Mujeres socorristas y en salvamento marítimo: las dificultades de trabajar en una profesión masculinizada
- 2023 fue un año con récord en rescates: Salvamento Marítimo rescató a 26.521 inmigrantes en 2023, un 37% más que en 2022
- Las socorristas no solo se enfrentan a malas condiciones infraestructurales y laborales, también a comentarios sexistas y falta de autoridad para los usuarios
- En Objetivo Igualdad, el domingo a las 14,30h en Canal 24 horas y después en RTVEplay
En las últimas semanas dos mujeres gestantes fueron atendidas en las costas canarias en uno de los rescates de pateras en el archipiélago. Estaban entre las más de 500 personas rescatadas en Arrecife. Este tipo de atención es cada vez más habitual para los trabajadores de Salvamento Marítimo. El volumen de rescates es tal (más de 26.000 inmigrantes rescatados el año pasado) que el personal ha denunciado semanas con guardias de 24 horas en este repunte migratorio. Mientras los rescatistas de mar ponen a punto sus embarcaciones, en las que escasean las mujeres, los socorristas se preparan para la temporada de verano. Es un trabajo que puede suponer jornadas de 10 horas seguidas bajo el sol, atendiendo a todo lo que pase en la playa: desde consultas de información hasta ahogamientos. ¿Cómo es el trabajo de las mujeres que se dedican al rescate en playa y alta mar?
Las vigilantes de la playa
En la isla de Gran Canaria, el socorrismo está presente de enero a diciembre. La temperatura media de 20 grados todo el año les da trabajo a los socorristas hasta en los meses de invierno. Es precisamente en octubre y noviembre cuando turistas extranjeros llenan las playas de la isla. La gran cantidad de usuarios y las fuertes corrientes marinas que posicionan los ahogamientos en la primera causa de muerte no intencional en el archipiélago canario, hacen que la de socorrista sea una figura de vital importancia para la protección de la ciudadanía en el entorno acuático. Sin embargo, los trabajadores denuncian la falta de buenas condiciones laborales y estructurales en la profesión.
Patricia Díaz, socorrista de Cruz Roja, nos cuenta desde la playa de San Agustín, al sur de la isla, que existe un problema que recuerdan cada día: la falta de personal. "Sería idóneo que todas las playas del municipio estuvieran cubiertas porque ahí es donde podemos dar una respuesta. Cuando no está el socorrista, se tarda mucho más en llegar". Y no llegar puede ser sinónimo de fallecimiento en algunos casos.
Durante el año 2023, los socorristas en la playa de las Canteras, en la capital de la isla, tuvieron 900 asistencias sanitarias y 400 rescates. Apenas cuentan con una plantilla de 9 personas en esa zona. "Sobre todo la temporada de finales de octubre-principios de noviembre, finales y principios de año, abril, son temporadas altas en las que la playa tiene una cantidad de usuarios equivalente a un pleno mes de agosto con 31 grados y los socorristas son un tercio de la plantilla que se usa en verano" denuncia Silvia Arroyo Ojeda, socorrista de esta playa tan concurrida.
La cantidad de denuncias por parte de los trabajadores puso en marcha un sindicato que lucha cada día por los derechos de estos socorristas. David Molina, portavoz de la Unión Sindical de Socorristas en Acción de Las Palmas de Gran Canarias, explica las condiciones a las que los 17 socorristas con contrato fijo y todos los que tienen contrato fijo discontinuo se enfrentan: "Las sillas de vigilancia son una estructura metálica en las cuales no tenemos ningún tipo de protección frente a los elementos climatológicos: el viento, el frio, el sol...".
¿Por qué se dedican a ello?
Tanto el socorrismo como el salvamento parten de la vocación. Para los que se dedican a ello es un impulso de ayudar a otras personas que se encuentran con problemas en el medio acuático. Rosa María Marín, primera oficial del buque de Salvamento Sar Mastelero lo cuenta: "Ver a esa gente que está esperando por ti, a que le salves o que le ayudes, a mí eso me reconforta". Se pasa la mitad del año en el guardamar que tiene Salvamento Marítimo en Motril: el Gienah. A pesar de su "vocación de servir y la mar", para ella, los inicios en la náutica no fueron fáciles. Le costó encontrar un lugar donde empezar a realizar sus primeras prácticas por el hecho de ser mujer. "Me tuve que recorrer el muelle de Santa Cruz entero", cuenta. A día de hoy es primera oficial de puentes en una organización tan importante como Salvamento Marítimo, que asistió a más de 40.000 personas en el mar el año pasado.
