Ilegal, inmoral o estilo Megamix: las prácticas (hoy) políticamente incorrectas de la salvaje industria musical de los 90
- Jornadas de 15 horas, presiones, publicidad morbosa y competencia desleal
- RTVE Play estrena Megamix Brutal, la serie documental sobre una de las etapas más salvajes de las discográficas españolas
Más de 40 kilos de amosal y otros tantos de tornillería habían colocado en el coche-bomba con el que ETA intentó acabar con José María Aznar en 1995, por entonces presidente del Partido Popular. No hubo víctimas mortales y tan solo resultaron heridas 16 personas, pero el suceso supuso un enorme impacto mediático. Todo el mundo hablaba de ello, era la noticia del momento. Solo unos meses después, en un perverso movimiento de "marketing morboso", la discográfica Max Music lanzó el disco recopilatorio "Bombazo Mix". En la portada, un imitador de Aznar con los cascos puestos anunciaba los "bombazos" musicales del álbum. Esto sería hoy impensable, pero... "eran otros tiempos".
Ese lema, "eran otros tiempos", es la frase que suelta Ricardo Campoy, fundador de Max Music, la discográfica que reventó el mercado de la industria musical de los 80 y 90 con los megamixes en España y que, junto a Miquel Degà, construyó un imperio a base de extorsiones, presiones a sus trabajadores, condiciones de trabajo más que cuestionables y absoluto desprecio por lo "políticamente correcto". Su historia y la de la invención del megamix, los discos recopilatorios con los que amasaron su fortuna, se cuenta en Megamix Brutal, la nueva serie documental de RTVE Play que ya puede verse al completo (y gratis) en la plataforma.
Ilegal, inmoral o estilo Megamix: Así funcionaban las cosas
El caso del Bombazo Mix no es el único de la industria y la sociedad española que se retrata en Megamix Brutal. Hay que entender que, a mediados de los 90, los medios de comunicación hablaban sin tapujos, para bien y para mal, de todo. Se usaban continuamente calificativos ofensivos, la programación reflejaba el machismo imperante y el humor, con Gila a la cabeza, traspasaba los límites de los que hoy consideraríamos "políticamente correcto". Esto era extrapolable al ámbito laboral, dónde apenas acababan de comenzar la conquista de derechos y, por supuesto, a la escena musical.
Cuando el fenómeno de los megamixes pegó el petardazo y la venta masiva de estos discos recopilatorios estalló, Max Mix buscó rentabilizar al máximo su éxito. Para ello no tenía escrúpulos en tener a sus disc-jockeys trabajando de Sol a Sol, con jornadas de más de 15 horas y un proceso de producción de discos tan agotador que terminaban por llevar sus colchones al estudio de grabación, donde hacía vida, prácticamente, las 24 horas.
Competencia desleal y desacato a la autoridad
Blanco y Negro fue la principal competencia de la discográfica Max Music. Ambos se copiaban mutuamente, conceptos, ideas o fusilaban sus recopilatorios sin despeinarse. Si Max Music sacaba Rambo Total, con un imitado de Rambo -usando como actor a Santiago Urrialde, en ese momento famoso por imitarlo en el programa Esta noche cruzamos el Mississipi-, al poco tiempo Blanco y Negro sacaba Rambo Mix con un imitador del imitador. "De tanto imitarnos y de tanto copiarnos los unos a los otros, empezó una dinámica judicial importante", cuenta Campoy.
Max Music siempre intentaba denunciar a Blanco y Negro, pidiendo medidas cautelares con cualquier excusa. Medidas que incluían la retirada de los discos del mercado y ellos contratacaban. "Era medio sabido que Felix Buget, director de Blanco y Negro, tenía sobornado a un Guardia Civil que era el primero en especializarse en derechos de propiedad", cuenta Campoy. Según como cuenta en la serie Megamix Brutal, un día, en las oficinas de Max Music reciben la visita del supuesto Guardia Civil al que Blanco y Negro tenía sobornado y en plantilla. "Vino a secuestrarnos un disco, me puse chulito con él y me detuvieron", confiesa Campoy.
Otras formas de copiar fórmulas
A principios de los 90, el sello Blanco y Negro presentó con éxito a un dúo que pretendía ser "los Depeche Mode españoles". "No había nada igual en España y nos decidimos a lanzarlo", cuenta en la docuserie Megamix Brutal, Felix Buget, director de Blanco y Negro. Se refería a OBK. El lanzamiento de su primer disco Llámalo sueño funcionó muy bien y fue un revulsivo para Max Music, que quiso probar con su propia fórmula. Así es como crean Vice Versa, un versión más comercial de OBK compuesto por dos hermanos de barrio sin experiencia en la música, con poso más pop y que reventaría la escena con Tu piel morena.
El tema, vendiendo 600.000 copias, se titulaba Ella, aunque nadie la conoce así. "A veces, se puede pensar que nuestro objetivo era copiar y mejorar, pero a veces éramos los primeros y creadores, una de cal y otra de arena, la cuestión era vender discos", defiende Ricardo Campoy, uno de los socios fundadores de Max Music y otro de los protagonista de la serie documental.
¿Eran legales las "covers"?
En la actualidad, la creación de esos megamixes con los que Max Music triunfó en la industria musical durante los años 80 y 90 son de dudosa legalidad. Se utilizaban los grandes éxitos del momento, canciones de aquí y de allá, cuyos derechos pertenecían a otros artistas y discográficas para crear las suyas propias.
Ensamblaban sonidos, trozos de película que tomaban sin tener los derechos... Para Blanco y Negro esto fue un problema inicial. De hecho, comenzaron a denunciarse los unos a los otros, pero al final estos emsambles poco éticos y legales terminó por ser la base del negocio de ambos.