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Perdidos en la Antártida: la odisea de Shackleton y un fracaso convertido en hazaña

  • En 1914, el explorador Ernest Shackleton dirigió la expedición del Endurance, la primera travesía terrestre de la Antártida
  • Esta región polar es un laboratorio natural perfecto para explorar y desarrollar investigaciones

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Perdidos en la Antártida: El Endurance de Ernest Shackleton aprisionado en el hielo antártico
Imagen del Endurance de Ernest Shackleton aprisionado en el hielo antártico. Royal Geographical Society

“Se necesitan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito”. Este anuncio fue publicado en 1914 en el diario Times de Londres. Su autor, Ernest Shackleton, buscaba valientes que le acompañaran en una misión intrépida: llegar a la Antártida. El explorador ya lo había intentado dos veces, en 1901, donde la falta de experiencia y una serie de malas decisiones hizo que abandonara a 857 kilómetros del Polo Sur; y en 1907, cuando también se quedó a las puertas de poner un pie en el continente blanco. Sin embargo, el resultado amargo de este último intento no se vio como una derrota, al contrario, en su regreso se recibió a los exploradores con honores, y Shackleton fue ascendido a comandante de la Real Orden Victoriana.

¿A la tercera va la vencida?

La experiencia previa de Shackleton supuso el chute de motivación necesario para probarlo una vez más en 1914 y ampliar su objetivo: ser el primero en atravesar de costa a costa la Antártida. Para ello, dividió la misión en dos equipos. Por un lado, el barco Aurora saldría de Tasmania hasta el estrecho de McMurdo, creando puntos de control a lo largo de la Gran Barrera de Hielo y hasta el glaciar Beardmore que sirvieran como sedes de avituallamiento para el segundo grupo, encabezado por el explorador. A bordo del Endurance, la tripulación pretendía llegar a la bahía Vahsel para alcanzar desde allí el polo y seguir hasta la Isla de Ross, al otro extremo de del continente, que suma en total unos 3.000 kilómetros.

Aunque el anuncio no generó demasiada confianza, 5.000 hombres y mujeres respondieron a la llamada. Se acabó formando un equipo de 28 tripulantes, acompañados de 70 perros. El Endurance salió el 5 de diciembre de 1914, pero el 25 de enero quedó atrapado en el Mar de Weddell debido a las inesperadas frías temperaturas. Aunque estaba a tan solo 100 millas de tierra, la embarcación debía esperar a que se derritiera el hielo para poder avanzar.

Y si la incertidumbre por no saber cuándo ocurriría esto no era suficiente, hay que sumarle otra variable: las corrientes oceánicas ejercían una presión feroz sobre el hielo que podía romper el barco. Aun siendo conscientes de su fragilidad, pasaron casi diez meses a merced de una infraestructura cada vez más desgastada. Durante este tiempo, se alimentaron de pingüinos y focas, jugaron al fútbol e incluso vieron nacer cachorros de los perros que los acompañaron.

Los miembros de la Expedición Imperial Transantártica, jugando al fútbol en la nieve, con el Endurance de fondo.

Los miembros de la Expedición Imperial Transantártica, jugando al fútbol en la nieve, con el Endurance de fondo. FRANK HURLEY

Pero en octubre llegó la catástrofe. El agua se empezó a filtrar dentro del barco, por lo que la tripulación se vio obligada a abandonarlo. Y sin un techo en el que arroparse, improvisaron un campamento con lo que pudieron recoger antes de su marcha forzada. Tras el hundimiento, también desaparecían las opciones de seguir con la misión inicia, y la supervivencia se consolidaba como principal objetivo. Los viajeros decidieron instalarse en la isla Elefante, pero la situación requería alguna acción que no fuera simplemente esperar, así que Shackelton y cinco miembros asumieron la iniciativa y recorrieron en bote los 1360 km que les separaban de la base ballenera de Georgia del Sur, desde donde pidieron ayuda. 

Redefiniendo el fracaso

El milagro ocurrió el 30 de agosto, cuando Shackelton regresó a la isla para recoger a la tripulación restante. 21 meses después, los 28 integrantes de la odisea Endurance llegaron a casa sanos y salvos. Aunque parezca mentira, la aventura en el sur del anglo-irlandés no terminó aquí, y es que en 1922 decidió regresar para circunnavegar el continente. Sin embargo, no llegará a hacerlo porque el 5 de enero falleció a consecuencia de un paro cardíaco en su cabina, a bordo de una nave en Georgia del Sur.

A pesar de que el objetivo de la misión Endurance no se cumplió, se ha convertido en una de las mayores hazañas de la exploración polar y, sobre todo, se ha reconocido a Shackelton, considerado un héroe en Inglaterra y reconocido mundialmente por su capacidad de perseverancia, de liderazgo y de superación. En marzo de 2022, un equipo de arqueólogos marinos halló los restos del navío en el fondo del mar de Weddell, a unos 3.000 metros de profundidad, y con un estado de conservación excelente. Una historia y una embarcación que han perdurado en el tiempo.