Pero Salvamento no solo tiene la parte de embarcación, también está el trabajo en los distintos centros de coordinación. La jefa del centro de Las Palmas es Sofía Hernández. Explica que hay una gran carga de trabajo por su cercanía en las costas africanas. En todo el archipiélago canario durante enero y febrero de 2024 se rescató a 11.932 personas en 191 cayucos, lo que significó un aumento respecto al año anterior. "Desde aquí coordinamos todas las emergencias que tienen que ver con cualquier circunstancia de peligro de la vida humana en el mar, asistencia a buques navegando, evacuaciones médicas y contaminación marina también", explica Hernández. Aunque no sea un trabajo en directo contacto con el mar "puede ser tan gratificante como duro", explica.
¿Existe paridad real?
Selene Morales se quedó en paro a raíz de la pandemia. Tras recibir una llamada del Servicio Canario de Empleo con una oferta, decidió cambiar su profesión y convertirse en socorrista de playa. "Siempre se han visto socorristas hombres o los que hacen el trabajo físico, el trabajo de esfuerzo", explica. En su formación había el mismo número de mujeres que de hombres. "Desde la empresa yo no he notado una diferenciación. Siempre he notado equidad, me han dado la oportunidad de entrar a trabajar sin ningún problema". Aunque esto se puede deber, según comentan sus compañeros, más a un convenio de paridad que a un aumento del interés de las mujeres por este sector o a una mayor facilidad de conciliar con su vida personal en el caso de que tengan una familia: "Lamentablemente no lo terminaron el mismo número de mujeres que de hombres", cuenta con tristeza Selene Morales.
“Al final resultó que sí, que era un mundo de hombres“
Esta es la situación de hoy, pero hace años, cuando Rosa María Marín realizó su formación en náutica las mujeres escaseaban. Conoce solo a una mujer dedicada a embarcación actualmente. "Al final resultó que sí, que era un mundo de hombres", cuenta recordando sus primeros años en la profesión. Marín ha visto durante estos años cómo compañeras en su misma situación han podido desarrollar su trabajo "a base de sacrificio, de estar allí, tener que dejar los niños y que su marido esté en casa. Y otras no han podido con eso, porque no tienen la posibilidad". El rescate es un sector en el que la conciliación profesional y personal es complicada. "Nadie se plantea poder seguir con nuestro trabajo a largo plazo porque no te da la posibilidad de independizarte, no te da la posibilidad de pagar un alquiler para ti o tu pareja", dice Silvia Arroyo. Lleva trabajando como socorrista desde 2019, pero el sueldo mínimo que percibe y el tipo de contrato no le permiten ahorrar.
Ser mujer y rescatista
"Que se formen bien y que vean esto como una posible solución para su futuro laboral", anima Selene Morales a aquellas mujeres de todas las edades que están indecisas. Aunque el aumento de las mujeres en estos puestos ha hecho disminuir en algunos casos el estigma, para otros muchos usuarios sigue siendo un "trabajo de hombres". Perciben que las mujeres no lo pueden realizar con eficacia. Como en otras profesiones en las que el trabajo se relaciona con la protección o la fuerza, ellas reciben comentarios sexistas: "He tenido que lidiar con acoso por parte de usuarios, que me siguen por las torretas a patrullas por la playa… insultos por parte de los usuarios ebrios como "puta, eres igual de puta que todas las mujeres", cuenta Silvia Arroyo. También describen que algunos usuarios no respetan su autoridad y no les hacen caso o rechazan que sea una mujer quien les rescate.
Las socorristas se enfrentan a burlas, cuestionamiento de su trabajo y falta de agradecimiento por parte de los usuarios: "Para que cuente el rescate necesitamos los datos personales y un montón de veces no quieren ni pararse a dar el nombre por vergüenza a que me vean a mí mojada al lado de él tomándole los datos", explica Silvia Arroyo.
Selene Morales describe la impotencia que siente cuando le da una advertencia a "una señora extranjera que está corriendo peligro y no te hace caso, se te ríe, intenta tratarte con simpatía, pero no te hace caso y a los dos minutos va un compañero tuyo, le da la advertencia y ella la acata". Una situación más que habitual para estas trabajadoras que las obliga muchas veces tomar un rumbo diferente dentro de la profesión.