Ternura y delicadeza en 'La seducción', de Sara Torres
- La escritora asturiana Sara Torres presenta en 'Página Dos' su nueva novela, La seducción (Reservoir Books)
- La trama habla del poder de las imágenes en el deseo y de una atracción en la que se permite la vulnerabilidad
Sara Torres (Gijón, 1991) entró en la literatura por la puerta lustrosa de la poesía. Con La otra genealogía, Conjuros y Cantos, Phantasmagoria o El ritual del baño mostró su universo tranquilo, generoso y sensorial. Deseo de perro estaba dedicado a su compañera perruna Pan: «Y si un día no estoy para cuidar / seguirás bien / no importa te he enseñado / un solo truco / ni dar la pata ni sentarte / poder amar a otras / que no son yo.»
En ‘Página Dos’ Sara Torres presenta su nueva novela, La seducción (Reservoir Books). La historia tiene un aire de ensayo trenzado hábilmente con una trama de curiosidad y deseo. La escritora asturiana temía que su vida académica no tuviera una traslación en el mundo real, pero el público ha respondido a la profundidad y honestidad del texto con interés. Los lectores se reconocen en la ternura y nervios de los comienzos de una relación, en esa atracción coreográfica prudente.
Los lenguajes del deseo
En La seducción, una joven fotógrafa contacta con una escritora veinte años mayor que ella para tomarle unos retratos para su próxima novela. Tras intercambiar varios correos, la autora la invita a pasar unos días en su casa de la costa. Las primeras horas de convivencia son incómodas y torpes. La anfitriona se muestra distante, no quiere fotos. La llegada de una tercera mujer a la casa hará más compleja la situación.
“La seducción no es una batalla“
La novela comienza así: «La historia del deseo es fundamentalmente la historia del fracaso, todo lo que quise y no pudo ser, todas las veces que temblé en la distancia entre yo misma y aquello que amo.» En la ansiedad de esa espera, de las ganas de que el otro te elija, hay belleza, miedo y posibilidad. «La seducción no es una batalla», cuenta la escritora. «Lo tierno se infantiliza, no se considera sexy, pero remite a una sabiduría de saber amar bien.»