El Parque de Ferrera, de jardín noble a espacio público en el centro de Avilés
Noticia Jardines con historia
- El origen del Parque de Ferrerra se sitúa en la huerta del convento de San Francisco en un monte típico asturiano donde crecían robles, alisos y castaños
- Habitado durante más de tres siglos por los marqueses de Ferrera, una familia clave en el desarrollo de Avilés, el espacio se convirtió en propiedad del ayuntamiento
Este Parque de Ferrera, construido en un monte donde se situaba el huerto del convento de San Francisco, está ubicado en el casco histórico de Avilés en la margen izquierda de la ría. Cuenta con un palacio que estuvo habitado durante más de tres siglos por nobles asturianos, pertenecientes a once generaciones de los marqueses de Ferrera.
Como indica la historiadora y paisajista Mónica Luengo, presentadora del programa ‘Jardines con Historia’, “el parque de Ferrera es una gran isla vegetal de 8.000 metros cuadrados cuyas zonas más destacadas son el jardín paisajista inglés, el jardín geométrico francés, el pequeño pago y el clásico kiosco de música”.
Orígenes y vicisitudes
Fue don Pedro de León, abuelo del primer marqués de Ferrera, quien ordenó construir un refinado palacio a las afueras de la ciudad a mediados del siglo XVII. “Se asentó sobre terrenos que se convirtieron en el jardín nobiliario más grande de Asturias, y llega a nuestros días convertido en un espléndido parque público”, apunta Ferrera. “Aunque se sabe que a mediados del siglo XIX el palacio contaba ya con un extenso jardín, no sería hasta principios del siglo XX, cuando se llevaría a cabo la gran intervención paisajística”, añade.
En su época de jardín nobiliario, los marqueses de Ferrera disfrutaban de un huerto del que se abastecían, incluso, con vacas que les proporcionaban la leche. Usaban los terrenos para la práctica de la caza y se desplazaban por él en coches tirados a caballo.
Los marqueses siempre intentaron conservar la zona del jardín francés, próxima al palacio, para su uso exclusivo. Sin embargo, a finales de 1988, los más de 8.000 m² que ocupan esa zona fueron expropiados por la administración local e incorporados al jardín inglés, volviendo a formar un espacio único, que ahora es de uso público.
Según explica en ‘Jardines con Historia’ María Josefa Sanz, catedrática de Historia y cronista oficial de Avilés, “el primer intento de hacerlo de dominio público fue cuando el parque romántico del Muelle recibía el calor de cuatro altos hornos y se quemó”. Cuando el ayuntamiento buscaba una solución supo que los marqueses se querían deshacer de su propiedad en Avilés porque residían en Madrid y su mantenimiento era costoso para disfrutarlo solo un mes al año.
En 1974 el consistorio adquirió el parque inglés que se inauguró dos años más tarde para adecuarlo a su uso público. Al tratarse de un edificio protegido y al encontrarse en suelo urbano, el ayuntamiento tuvo constancia de que el palacio se iba a vender para convertirse en hotel. En ese momento, en 1988, fue cuando se produjo la compra del jardín francés, llevándose a cabo la segunda fase de conversión de propiedad privada a titularidad pública.
El árbol de la marquesa
El maestro paisajista Grandpont creó en el Parque de Ferrera un espacio verde armonioso cuyo equilibrio se vio desestabilizado cuando en 1972 una parte del jardín pasó a ser de titularidad pública.
La división en el conjunto produjo un cambio en su identidad. “El día que se trazó la línea que separaría los terrenos expropiados de los que seguían siendo del palacio, la marquesa se dio cuenta de que su árbol preferido quedaba fuera del jardín y pidió que se modificara la alineación”, según Luengo. Aquel ejemplar de haya roja tenía un gran valor sentimental para la noble “porque lo había plantado el primer marqués de Ferrera el día que recibió el título de manos del rey Carlos II”.
“El árbol de la marquesa se secó, pero su tronco se ha conservado para acoger un hotel para insectos tan beneficiosos como las abejas, las mariquitas o las avispas solitarias”, explica la presentadora. Estos pequeños inquilinos polinizan las plantas con flor y controlan las plagas cuidando la salud del jardín.