Diversidad y relaciones alternativas: ¿cambia nuestro concepto del amor?
- Las generaciones jóvenes son cada vez más propensas a definirse desde marcos no tradicionales como la no monogamia
- Los nuevos modelos de pareja cuestionan la institución familiar y los roles que asume cada uno de sus miembros
La sociedad evoluciona constantemente, y el mundo que conocemos hoy es completamente distinto al de ayer y al que veremos en unos años. El ámbito educativo, laboral, tecnológico o político, entre muchos otros, son los grandes protagonistas de estos procesos de transformación constante, pero también hay algunos menos reconocidos, como el fenómeno detectado por los sociólogos en los últimos años: la revolución de amor.
Los procesos disruptivos también están generando un cambio de escenario en “cómo nos enamoramos, cómo establecemos nuestras relaciones de pareja”, apunta Luis Ayuso catedrático de sociología y subdirector CISA (UMA), en ‘El Cazador de Cerebros’. Acerca del futuro de las relaciones sexoafectivas, “lo biológico seguirá, ese sentimiento estará siempre ahí, pero lo que cambiará es el contexto y la forma en que lo interpretamos”.
No se trata de un cambio de comportamiento anecdótico, sino que implica la instauración de un nuevo modelo que “dará lugar a una diversidad muy amplia y a un contexto muy distinto del que nacimos y del que nacieron las generaciones anteriores”, describe el sociólogo. Este se traduce en la proliferación de patrones alternativos de pareja, como las no monogamias consensuadas o las distintas identidades sexuales, como la homosexualidad o la bisexualidad, o lo contrario, la soltería, todos en aumento en los últimos años.
Una mayor tolerancia social
Para Ayuso, el cambio también está en la percepción, "venimos de un modelo muy ritualizado socialmente y vamos a un proceso de una mayor diversidad, y lo novedoso es que tiene una alta tolerancia social. Este proceso de diversidad no crea grandes conflictos, sino que es asumido por la sociedad". Gracias a su acogida, se están desarrollando políticas enfocadas en garantizar y proteger sus derechos de la ciudadanía.
“Ahora encontramos el amor en la suma de dos individualidades“
En el análisis de los modelos relacionales cabe destacar un factor que está siendo clave en la revolución de las vivencias románticas y afectivas, el proceso de individualización de la sociedad. Las generaciones anteriores crecieron bajo la creencia de las relaciones para toda la vida, del amor personalizado en una media naranja inquebrantable y que sostiene la familia. Esta concepción, “propia de los años 30 y 40 es comunitaria, de los dos como uno solo. Se basa en el modelo de familia nuclear parsonsiana, en el que trabajaba el hombre fuera de casa y la mujer dentro de ella”.
Sin embargo, según el experto, “ahora encontramos el amor en la suma de dos individualidades, de dos yoes”. El nuevo modelo surge por la necesidad de “encontrar soluciones ante las nuevas demandas sociales”, que requieren adaptarse a unas condiciones distintas, en las que “trabajan los dos miembros de la pareja, cada uno tiene su tiempo, sus amigos y su dinero y deben gestionarlo de forma distinta. Es un amor individual”, concluye.
Nuevas dinámicas familiares
El modelo monógamo heterosexual ha sido históricamente la norma y la que ha marcado la hoja de ruta en cuestiones de gran índole como la estructuración de la sociedad, el prototipo de familia, la forma en la que se producen los emparejamientos y otras muchas cuestiones. La llegada de estos patrones alternativos supone, a menudo, plantear una revisión de los propios vínculos sexoafectivos, de los roles dentro del sistema familiar, el concepto de matrimonio o incluso la crianza.
En este sentido, aunque existen infinitos tipos de familia, igual que de relaciones sexoafectivas, en los últimos años ha aparecido una vertiente vinculada a esta concepción no monógama del amor. En Estados Unidos ya hay algunas comunidades familiares de tres personas con las mismas obligaciones y derechos sobre sus hijos. Se trata de un fenómeno reciente y en constante expansión, pero muy delimitado por una estructura social y cultural concreta.
“Somos muchísimo más abiertos, toleramos muchos comportamientos“
Sobre la posibilidad de que llegue a España, el catedrático destaca precisamente esta cuestión cultural como punto de inflexión respecto a la situación de Estados Unidos, “España es muy familiarista. La familia cumple funciones invisibles de apoyo”. De hecho, para Ayuso, “es la institución más valorada, independientemente de ideología y de todo, y en la forma de vivir nuestra privacidad, pese lo que cabría pensar, somos muchísimo más abiertos, toleramos muchos comportamientos”. El peso social que posee favorece la connivencia hacia las relaciones fuera de la monogamia o la heterosexualidad, “pero hay ciertas normas de la solidaridad familiar que siguen estando muy fuertes”, apunta.