La habitación secreta que Dalí no volvió a pisar tras la muerte de Gala
- Los pilares del tiempo se cuela en la "cámara de los susurros"
- Un hogar artístico en Portlligat, inspirado en el amor y en una vida en común
Gala no se entiende sin Dalí y viceversa. Él quería ofrecerle un refugio a su musa, para que pudiera huir de las visitas y fiestas en el jardín en una época en la que el artista ya es un icono. Gala empieza a sentir la necesidad de tener un lugar donde protegerse del mundanal ruido de la intensa vida social de Dalí, por eso él diseñó un espacio reservado sólo para ella. Un escondite al que se accedería desde uno de los armarios de su vestidor, como si accediera a una realidad alternativa y privada. Se trata de la "cámara de los susurros", en la que conversar sin levantar la voz, un lugar tan privado como su propia mente.
Anteriormente en Nueva York el artista diseñó una sala de fiestas en Acapulco, con forma oval, inspirándose en los erizos de mar. El proyecto no se llevó a cabo finalmente, pero encontró su destino en Portlligat, ya que a Gala le fascinó ese diseño y por eso le sugirió a su marido que su sala secreta, su lugar de escape e intimidad, tuviera esa forma.
Portlligat no fue un proyecto arquitectónico con un principio y final preestablecidos, fue aumentando a medida que crecían y cambiaban sus necesidades, como la vida misma, un hogar vivo en perfecta simbiosis con sus personalidades, rutinas y vidas. Él diseñó un espacio reservado sólo para ella, un escondite al que se accede desde uno de los armarios de su vestidor.
Año tras año, la casa crece como si se tratara de una estructura biológica hasta alcanzar los más de 1.500 metros cuadrados visitables que tiene en la actualidad. Resultó ser la combinación perfecta entre los espacios privados, reservados al trabajo o a la lectura, y los públicos donde recibían a multitud de invitados y hacían sus performances.
De la decoración de la casa se encargó Gala, aunque ambos eran aficionados a comprar antigüedades. "El reciclaje de lo ajeno como proceso de creación", decía el artista. En el jardín Dalí creó un espacio creativo en el que Gala y él hacían sus performances: la Torre de las Ollas. Y los huevos blancos, una vez más, coronan el palomar de la casa que la pareja habitó durante medio siglo.
Durante casi 50 años el matrimonio Dalí encontró un hogar en el cúmulo de las casitas de pescadores de Portlligat, un lugar donde el mar se cuela en cada uno de sus rincones. Y cuando Gala murió en 1982 se acabó Portlligat, Dalí nunca volvió.