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La dictadura de la felicidad en las redes sociales, en 'La noche temática': ¿Vivimos en una sociedad idealizada?

  • La salud mental en la era de las redes sociales, en La noche temática

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#Happy: la dictadura de la felicidad en las redes sociales
Una persona maneja un teléfono móvil RTVE

En plena era de internet, es complicado encontrar a alguien que no posea una cuenta en Facebook, Instagram, X (antiguo Twitter) o TikTok. Y más si hablamos de las nuevas generaciones. Ahora bien, ¿vivimos bajo la tiranía de la falsa felicidad? En las redes sociales, todo el mundo exhibe su vida en directo y puede juzgar la de los demás. Pero esa felicidad virtual solo es una ilusión, porque detrás de esas vidas perfectas hay víctimas ignoradas que sufren adicción, depresión y que incluso pueden llegar al suicidio. No te pierdas #Happy: la dictadura de la felicidad en las redes sociales, el nuevo documental de La noche temática.

La historia de Danny, uno de los protagonistas del documental, es uno de los múltiples ejemplos que existen respecto al impacto de las plataformas digitales en la adolescencia. Con 14 años decidió publicar su primer selfie en Facebook, pero el post no obtuvo demasiados likes. Este hecho le generó una necesidad desesperada por asegurarse la aprobación de su entorno, por lo que comenzó a reducir la ingesta de alimentos para "perfeccionar su imagen" y conseguir una pérdida de más de 10 kilos. A pesar del apoyo de sus padres, abandonó la escuela y llegó a pasar seis meses sin salir de casa, creyendo que era tan feo que la gente le tendría miedo. Desesperado, trató de suicidarse. Solo cuando dejó de usar las redes sociales pudo recuperarse lentamente.

"Las redes sociales amplifican la idea de una sociedad que busca profundamente la felicidad. Existe una especie casi de tiranía, de exhibición de ella. El hecho de gustar activa regiones cerebrales, en especial aquellas que están implicadas en el circuito cerebral de la recompensa, que es el que interviene en las adicciones. Se trata principalmente de neuronas dopaminérgicas, localizadas en una estructura bastante remota del cerebro. Cuanto más liberas, más efectos placenteros experimentas. Así que estar en las redes, saber que gustan nuestras imágenes o incluso que nos gustan las imágenes de los demás, activa los centros de placer, produce placer y así entendemos mejor por qué necesitamos volver a repetir este comportamiento", indica el psicoanalista Michael Störa.

"Vivimos en una sociedad que se ha idealizado terriblemente"

La historia de Danny no es la única. Marie, de 22 años y con cerca de 5.000 seguidores, tiene terror de decepcionarles. Dedica un día a la semana a perfeccionar la imagen de vivir la vida parisina perfecta y pasa horas maquillándose y haciéndose cientos de fotos para crear la imagen perfecta que publicará. Confiesa lo vulnerable que se siente y lo desesperada que está por gustar. Unos sufren por gustar y otros, como Andrea, sufren al comparar sus vidas con las supuestas perfectas vidas que se exhiben en las redes sociales. No son celos, sino envidia y decepción al ver que no puedes ser ese tipo de persona.

Para el psicoanalista Michaël Stora, “seguimos viviendo en una sociedad que se ha idealizado terriblemente. Y las redes sociales son sin duda una de las culpables. El gran problema es que, a fuerza de poner el listón de la felicidad demasiado alto, constantemente se nos juzga por no estar a la altura de esa felicidad. Y eso nos hace sufrir”.

"La filosofía propia de las redes sociales es la del ideal del éxito"

Para garantizar su popularidad y por lo tanto, alimentar su felicidad, al usuario le suele interesar idealizar su vida, aun cuando eso suponga exhibirla. En las redes sociales, cualquier momento banal puede convertirse en una forma de vivir: una pose en un banco se convierte en un momento de euforia; un pastel se convierte en una obra maestra y cada cual puede transformar su realidad según sus deseos y herramientas. Basta con el encuadre, filtro y el pie de foto correcto.

"La filosofía propia de las redes sociales es una cultura de un ideal de éxito", continúa explicando Stora. "Ahí nos encontramos que poco a poco estamos en una especie de guerra de clones en la que todos compiten a través de herramientas como el famoso me gusta, lo que hace que no estemos intentando compartir, sino más bien destacar. Y esa cultura de destacar lo que algunos han llamado la marca personal, al final hace que todos se conviertan en una marca cuya vocación verdadera es la de existir ante los ojos del otro. Eso es algo muy inquietante porque, en cierta manera, estamos en un espacio que nos empuja a ser amados por una imagen y no simplemente por lo que podemos pensar o producir".

Los mayores consumidores de las redes sociales son los adolescentes. Según el Observatorio Francés de las Drogas y las Adicciones, casi uno de cada dos reconoce pasar demasiado en línea y el 13% muestra síntomas de adicción. Y esa adicción a lo virtual puede conducir al sufrimiento, que es muy real. Los jóvenes son tanto más sensibles a este tipo de cosas cuanto más se encuentran en pleno proceso de formación de la identidad y, por lo tanto, de cuestionamiento", afirma Elsa Godart, psicoanalista y filósofa. "Es el momento en el que te descubres un poco a ti mismo, alejándote incluso de la mirada de tus padres. Esa es una fase de transición para una persona, porque además también estás formándote físicamente. Aún estamos inacabados y físicamente tampoco es el mejor periodo de nuestra vida. Así que es en ese momento en el que tienes que aprender a conocerte, aceptarte y a quererte.