No, no son bebidas energéticas, son estimulantes
- Alteraciones del sueño, caries, náuseas o vómitos: son algunas de las consecuencias de estas bebidas
- La Asociación Española de Pediatría solicita prohibirlas a menores de 18 años
El 68% de los adolescentes en Europa consume bebidas estimulantes, mal llamadas “energéticas”, según datos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Estos son los mayores consumidores de este tipo de bebidas. Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) llevan tiempo pidiendo su prohibición en menores de 18 años, porque sus consecuencias para la salud son todas deletéreas, aunque no son todas conocidas.
“Tanto los niños como las familias tienen poca información sobre lo que supone consumir este tipo de bebidas estimulantes”, apunta la Dra. Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP. “La mayoría supera los 32 miligramos de cafeína por cada 100, eso son 80 miligramos por lata, la cafeína equivalente a tomarse dos cafés de golpe, algo que no daríamos nunca a un niño”, opina. “Algunas marcas, además”, como explica la pediatra, “añaden otras sustancias que también llevan cafeína, como el guaraná, y que no se tiene en cuenta en el cálculo de la cafeína que aportan”, lamenta.
No traen nada bueno
Las consecuencias para la salud del consumo de estas bebidas van desde las alteraciones del sueño y la excitabilidad hasta las caries, las náuseas, los vómitos o los problemas en el sistema cardiovascular: arritmias, taquicardias, hipertensión arterial... Pero, además, el consumo de estas bebidas con elevado dulzor favorece la preferencia alimentaria por este sabor y hace que las elecciones alimentarias se desplacen hacia “el deseo de consumir más azúcar”.
El informe ESTUDES pone en evidencia que existen factores protectores frente al consumo de este tipo de bebidas. “Se ha observado que la lectura de libros o tener algún hobbie como, tocar un instrumento musical, se asocian con un menor consumo de estas bebidas estimulantes”, ha explicado Leis.
Desde la AEP solicitan su regulación, como ya sucede en otros países como Polonia, Lituania o Letonia, o en comunidades autónomas como Galicia, donde ya existe un anteproyecto de ley para prohibir su venta a menores de edad.