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Escenas de sexo en la literatura: seis escritores comparten su visión

  • Los escritores Cristina Fallarás, Care Santos, Rodrigo Fresán, Lucía Litjmaer, Gemma Solsona y Laura Fernández hablan de escribir y leer sobre sexo
  • La imaginación, la sugerencia y la elipsis son más poderosas que lo explícito, más probable de caer en el peligro del cliché

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Página Dos - Escenas eróticas en la literatura

Con ciertos escritores, el lector conoce el contexto y tiene claro a qué atenerse. Si se elige de la estantería un libro de Sade, Anaïs Nin, Henry Miller o Catherine Millet —o superventas contemporáneos como Cincuenta sombras de Grey— es más que probable que aparezca sexo. Pero a veces los mejores textos eróticos surgen en libros que no lo tienen como protagonista. ‘Página Dos’ ha preguntado a seis autores por su visión sobre el tema. 

Escribir sobre sexo

El tratamiento literario más natural sobre el sexo es el que lo retrata como una parte inseparable de la aburrida pero extraordinaria vida cotidiana. Una prosa precisa contribuye a entender mejor la naturaleza humana, más allá de contorsiones, detalles procaces o clichés más vistos que el tebeo. El mejor erotismo en la literatura describe experiencias emocionales del personaje que ayudan a comprenderlo mejor.

Marina Marroquí. Eso no es sexo

A la escritora barcelonesa Care Santos (Hacia la luz, El aire que respiras, Media vida, Seguiré tus pasos) no le incomoda en absoluto leer novelas con fragmentos de alto voltaje, «y me gusta escribir sobre ello, es divertido, pero admito que muy difícil». Por su parte, la periodista zaragozana Cristina Fallarás (A la puta calle, Posibilidad de un nido, Ahora contamos nosotras), cuenta que «el sexo en la literatura tiende a dar vergüenza ajena, pero si está bien narrado es lo máximo. Me gusta que un libro provoque sensaciones físicas»

En el sexo y en el terror, lo que imaginamos es más poderoso que lo que vemos descrito

El traductor y escritor argentino Rodrigo Fresán (La parte inventada, Melvill, El estilo de los elementos) confía en la elipsis, en sugerir más que mostrar. «Como siento que voy a defraudar si lo hago explícito», cuenta el autor, «prefiero reservarme para la vida real.» Así lo cree también la escritora barcelonesa Gemma Solsona: (Ars Moriendi, Blancogramas) «En el sexo y en el terror, lo que imaginamos es mucho más poderoso que lo que vemos descrito.»

La escritora Lucía Litjmaer (autora de Ofendiditos, Cauterio o el podcast Deforme Semanal) cuenta que se enfrenta a las escenas sobre sexo «del mismo modo que al resto del libro, sin una distinción especial». Laura Fernández (Terrassa, 1981) ha publicado novelas donde conviven el humor, el imaginario norteamericano y la cultura popular: Wendolin Kramer, Connerland o La señora Potter no es exactamente Santa Claus. «En mi caso, el uso de mayúsculas, sonidos u otros recursos visuales me divierten mucho.»