Más allá de los transgénicos: tomates mutantes
- Las Nuevas Técnicas Genómicas (NTGs), como por ejemplo CRISPR, son capaces de mejorar cultivos sin necesidad de transgénesis
- Es posible que la Unión Europea dé luz verde al cultivo de algunos alimentos NTG en Europa
La introducción en el mercado de plantas y otros Organismos Modificados Genéticamente (OMGs) levantó una gran polémica en la década de los 90. Entre ellos, los llamados ‘transgénicos’ son el resultado de introducir genes de un organismo en otro. Por ejemplo, en California se pueden cultivar o adquirir tomates púrpuras con pigmentos antioxidantes procedentes de genes de flores. Aunque estos tomates fueron inicialmente desarrollados en el Reino Unido, la legislación de la UE prohíbe su cultivo y comercialización en nuestros suelos. Esto se debe, principalmente, a la oposición de grupos ecologistas y el recelo con el que la sociedad mira a estos alimentos.
Tras tres décadas de cultivo y consumo de OMGs en medio mundo, aún no se ha publicado ningún estudio que demuestre que causen daños directos a la salud o al medio ambiente. Sin embargo, la UE sigue aplicando un estricto principio de precaución que prohíbe su cultivo. La única excepción es una variedad de maíz resistente a una plaga llamada taladro, que dentro de Europa solo se planta en España y Portugal. Paradójicamente, sí se permite la importación de algodón, y de otros productos vegetales destinados casi exclusivamente a pienso animal.
Más allá de los transgénicos: Las Nuevas Técnicas Genómicas (NTGs)
En estos 30 años la ciencia ha dado pasos de gigante. Nuevas Técnicas Genómicas como CRISPR, que está revolucionando la medicina, permiten obtener variedades vegetales mejoradas mediante edición genética de precisión, sin necesidad de introducir genes de un organismo en otro. Es decir, los alimentos NTG son OMGs, pero no son transgénicos, ¡menudo trabalenguas! Tal y como se explica en el capítulo ‘La Invasión de las Plantas Mutantes’ de ‘El Escarabajo Verde’, es posible que la Unión Europea pronto dé luz verde al cultivo de algunos de estos productos en Europa.
La delgada línea que separa un alimento ‘natural’ de un OMG
Nada de lo que comemos es puramente natural. Las frutas y verduras que comían nuestros abuelos son el resultado de un intenso proceso de mutación, cruzamientos y selección artificial llamado Agricultura. No es más que la domesticación vegetal.
Poner genes de un organismo en otro tampoco lo hemos inventado nosotros: virus y bacterias lo hacen constantemente en la naturaleza. De hecho, nosotros mismos somos un mosaico de genes de distintos organismos. En definitiva, todos los seres vivos somos organismos modificados genéticamente, y nuestro ADN es el resultado de la acumulación de mutaciones espontáneas que nos hacen más fuertes, resistentes, inteligentes, o simplemente más atractivos para el sexo opuesto.
Verduras-medicina
Las posibilidades de la biotecnología aplicada a la mejora vegetal son infinitas, y pueden ser realmente beneficiosas para la sociedad si se aplican con ese objetivo. Los científicos aseguran que algunas de estas variedades de cultivo pueden ayudar a frenar el cambio climático, ya que necesitan menos agua e insumos al ser más resistentes a la acuciante sequía y enfermedades.
Grupos de investigación españoles también están trabajando en desarrollar frutas y verduras con más sabor y con propiedades beneficiosas para la salud. Entre los proyectos a destacar está el Tomafrán: tomate con genes de azafrán que no solo da sabor y color a la paella, sino que también aporta las propiedades medicinales de esta valiosa especia. El trigo sin gluten, con las mismas propiedades nutricionales y harino-panaderas que el trigo convencional, pero sin las gliadinas que producen intolerancia, es otro ejemplo que analiza ‘El Escarabajo Verde’.
También se están haciendo verduras con anticuerpos que pueden protegernos frente a enfermedades, como lo hace la leche materna en los bebés. La lista es interminable y, en el fondo, no es tan diferente de lo que ya se hace con bacterias transgénicas: minúsculas biofactorías con genes humanos que producen, por ejemplo, la insulina usada por diabéticos de todo el mundo.