¿Aprovechar alimentos o perder dinero?
- Un 40% del desperdicio alimentario ocurre en tu propia casa
- Con la comida que se tira cada año, se podría alimentar a más de 1.100 millones de personas
En un mundo en el que se han logrado hitos históricos de la evolución tecnológica o científica, sorprende saber que más de setecientos millones de personas pasaron hambre en 2022. Y aunque la hambruna y la inseguridad alimentaria persisten, un tercio de los alimentos producidos se pierden o desperdician anualmente. ¿Cómo puede ser? ¿Dónde está la grieta? ¿Es realmente viable luchar por un desperdicio cero?
La mayoría de las veces se habla del papel del consumidor, pero antes que la comida llegue al plato, los alimentos han recorrido un largo camino en el que han participado diferentes intermediarios. El equipo de 'Escarabajo Verde' hace un recorrido por los diferentes actores de la cadena alimentaria para conocer cuál es su papel, por dónde se pierde alimento y que se está haciendo para evitarlo.
Efecto en cadena
Pietro Tonini, investigador sobre el desperdicio alimentario en ICTA-UAB, habla de algunas de las dificultades que intervienen en la lucha contra el desperdicio. “Cuando se interviene en la reducción de desperdicio alimentario, en especial en el sector hortícola, significa impedir que se produzcan más productos de los que necesitamos", comenta. ¿Esto qué significa? "Que hay menos productos en el sistema, por lo tanto, el precio de los productos va a subir”, apunta.
Además, si un agricultor ajusta su producción para que no se produzca un desperdicio futuro, deja de ganar dinero porque cosecha menos producto y, por lo tanto, vende menos. Según Tonini, “esta es la dificultad de actuar sobre el desperdicio económico”, ya que es complicado hacer ajustes en todos los eslabones y que nadie salga perdiendo.
La responsabilidad del consumidor
No es lo mismo hablar de pérdidas que hablar de desperdicio. Las calabazas recolectadas que se caen de un camión, por ejemplo, o aquellas que no llegan a cosecharse por fuertes lluvias o malas temperaturas, se consideran pérdida de alimentos. Sin embargo, cuando los alimentos son aptos para el consumo humano, pero no se consumen debido a que se deja que se estropeen o son descartados por los minoristas o los consumidores, se llama desperdicio de alimentos.
“El gran problema que tenemos en Europa es no tener un compromiso entre el consumidor y el sistema agroalimentario”, explica Pietro Tonin. Nos encontramos con una sociedad que va demasiado deprisa como para dedicar tiempo a la cocina y ser responsable con el consumo de alimentos. El desperdicio en los hogares supone el 40% del total, sin duda, unas cifras que deberían replantear los hábitos por parte del consumidor. “Comprar un kilo de vegetales nos cuesta tres euros. Si yo tengo una lechuga en mi nevera que me está mirando y mi amigo me invita a comer fuera, para mí esto es una pérdida de un euro” sentencia Tonini.
El Escarabajo Verde, “Rebañar el plato", un reportaje de Alba Martínez Vallejo y Paula Ríos Rico.