La Novena de Beethoven: 200 años de una obra maestra
Noticia Saber y Ganar
- El 7 de mayo de 1824 Ludwig van Beethoven estrenó su Novena Sinfonía, una obra maestra de la música clásica
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‘Saber y ganar’ tiene especial devoción por las pruebas que incluyen piezas musicales y las preguntas en referencia a este arte. Y, como no podía ser de otra manera, también celebra las grandes efemérides como el estreno de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, un acontecimiento que se produjo el 7 de mayo de 1824. Sin duda, un momento clave en el devenir de la historia de la música clásica que también tuvo una curiosa anécdota.
La historia de un encargo
La Novena Sinfonía de Beethoven nace de un encargo fruto de la Sociedad Filarmónica de Londres en el año 1817. No obstante, el trabajo principal de la composición no llegó hasta 1822, prolongándose por dos años más. Tal y como su nombre indica, esta es la novena sinfonía de otras ocho piezas compuestas por el músico que sirvieron de precursoras para la que acabaría siendo su mayor creación.
Tanto críticos como musicólogos consideran que esta pieza es una obra maestra de la música clásica de occidente. Además, representa la primera ocasión en la que un músico consagrado incluía partes vocales en una composición del estilo.
Un estreno curioso: Beethoven dirigió la orquesta estando sordo
Una vez tuvo terminada su sinfonía, Beethoven quiso estrenarla en Berlín ya que consideraba que el público de Viena, donde siempre había presentado sus creaciones, era más proclive a autores italianos. Sin embargo, cuando compañeros y mecenas se enteraron de sus intenciones, promovieron una recogida de firmas para que lo hiciese ante la audiencia vienesa. Y así fue.
La Novena Sinfonía de Beethoven se estrenó el 7 de mayo de 1824 en el Theater am Kärntnertor. La orquesta, integrada por los instrumentistas más prodigiosos del momento, fue dirigida a cuatro manos: las del autor de la obra y las de Michael Umlauf. Aunque lo cierto es que el papel de Beethoven fue más bien testimonial. El músico, quien padecía una gran sordera, movía los brazos y el cuerpo enérgicamente mientras que los músicos seguían las indicaciones de Umlauf. De hecho, Beethoven siguió gesticulando a pesar de que la interpretación ya había terminado. Él no se había dado cuenta.
Un éxito inolvidable
La recepción del público fue memorable. Absorto en su partitura y completamente sordo , Beethoven no se dio cuenta de los aplausos finales hasta que la contralto Caroline Unger se acercó al compositor y, tras tocarle el brazo, Beethoven se giró y saludo al público presente. La audiencia, entre la cual estaba Franz Schubert, aplaudía y agitaba pañuelos y sombreros en el aire para demostrar su entusiasmo. Sin duda, fue un día memorable.
En 2002, la UNESCO declaró la Novena Sinfonía como Patrimonio de la Humanidad, y hoy en día se sigue considerando esta obra como una afirmación musical de la libertad y la hermandad entre culturas.