¿Por qué está bien ser mediocre?
- Ser mediocre es encontrar el punto medio entre pasar de todo y exigirse más de lo razonable
- Si ves el lado bueno de la mediocridad y aprendes a aceptarla, verás que es una zona agradable en la que puedes estar
Si pensamos en una persona muy exitosa en un ámbito de su vida, ya sea en el trabajo o en su vida familiar, ¿no creerás que también lo es en el resto de ellas?. Ser mediocre es una palabra a la que se le ha atribuido una connotación negativa en un mundo donde impera el postureo. En Tras la tormenta su presentadora Cristina Hermoso y la psiquiatra Anabel González hablan de la mediocridad y la necesidad de reivindicarla para cambiar la concepción que se tiene sobre ella.
¿Qué es ser mediocre?
Para Anabel González, psiquiatra en A Coruña y presidenta de la Asociación EMDR, se es mediocre cuando no se está dando el máximo nivel que uno puede dar en un trabajo o en una habilidad. Esto no implica, como mucha gente piensa, que a esa persona le de igual la tarea encomendada o que no esté intentando hacerla bien, simplemente en vez de estar rindiendo al 1.000%, lo hace al 80% de su capacidad, señala la especialista.
Por lo tanto, ser mediocre no es nada malo o de lo que avergonzarse, es más, la psiquiatra dice "que entre 60% y el 80% vamos bastante bien y que si todos funcionáramos al 60-80%, pues no funcionaría mal el país. Y en los momentos críticos, chungos, tenemos que bajar incluso a conformarnos con un 50% y en momentos muy malos, con un 40% ya darnos por satisfechos".
El imperativo de destacar
Actualmente, vivimos en una sociedad marcada por el imperativo de destacar debido, en gran parte, a las redes sociales. Todo el mundo quiere llamar la atención sobre el resto, demostrar que es el mejor en algo para así sentirse bien consigo mismo.
Para conseguir impresionar hay dos opciones según Anabel González: inventarte cosas que en la vida real no puedes conseguir o pisarle la cabeza al vecino para destacar tú. No podría ser de otra forma puesto que "que todo el mundo destaque es materialmente imposible porque en el momento en el que todo el mundo destacara ya no destacaría nadie", afirma la psiquiatra.
¿Por qué hay que reivindicar la mediocridad?
Es importante normalizar ser mediocre para ver esta palabra como el punto medio entre la excelencia y ser un dejado, transformarlo en un concepto con el que podamos referirnos de manera positiva a las personas que hacen las cosas dignamente sin aspirar a rozar la perfección. Y es que hoy en día, como señala Anabel González, solo existe la connotación positiva en la excelencia.
Reivindicar la mediocridad no significa que las personas dejen de aspirar a mejorar en algún ámbito de su vida en el que no se sientan conformes, pero tampoco implica buscar la excelencia extrema. Si este fuese el máximo objetivo de la mayoría de personas en el mundo y, por tanto, la única forma en la que encontrarían la felicidad, la psiquiatra asegura que una gran parte del planeta estaría deprimida y frustrada.
El lado bueno de ser mediocre
A la gente le produce miedo sentirse mediocre, pero como ha explicado la especialista, la mediocridad no debería ser algo malo. Según Anabel González, debes ser tú mismo el que se atreva a pasarse al lado mediocre para descubrir de primera mano cómo se siente y sobre todo, qué tiene de bueno.
Para que lo entendamos, la psiquiatra asemeja la mediocridad con el egoísmo en cuanto que "ser absolutamente egoístas no es bueno, pero que nosotros nunca importemos en absoluto tampoco lo es. Y hay mucha gente que se pasa la vida cuidando a los demás y que al cuidarse a sí mismo siente que es egoísta, pues hombre, hay que ser un poquito egoísta y con la mediocridad yo creo que pasa un poquito algo parecido. Hay que disfrutar de hacer las cosas dignamente, que yo creo que también está bien, de intentar mejorar, pero sin poner toda el alma en en una cosa".
Aprender a ser mediocres para rendir más
Está bien intentar mejorar en aquello que nos gusta y se nos da bien siempre y cuando ese logro no ponga en riesgo nuestro bienestar, nuestras relaciones y nuestra calidad de vida, recuerda la psiquiatra. Si esto llegase a ocurrir, Anabel González aconseja que aceptemos que somos mediocres en ese aspecto para que le perdamos miedo al concepto y veamos, de primera mano, que es una zona incluso agradable en la que podemos estar.
Es más, la especialista incita a que intentemos hacer las cosas a propósito "como un poquito mediocres", por ejemplo, si sabes que con una hora más de trabajo solo vas a sacar dos milímetros más es mejor dejarlo como está para así acostumbrarnos a "hacer las cosas un poquito peor".
Si aprendes a ser mediocre, es decir, encuentras el equilibrio entre pasar de todo y exigirte más de lo razonable, rendirás mucho más en tu trabajo. Con los niños sucede lo mismo, según explica Anabel González: "un niño que estudia pero que no tiene una presión desmesurada, es más fácil que rinda".