¿Qué se oculta tras el telón del Teatro Real de Madrid?
- El primer programa de la nueva temporada de Los pilares del tiempo tiene como protagonista a Isabel II
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Puede que no lo parezca desde la calle, pero este edificio ronda los 80.000 metros cuadrados. Alberga veintidós plantas, suficientes para que en su caja escénica pudiera caber el histórico edificio de Telefónica de la Gran Vía madrileña, con una altura total de setenta y cinco metros. Y su parte subterránea se incrusta en el subsuelo de Madrid a mayor profundidad que el metro de la ciudad.
Lo que hace que este teatro sea realmente especial es que no tiene “hombros”. Es decir, carece de los espacios laterales, que permiten los movimientos de la escenografía. Esta “carencia” ha obligado a utilizar un sofisticado sistema de plataformas. Una tecnología que permite disponer, simultáneamente, de tres grandes escenografías.
La reina Isabel II era amante de la música, sobre todo de la ópera. Tocaba el arpa y era una aventajada pianista. Fernando VII estaba remodelando la plaza y decidió incorporar un teatro nuevo, concebido para ser uno de los más espectaculares de Europa, con la condición de que se adecuara a la forma de la plaza.
Un reto arquitectónico que unido a los problemas de financiación prolongó sus obras durante más de 30 años. Hasta que una “real orden” de Isabel II exigió su finalización en un plazo de seis meses. El 19 de noviembre de 1850 el Teatro Real, por fin, abriría sus puertas. La reina presidió el estreno disfrutando de una de sus óperas preferidas: “La Favorita”, de Donizetti.
“El Real” vivió años de esplendor, se convirtió rápidamente en el corazón de la ciudadanía de la época. No era solo un lugar para disfrutar del arte de la música, era un lugar de presentación en sociedad, un sitio para tratar asuntos de política, de negocios, donde concertar matrimonios, e incluso fue sede de la Soberanía Nacional durante nueve años.
Pero a partir de 1925 comenzó su declive hasta su cierre. El abandono, la guerra y los problemas constructivos, pusieron en peligro el edificio, haciendo inviable su apertura durante cuatro décadas. Fue en 1997, tras siete años de obras, cuando el Teatro Real reabrió sus puertas, convertido en el gran teatro de la ópera que es en la actualidad.
El secreto detrás del telón y el misterio escénico al descubierto
Desde el patio de butacas es imposible imaginar lo que ocurre detrás del telón. En un tiempo récord y casi en total silencio, un experto cubre todas las necesidades escénicas, manejando 400 toneladas, con un solo joystick, gracias a unos motores de bombeo que achican agua desde los sótanos constantemente.
Una maquinaria habitual en portaaviones y barcos que el Teatro Real de Madrid fue uno de los primeros en aplicar a un espacio escenográfico. La caja escénica es una de las más modernas del mundo, pero sus modificaciones han sido técnicas, no estructurales. Una tecnología del siglo XXI, en el marco del teatro de ópera del XIX que inauguró la reina Isabel II.