¿Por qué le decimos San Pedro, si en realidad se llamaba Simón?
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La tradición cristiana nos lo ha pintado como el encargado de recibirnos a las puertas del cielo con las llaves en la mano como un primer filtro para saber si somos dignos de la vida eterna. San Pedro, el discípulo favorito, el que negó tres veces a Jesús en una noche y aun así siguió siendo el elegido, es el patrón de Roma y la basílica más importante del catolicismo, en el Vaticano, lleva su nombre.
Pero no se llamaba así. Su verdadero nombre era Simón y así queda reflejado en The Chosen, la serie sobre la vida pública de Jesucristo que esta Semana Santa emite La 2 y que puedes ver ya gratis en RTVE Play. Ni una sola vez, el maestro se dirige al que sería su seguidor predilecto llamándole Pedro. Al menos, en la primera temporada.
¿Por qué lo llamamos San Pedro? ¿Cuál era su nombre?
Gracias a los pasajes descritos en el Nuevo Testamento, sabemos que Pedro era un hombre casado. En una ocasión, explica San Lucas en su Evangelio, Jesús acudió a su casa y curó a su suegra milagrosamente, ya que esta se encontraba aquejada de graves fiebres.
Nació en Betsaida, vivía en Cafarnaún y era pescador en el lago de Tiberíades. Jesús le invitó a seguirlo junto a su hermano Andrés y los dos, junto a Santiago y a Juan, formaron el núcleo más cercano a Jesucristo. Con ellos 4 vivió los momentos más importantes de su vida pública: la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración y la oración antes de la Pasión en el huerto de los olivos.
Era impulsivo y de fuerte carácter. Rebatía y preguntaba a Jesús, a quien él consideraba su maestro y por supuesto el Mesías. Cuando Jesús le preguntó a los 12 quién creían que era él, Pedro no dudó: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, recoge San Mateo en sus escritos.
Tanto acertó en su respuesta, que se ganó la máxima confianza de Jesús: "Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Todo un gesto lleno de simbolismo. Un pescador sin formación es el elegido para dirigir la Iglesia de Jesús. Simón que además no acepta sin más y protesta cuando no está de acuerdo con su maestro. Como cuando le pide que se rebele en la Pascua judía cuando anuncia que va a ser sacrificado, cuando se niega a que Jesús le lave los pies, es un gesto demasiado humilde para el que él considera ser el Mesías, y niega tres veces antes de que el gallo cante dos conocer a Jesús para evitar ser apresado como él la noche que terminó en el calvario.
San Pedro, Simón, el líder de los discípulos
Se desprende de las escrituras el respeto jerárquico que los 10 discípulos fieles tienen a Simón. Cuando las mujeres anuncian el Domingo de Pascua que el sepulcro está vacío, son dos discípulos los que se acercan a la tumba a comprobar qué ha pasado. Aunque el otro llega primero, entiende que es Pedro quien manda, y le espera para que pase primero.
San Pedro tras la muerte de Jesús
Los primeros días tras la muerte de Cristo los discípulos deciden llevar un perfil bajo. De hecho, San Pedro, vuelve a lo suyo. Simón se sube de nuevo a la barca para hacer lo que sabe, pescar. Dice el evangelio que Jesús se le apareció, ya resucitado, para recordarle cuál era su misión y hasta le adelanta que su muerte glorificará a Dios.
San Pedro comienza entonces una etapa de ferviente evangelización donde incluso llega a conocer a San Pablo, un romano converso que se había dedicado a perseguir cristianos. Juntos deciden y debaten cómo ha de ser esa primera Iglesia cristiana que acaba de nacer y llegan con su plan expansionista de su fe hasta Roma, capital del mundo.
Allí, en la persecución de Nerón, son apresados y ajusticiados. San Pablo, por tener ciudadanía romana, murió decapitado. San Pedro fue condenado a la cruz, pero pidió ser crucificado bocabajo, por no ser digno de morir igual que Jesucristo.