Pintor, marica y libertaria. Así era Ocaña, el artista que hizo de la provocación una forma de vida
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"Soy pintor, marica y libertaria, aunque no me gustan las etiquetas". "Lo más importante es hacer el amor, follar, y luego pintar". "La vida entera es un teatro". "El travestismo es un arte visual". Con tan solo estas cuatro frases se puede hacer el retrato de La Ocaña, como a él le gustaba llamarse. Fue un artista libre que hizo de la provocación una forma de expresión, un arte. Han pasado más de 40 años de su muerte y su figura está más viva que nunca: se le celebra como artista, pero también como icono LGBTIQ+.
Resulta difícil describir al artista. Odiaba las etiquetas, pero usaba casi todas. Se puede decir que nació dos veces. La primera en Cantilla, Sevilla, en 1947, como José. La segunda, en Barcelona en 1971, como La Ocaña. "Me gustaban los hombres, aunque en mi pueblo era algo prohibido. Y me gustaba el teatro, hacer cosas frente al espejo", decía.
El documental que han dirigido Gemma Soriano y Pilar Granero repasa su vida, celebra su arte y pone en valor su legado, que va más allá de sus cuadros. Las imágenes de archivo y los testimonios de sus hermanos y amigos sirven para hacer un retrato fiel para conocer mejor a José Pérez y a La Ocaña.
Ocaña, el travestismo como forma de expresión
La película comienza con la canción La pared, de Bambino, y resulta perfecta para acercarse al artista, que tantas paredes derribó con su talento y creatividad. Hizo del travestismo un arte y una forma de vida, y también un reclamo para que la gente acudiera a ver sus cuadros. Pero no siempre le funcionaba, y se quejaba de que a la prensa solo le interesaba verlo vestido de mujer. "No me importa vestirme de tía o de mona para hacer lo que a mí me interesa. Yo no soy travesti, soy un payaso y soy pintor".
Con 24 años deja su pueblo para beberse una Barcelona que se le presenta bulliciosa, cosmopolita, abierta, libre. Tras la muerte de Franco, la ciudad se rebela en positivo, se abre y se vuelve un hervidero de contracultura en el que Ocaña crece (y se crece) en la marginalidad. Se rebeló contra la intelectualidad barata. Era un antisistema, "un payaso en el circo del arte". Y Barcelona era el escenario perfecto para serlo. Tan pronto se vestía con ropa de mujer como se desnudaba, siempre con el mismo objetivo. "Uno de mis mayores placeres es provocar. Soy pasoliniano, me fascinan los retretes", decía, lugares a los iba asiduamente para tener encuentros sexuales con hombres. "Mi sueño era encontrar heteros para ser seducidos".
La obra de Ocaña
En el documental se recogen las exposiciones que hizo, casi todas 'decoradas' con una performance que él mismo protagonizaba. En sus cuadros hay referencias a Chagall, Modigliani, Renoir, Matisse y Van Gogh. Los expertos que conocen su obra destacan su sentido político, aderezado con los tópicos de su Andalucía natal. Se expresó con la pintura, pero también fue un activista de los derechos de los marginados, los homosexuales y las prostitutas. Recibió aplausos del público y palizas de los policías municipales. "Le apalearon, era la Pasionaria de los mariquitas", dice Nazario Luque, artista de amplio registro y compañero de fatigas.
Además de exposiciones con sus cuadros y performances, Ocaña hizo cine, en total cinco películas. Entre ellas, Retrato intermitente, de Ventura Pons, seleccionada para el festival de Cannes, y Manderley, de Jesús Garay. En ambas vemos a artista entregado a su público, pero también a la persona que era en soledad. Una persona triste, depresiva, siempre necesitado de amor. Esa parte era la que prefería Marta Sentís, la fotógrafa que cede para el documental tanto su material como sus recuerdos personales vividos junto a Ocaña, un testimonio valioso y en momento emotivo. "Me motivaba más fuera del show, ese Ocaña reflexivo que me hablaba de sus ganas de ser padre, de tener un hijo, buscaba enamorarse", dice.
También le hablaba de la vida y de la muerte, que tuvo muy presente, rondando su cabeza e inspirando su obra. Esto se aprecia en el cuadro El velatorio de Ocaña, en el que se pinta muerto, vestido de monaguillo y tumbado en la cama, y vivo, velándose a sí mismo. Por eso a esta obra se la conoce como Premonición.
José Pérez Ocaña muere en 1983
En los últimos años había dejado a un lado la fiesta y el escándalo, se fue cansando del personaje, de dar la nota. Leía poesía, disfrutaba mirando los paisajes. Hasta se compró una casa y tuvo que pintar más para pagar la hipoteca. Se contagió de hepatitis y su obra se volvió más estridente y desgarradora. Murió con 36 años en su tierra, Sevilla. Sus últimas palabras fueron "Qué pena", dolorosa expresión para alguien que vendió tanta alegría.
Tras su muerte llegaron los homenajes y el reconocimiento. Carlos Cano compuso Romance a Ocaña, tema que versionó María Dolores Pradera. "Dedicado a José Ocaña, torbellino andaluz en las ramblas de Cataluña", escribió el artista granadino.
Romance a Ocaña
Era malvaloca loca de querer cerveza
la boca lo ojos café
Y que bonita pintaba la ilusión
y que bonita cantando en su balcón.
Regaba la rosa regaba el clavel
y entre copla y copia soñaba con él.
Era alegría de las Ramblas,
corazón armaba el taco. Era la revolución.
Virgen de peineta y de mantilla
pluma de abanico torbellino.
¡Ay! virgen como Carmen de lirio.
¡Ay! se fue se fue vestida de día.
¡Ay! se fue se fue vestida de sol.
¡Ay! se fue las malas lenguas decían.
¿Qué fuego la prendería?
¡El fuego del corazón!
RTVE Play celebra el Orgullo LGBTIAQ+
Este documental entra al catálogo de RTVE Play, que amplía cada día su oferta con películas, series y documentales. Esta semana, con motivo de las celebraciones del Orgullo LGBTIAQ+, ofrece títulos como Sobreviviré, de Albacete y Menkes, y Me siento extraña, la película erótica que rodaron Rocío Dúrcal y Bárbara Rey. Además, El reclamo, De chica en chica, Dating Amber... Para fanáticos del cine de Hollywood hay películas como A propósito de Henry y Django desencadenado.