¿Por qué la evolución no ha extinguido los trastornos mentales?
- La medicina de precisión, que permite una atención personalizada, está llegando también al campo de la psiquiatría
- Los rasgos de personalidad de los trastornos mentales pueden actuar como factores de riesgo o como factores protectores
La evolución humana, los avances en medicina y la mejora de las condiciones de vida han facilitado enormemente la erradicación de enfermedades que antes suponían un grave estado de salud o incluso la muerte. Sin embargo, existe un ámbito que ha quedado excluido de esta transformación: los trastornos mentales. La predisposición en su desarrollo es casi como una ruleta en la que cada actor aporta una serie de puntos. Por un lado, existen factores genéticos y biológicos, es decir, la transmisión de padres a hijos, que se da en todos los trastornos pero en distinta proporción. También participan elementos psicológicos, como las habilidades emocionales, la personalidad o el carácter.
Todos podemos tener un trastorno mental
También hay una serie de implicaciones modificables, los factores ambientales, que afectan a un trastorno mental. Celso Arango, Jefe de Psiquiatría infantil y juvenil del Hospital Gregorio Marañón ha participado en la creación del 'Atlas de Factores de Riesgo y Protectores de Enfermedades Mentales', un metanálisis que conecta los factores de riesgo y protección con distintas patologías. Como apunta Arango en 'El Cazador de Cerebros', “hay algunos muy evidentes: el consumo de cannabis, acoso escolar, abuso sexual, exposición dentro del útero a fármacos, pobreza, etc.”. Para cada enfermedad en concreto, algunas personas tienen más predisposición en unas que en otras, pero cabe resaltar que “todos somos susceptibles de tener un trastorno mental. Sabemos que una de cada cinco personas desarrollará uno a lo largo de su vida”.
Entonces, si hay variables evitables y hemos logrado acabar con patologías de todo tipo, ¿por qué seguimos heredando la predisposición a tener un problema de salud mental? ¿No debería haber desaparecido si implica una supuesta desventaja? Algunas teorías apuntan a la ventaja evolutiva, una idea que discute cómo determinados rasgos de personalidad podrían ser fruto de un proceso de especialización cognitiva. Esta progresión garantizaría el funcionamiento de los grupos sociales y sería clave en materia de supervivencia, de convivencia con los demás, de reproducción de la especie, etc. Aunque tener un trastorno mental constituye un factor de riesgo y una desventaja selectiva, en otros escenarios, las características propias de este perfil podrían actuar como factores protectores, en los que tener esta cualidad es especialmente útil. “Al generar una mayor proclividad y a la vez una mayor protección, se perpetúan en la especie, pasando de generación en generación”, apunta Arango.
Bayas y juegos virtuales: un estudio sobre TDAH
Un estudio de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), pidió a 500 adultos que recogieran el mayor número de bayas a través de un juego virtual. Los participantes tenían un límite de tiempo en cada arbusto, y una vez terminado, podían decidir si volvían a intentarlo o cambiaban de escenario. Los investigadores descubrieron que aquellos con signos de Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tendían a moverse más, y al pasar menos tiempo en cada nivel, recogieron muchas más frutas que el grupo sin síntomas, cuyo objetivo era optimizar su rendimiento manteniéndose en el mismo lugar. Aunque actualmente esta capacidad ya no es tan favorable en la sociedad, o lo es en otros ámbitos, sí que podría explicar la supervivencia de los cazadores-recolectores, por ejemplo.
De hecho, en esta línea también se ha realizado un análisis comparativo entre las variantes genéticas asociadas con el TDAH en poblaciones europeas actuales y de neandertales. Se ha visto que determinados rasgos, como la hiperactividad o la impulsividad, podrían haber sido una selección favorable en algunos ambientes ancestrales, donde el estilo de vida predominante era nómada, pero que con el cambio a entornos más sedentarios han devenido rasgos no adaptativos. Además, un grupo de científicos ha hallado patrones que sugieren que la selección natural habría favorecido los genes que predisponen al autismo y apuntan a la idea que los genes que aumentan nuestras habilidades mentales también incrementan la predisposición genética al autismo.
Una cuestión de adaptación
El TDAH y el autismo son condiciones vinculadas al neurodesarrollo, pero muchos de sus rasgos son adaptativos en función de la situación o las circunstancias, por lo que esta supuesta ventaja evolutiva también se explica en otras patologías. En un hipotético escenario, las personas con trastorno obsesivo-compulsivo o ansiedad que podrían pensárselo concienzudamente antes de exponerse a una situación de peligro y analizarían detalladamente todos los pros y contras. O la depresión, por ejemplo, podría ser una adaptación para conservar energía y reducir la actividad en entornos poco favorables. Además, la capacidad de desarrollar una visión realista de la realidad del entorno podría haber sido clave para la supervivencia de los grupos. Sin embargo, es importante mencionar que los trastornos mentales tienen una categorización más espectral que binaria, y que no hay dos personas que se comporten exactamente igual.
“Los trastornos psicóticos tienen mejor pronóstico en India que en Estados Unidos“
Aunque los trastornos mentales están condicionados por una serie de factores de riesgo, también existen elementos que dificultan su desarrollo: cenar en familia favorece la prevención de trastornos alimentarios o el acoso escolar, mientras que “los trastornos psicóticos tienen mejor pronóstico en India, con un sistema de salud al que mucha gente no puede acceder, que en Estados Unidos, donde la descentralización familiar es mayor”. Vivir en comunidad, tener un acceso garantizado al sistema de salud y cuidar a los demás han sido fundamentales en la protección de la diversidad.