Gabriel García Márquez: morir y seguir publicando
- Cuando un escritor muere y deja en legado obra inédita, sus herederos se enfrentan al dilema moral de publicarla o no
- En agosto nos vemos es la novela póstuma del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, que murió hace diez años
El reconocimiento llega siempre (si llega, lo que ya es todo un milagro) del modo más inesperado. El escritor nunca sabe qué por qué razón el público adora o detesta una de sus obras, si será recordado una vez él ya no esté, o incluso redescubierto siglos después. La fama literaria recorre caminos laberínticos. Cuando un autor muere, su destino queda —en parte— en manos del azar. Así sucedió con Thoreau (que solo vendió 300 copias de su primer libro), Sylvia Plath, Zora Neale Hurston, Stefan Zweig, Irène Némirovsky o Stieg Larsson.
Página Dos pregunta a Jeff, el hijo de Lucia Berlin, sobre el fenómeno que supuso Manual para mujeres de la limpieza (Alfaguara), descubierto tras la muerte de su madre: «Estamos increíblemente orgullosos de lo que consiguió, especialmente teniendo en cuenta lo complicado que fue para ella.» También responde Matt, hijo de J. D. Salinger: «En su obra hay mucho oro para extraer. No solo para su lector ideal, sino para cualquiera dispuesto a escarbar en una novela.»
La polémica novela póstuma de García Márquez
Diez años después de la muerte de Gabriel García Márquez (1927-2014) ha visto la luz En agosto nos vemos (Random House), una novela en la que el autor colombiano trabajó diez años, y que se negó a publicar por no percibirla del todo perfecta. Sus hijos difieren en ese veredicto. El lector será, finalmente, quien decida.
La novela póstuma de 'Gabo' se encontraba entre los papeles depositados en el Harry Ransom Centre, donde existían hasta cinco versiones de la misma. La protagonista del relato es Ana Magdalena, que cada mes de agosto toma el transbordador hacia la isla donde está enterrada su madre para visitar su tumba.
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Kafka pidió a su a su editor y amigo Max Brod que quemara sus manuscritos no publicados. En uno de ellos se encontraba El proceso. Otros clásicos con obra publicada después de morir son Hemingway, Scott Fitzgerald, Albert Camus o el tristemente conocido caso de Anna Frank.
La fama post mortem resulta agridulce. El Moby Dick de Herman Melville no fue un superventas hasta treinta años después de la muerte del escritor; Philip K. Dick empezó a ganar algo de dinero en royalties justo cuando murió (y nunca vio la adaptación al cine de Blade Runner, Minority Report o Desafío Total). Marina Keegan publicó una novela pero no llegó a verla convertido en superventas; murió en un accidente de coche. El destino siempre es caprichoso, pero la historia nos demuestra que un buen libro suele acabar encontrando su propio camino.