones, el derecho a voto femenino estaría recogido en la Constitución de 1931, la que sería norma fundamental durante la Segunda República. En noviembre de 1933 las mujeres pudieron votar en sus primeras Elecciones Generales, un derecho al voto que ni mujeres ni hombres recuperarían hasta 1977, dos años después de la muerte del dictador Francisco Franco.
Clara quiso promulgar más cambios, aunque en ello no logró tener éxito. Temas como la igualdad de los hijos e hijas nacidos fuera del matrimonio o la abolición de la prostitución ocupaban, entonces, su agenda. Clara no pudo hacer más. En dichas elecciones, no repitió su escaño (ni ella, ni Victoria Kent). Alejandro Lerroux le ofreció una Dirección General, la de Beneficencia y Asistencia Social, que ocupó hasta octubre de 1934.
Al estallar la Guerra Civil en 1936 decide abandonar Madrid, exiliándose primero en Ginebra para, dos años después, marcharse a Argentina. Clara Campoamor murió en Suiza en 1955.