Estereotipos sobre las gitanas: "Se han ido creando contra-ejemplos respecto a las mujeres payas"
- En los últimos siglos se ha pasado del prototipo de la mujer promiscua a la sumisa
- En el monólogo "No soy tu gitana", Silvia Agüero retrata los estereotipos racistas
- En Objetivo Igualdad, este domingo, a las 14:25h en Canal 24 horas
De la cigarrera Carmen o la hechicera siniestra a los grupos nómadas que recorren los pueblos en carromatos... Los personajes gitanos han tenido siempre connotaciones negativas o peligrosas en el imaginario de la literatura, la pintura y la cultura popular. Sobre las mujeres gitanas han pesado estereotipos que, curiosamente, han ido cambiando a lo largo del tiempo. Unos trazos gruesos con los que se ha elaborado un retrato por el que todas son iguales e intercambiables. En cambio, de hechos históricos concretos, de la persecución que han sufrido a lo largo de la historia en los diferentes países en los que han vivido, poco se difunde.
La gitana promiscua y libre
El relato de las mujeres gitanas que más tenemos en el recuerdo es el que se hizo en el siglo XIX, en el Romanticismo, cuando autores del resto de Europa viajaban por España buscando exotismo. Son la 'Carmen' de Prosper Mérimée o la Esmeralda 'Nuestra Señora de París' (El jorobado de Notre Dame) de Victor Hugo. "Es la mujer dueña de su destino, que les mantiene la mirada a los hombres, que se gana su propia vida. Es un contra-ejemplo social de lo que era la mujer prestigiada en la época, la mujer sumisa que bajaba la mirada ante el hombre, que no era dueña de su destino, ni de su dinero", explica Araceli Cañadas Ortega, profesora de historia y cultura gitana de la Universidad de Alcalá de Henares.
“Era el estereotipo de la mujer dueña de su propio destino, que mantiene la mirada al hombre“
La actriz, escritora y activista Silvia Agüero Fernández coincide en que se ha utilizado a la mujer gitana como ejemplo de lo que no tenía que ser la mujer paya. "Ser gitana es no ser paya y ser paya es no ser gitana", resume poniendo como punto de partida de esta narrativa antigitana otro retrato anterior: Preciosa, "La Gitanilla" de las novelas ejemplares de Cervantes. "Se inventó una gitana que no existía, que solo era real en su cabeza. Se llama Preciosa y al final se descubre que era paya, que la habían robado los gitanos de niña. Este estereotipo que de los gitanos y las gitanas robamos a los niños se repite desde tiempos inmemoriales", afirma, y recuerda en este sentido el personaje de Esmeralda, que también se "redime" porque no era gitana realmente, sino raptada de niña.
La gitana sumisa y tradicional
Pero ese estereotipo se ha transformado hasta convertirse en todo lo contrario. "A partir de principios del siglo XX, esa imagen de la mujer prestigiada y prestigiosa cambia y lo que se valora es a la mujer que trabaja fuera de casa y no está totalmente volcada en los hijos y en el marido. ¿Qué ocurre entonces? Que justo el contra-ejemplo social que siempre se le atribuye a la mujer gitana toma ese otro rol, el de la mujer sumisa que está bajo la voluntad del marido", subraya Araceli Cañadas.
"Se nos dice que somos sumisas, que nuestros hombres son más machistas, que tenemos demasiados hijos... miles de cosas", protesta Silvia Agüero. "Antes nos decían que no llevábamos sostén, que nos metíamos el dinero en la teta y esto pasaba en una época en la que las mujeres payas no podían abrirse una cuenta corriente sin el permiso de su marido. Nosotras salíamos a vender y las mujeres payas no podían trabajar, Es siempre ese contra-ejemplo", añade.
“Nos dicen que somos sumisas, que tenemos demasiados hijos... miles de cosas“
Agüero es la autora y protagonista de "No soy tu gitana", un monólogo teatral en el que, a través del humor, nos pone frente al espejo para reconocer nuestro racismo. Producido por 'Teatro del Barrio' de Madrid y la Asociación 'Gitanizar el mundo' a la que también pertenece Agüero, intenta derribar esos estereotipos que todavía persisten y hacen un daño como los de que las gitanas son ladronas, sucias o descuidadas. Unos prejuicios que las perjudican directamente en su día a día o a la hora de encontrar empleo.
Lo sabe muy bien Tamara Clavería, presidenta de AMUGE, Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi, que describe cómo las gitanas son percibidas sistemáticamente como una amenaza en los centros comerciales hasta el punto de someterlas a humillaciones que en la asociación han denunciado ante la justicia. También nos habla de la discriminación laboral: "Aquí hemos tenido personas que han hecho peluquería, ciclos formativos o certificados profesionales. No las han puesto de cara al público, las han puesto a limpiar cuando tenían que hacer prácticas de peluquería... ¿Por qué? Porque puede ser que alguien, al identificarte como gitana, piense que ese sitio no es de confianza, que me puede robar, que no va a trabajar bien, etc. También nos ha pasado con niñas que han estado de cajeras en un supermercado y que cuando se han enterado que eran gitanas las han quitado de la caja registradora y las han despedido".
Una historia de persecuciones
"En el Estado español ha habido más de doscientas treinta leyes antigitanas de todo rango, que castigaban cualquier cosa que significaba ser gitano: el idioma, la vestimenta, no les dejaban ejercer sus oficios tradicionales..." enumera Silvia Agüero. Araceli Cañadas lo confirma, existen normas -llamadas entonces pragmáticas- contra el pueblo gitano desde finales del siglo XV. Pero la más dura y extensa fue la que se llegó a llamar "gran redada" o "prisión general" de gitanos en 1749, ordenada por el rey Fernando VI y ejecutada por su primer ministro, el marqués de la Ensenada.
"La idea era separar a las mujeres y los niños de los hombres, es decir, romper los núcleos familiares. A las mujeres, niñas y niños menores de 7 años se los llevó a Casas de Misericordia. A los niños mayores de 7 años y a los hombres los enviaron a las minas de Almadén, a los arsenales o a los astilleros como mano de obra semi esclava o esclava", explica la profesora Araceli Cañadas. Esta persecución duró cerca de 16 años, hasta que Carlos III acabó con ella. "Supone el primer intento de genocidio moderno. Tenemos ese dudoso honor, porque es la primera vez que, en Europa, un Estado se plantea utilizar sus recursos para acabar con un pueblo. En este caso, el pueblo gitano", afirma contundente.
Silvia Agüero señala otro gran exterminio del pueblo gitano, esta vez en toda Europa, bajo el nazismo. Decenas de miles de gitanos, o roma, europeos fueron deportados, sometidos a trabajos forzados y asesinados. Pero esta historia no se recuerda tanto como otras. Tamara Clavería señala que no se conocen en general los valores gitanos, como son el sentido de comunidad y de familia o el respeto a las personas mayores que, afirma, les han ayudado a sobrevivir. "Nuestras mayores tuvieron esas estrategias comunitarias de salvarse, de ayudarse y protegerse. Yo creo que es una de las cosas que hay que recuperar como sociedad, porque el capitalismo nos lleva al individualismo", reflexiona.
Para Araceli Cañadas es una cuestión fundamental el estudio y la divulgación de la historia y la cultura gitanas: "Nadie nace sabiendo su historia por ciencia infusa. Evidentemente, la lengua, la historia, la cultura gitanas no están contempladas en el sistema educativo. Los niños gitanos y las niñas gitanas se ven imposibilitados de conocer su historia, porque nadie se da cuenta". Además, señala, se trata de una laguna de conocimiento incluso para el ámbito académico.