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El jardín botánico de Blanes surgido de la fortuna de un apasionado alemán

  • El empresario y mecenas científico alemán Karl Faust, establecido en España en 1897, volcó en este jardín todos sus sueños e ideales de juventud
  • Desde muy temprano se preocupó por ayudar a jóvenes científicos, como Ramon Margalef, que llego a ser primera figura mundial de la ecología marina

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El jardín botánico de Blanes surgido de la fortuna de un apasionado alemán
Imagen del jardín botánico de Blanes.

Fundador en Barcelona con un socio de la empresa Faust & Kaufmann, cuando este hombre de negocios alemán compró los terrenos de este futuro jardín botánico, lo primero que hizo fue encargar una vivienda de estilo modernista al arquitecto Josep Goday. “La casa se construyó entre 1924 y 1929, años en los cuales se comenzó a concebir la maravilla que sería este espacio botánico. Y es que estar en Marimurtra es como dar la vuelta al mundo en tres jardines”, según la historiadora y paisajista Mónica Luengo, presentadora del programa 'Jardines con Historia', que emite los sábados La 2 de RTVE.

Desde muy joven, Karl Faust mostró aptitudes para las ciencias botánicas, sin embargo, su padre se opuso a que se dedicara a la carrera científica, obligándole a estudiar comercio. Cuando cumplió 23 años, lo mandó a Barcelona a trabajar con un empresario amigo suyo. Según Luengo, “pocos días después de su llegada, Karl le escribió una carta a su padre, hablándole de la emoción que había sentido al ver limoneros, naranjos y aloes florecidos. El chico trabajó con el amigo de su padre y después montó su propia empresa en el sector industrial. Así, si algún día conseguía hacer fortuna, cumpliría su sueño: construir un jardín donde sabios y jóvenes pudieran estudiar el mundo botánico… Tal y como le habría gustado hacer a él”.

Un jardín “de capricho”

Karl Faust confesó a un amigo que todo este jardín y su dedicación a la ciencia eran, en realidad, una “venganza” contra su padre. En 1924, al cumplir cincuenta años, dejó sus negocios para mudarse a Blanes e invertir toda su fortuna en lo que él llama su “pequeño capricho”. En una carta al botánico Josep Cuatrecasas, cuenta que deseaba formar una república de biólogos donde para estudiar el mundo vegetal. Se dedicó a organizar el jardín y aclimatar plantas exóticas, para lo que recibió el asesoramiento de botánicos europeos y catalanes de la talla de Josias Braun-Blanquet, Eric Sventenius, Pius Font i Quer, Carlos Pau o el mismo Josep Cuatrecasas, entre otros.

Contienda bélica

Cuando en julio de 1936 se inició la guerra civil, Karl Faust estaba de vacaciones en un balneario alemán y hasta que pudo volver a Blanes tres años después, encargó el cuidado del jardín a sus amigos botánicos. Fueron ellos quienes, para evitar los bombardeos, adoptaron una posición política neutra y defendieron la dedicación a la ciencia de Marimurtra. “La Casa de los Guardias fue punto de vigilancia y vivienda de una pareja de carabineros que controlaban las barcas que hacían estraperlo durante la guerra y la posguerra”, comenta la presentadora. Y, prosigue, “por suerte el jardín quedó siempre en buenas manos, cuando el antiguo maestro jardinero alemán, Billy Narberhaus, tuvo que huir de Cataluña, le sucedió el botánico sueco y Eric Svensson. Este, apodado Sventenius, además de proporcionar a Faust una notable colección de flora norteafricana, es uno de los personajes fundamentales para comprender la continuidad del jardín durante los difíciles años de la guerra”.

Filántropo científico

Cuando Faust regresó a Blanes en 1939, después de la guerra civil española, agradeció la enorme labor de sus compañeros para centrarse en su rol de mecenas. Llegó a convertirse en el mayor promotor de la investigación naturalista que emergía en Cataluña. Entre sus protegidos figuran nombres relevantes en la ciencia española, como Pius Font I Quer, Carlos Pau o Ramón Margalef. El alemán creó la infraestructura que hizo posible trabajar a los científicos creando una República Epicúrea de Biólogos. En el caso de Margalef, Faust captó su talento y fue en Marimurtra donde empezó a hacer sus estudios sobre plancton y a profundizar en la idea de la ecología vista en un sentido global que ahora nos parece muy obvio y que entonces fue rompedora, según cuenta en el programa Josep Borrel, gerente de la Fundación Carl Faust.

Compromiso con el entorno

“Para Carl Faust, que plantó la araucaria bidwilli hace ya un siglo, era fundamental que el jardín de sus sueños fuera centro de referencia con relación a la conservación de la riqueza y biodiversidad de la vegetación mediterránea. Por ello, siempre se tuvo en cuenta la sostenibilidad y también se llevó a cabo un área de etnobotánica: la disciplina que estudia el rol esencial de los vegetales en las sociedades humanas”, añade. “Carl Faust, influido por la ética goethiana, deseaba dejar un legado útil al prójimo. Y nos regaló Marimurtra: un jardín soñado que recorre todos los rincones del mundo vegetal y nos muestra su infinita y rara belleza”, concluye Luengo.

Escalinata de Marimurtra

Imagen de una escalinata del jardín botánico de Blanes.