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Los caprichos que se han permitido los Estopa con lo que han ganado

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Los caprichos de Estopa a lo largo de su carrera
Los caprichos de Estopa a lo largo de su carrera RTVE

Estopa lleva 25 años en lo más alto del panorama musical español. A pesar de llenar escenarios, agotar entradas nada más sacar fechas de conciertos y tener más de 1 millón de álbumes vendidos, los hermanos Muñoz no trasmiten sensación de que lleven una vida llena de lujos o caprichos. Pero, ¿tienen alguna manía de estrella de rock? ¿Qué se han permitido a lo largo de los años? David y José se lo cuentan a Carlos del Amor en La Matemática del Espejo.

Los caprichos de Estopa

El dúo de Cornellá de Llobregat siempre ha llevado una vida de lo más normal. Los hermanos han asegurado que se sienten a gusto con pequeñas cosas: “No necesitamos grandes sacrificios”. Aunque de vez en cuando sí se dan sus caprichos: “Me he comprado una tele de 100 pulgadas (…) También tengo mis niñas: la Xbox, la Play y la Nintendo. Tengo todas y me siento ahí y mi hijo me dice: ‘Papá, déjame la consola’ y yo: ‘que no hijo que no te la dejo, que es mía’, cuenta David entre risas.”

José, por su parte, el último capricho que se ha dado es un sofá nuevo: “Le tocas un botoncito, se tira para atrás y te levanta los pies. ¡Unas siestas!”.

Más allá de eso, los Estopa no son personas que les guste aparentar. Siempre han tenido los pies en la tierra y así se lo demuestran a las personas que trabajan para ellos cada día. No tienen manías ni piden más de lo que creen justo.

David y José recuerdan los días que fueron camareros

Probablemente el hecho de tener la cabeza en su sitio viene heredado de los trabajos en los que los hermanos Muñoz estuvieron antes de convertirse en artistas. Además de trabajar en la fábrica de coches de la que suelen hablar en sus canciones, durante un tiempo José y David ayudaban a sus padres con el bar. Allí barrían, fregaban, cogían comandas y apilaban sillas: “No te daba tiempo a pensar: Qué duro, joder, que duro.”, confiesa David.

A José le parece que ese tiempo fue una escuela de la vida, que les ha ayudado a ser quienes son ahora. De hecho, entre risas, cree que todo el mundo debería pasar por este oficio: “Te da ese punto de saber tratar a la gente (…) yo creo que debería ser una asignatura obligada en los colegios.”