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¿De qué forma nos afecta el ruido?

  • Pedro Bravo, periodista, habla de los efectos negativos que tiene el ruido en nuestra salud mental y física
  • Las urbes son el epicentro del ruido: ¿servirían de remedio las ciudades 15 minutos?

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El ruido sonoro y mental es un enemigo silencioso
El ruido sonoro y mental es un enemigo silencioso Draganab - iStock

El periodista Pedro Bravo escribió su libro ¡Silencio! Manifiesto contra el ruido, la inquietud y la prisa tras sentir que el ruido provocado por un modelo económico que "nos lleva con la lengua fuera" no le estaba haciendo bien ni a él, ni a ninguna sociedad del mundo. Pero, ¿qué entendemos por ruido?, ¿de qué manera afecta a nuestra salud?. En Íntimo y personal lo descubrimos.

¿Qué es el ruido?

No solo nos referimos al ruido sonoro, esto va mucho más allá. Pedro Bravo también habla del ruido mental, algo que nos hace distraernos de lo que verdaderamente importa: "Nos estamos apartando de nosotros en un proceso de individualización en el que pensamos que estamos más conectados que nunca, pero estamos más desconectados que nunca tanto unos de otros como con nosotros mismos".

Si a este ruido le sumamos la desigualdad existente en los factores existenciales relacionados con lo político, lo medioambiental y lo económico, se convierte en "un tremendo problema", señala el escritor.

Sus consecuencias en la salud

A parte de abstraernos del mundo y de afectar nuestro sistema auditivo, el ruido físico y mental produce en nosotros un estado de alerta permanente, o lo que es lo mismo, estrés. "Al no responder a una amenaza a la que tu cuerpo tenga que dar respuesta, acaba afectando a distintos órganos o sistemas como el inmunológico", explica Pedro Bravo.

El periodista señala que el problema no es que el estrés producido por el ruido conlleve problemas de salud, si no el desconocimiento de las personas sobre que esto nos puede llegar a enfermar: "No es solo que estemos inquietos, ansiosos o agitados y que eso derive en problemas de salud mental. Además, son problemas de salud física".

Al final acabamos en un estado de flojera y aturdimiento donde dejamos de estar presentes en el ahora y evitamos resolver los asuntos que nos competen tanto individualmente como colectivo.

Reaprender a atender a través del silencio

La atención que hemos perdido a causa del ruido podría recuperarse, según Pedro Bravo, a través del silencio, la quietud y la calma, entendiendo por silencio el escogido y no el obligado puesto que "el silencio obligado puede ser opresión en cualquier relación política, laboral o de pareja personal. El silencio impuesto es una forma de opresión al igual que lo es el ruido".

Para el periodista atender es una palabra muy importante porque nos ayuda a querer y a querernos: "Uno pone el foco en algo, en alguien, y por tanto lo cuida. Y uno cuida a algo o a alguien porque quiere seguir poniendo el foco en ese algo o alguien. Eso es el amor".

Bien es cierto que existen numerosos prejuicios respecto al silencio porque, como apunta el escritor, desde hace muchos años en las sociedades occidentales existe una especie de imposición de la extroversión y la cháchara. Sin embargo, si rechazamos el silencio escogido por encajar en una sociedad donde se premia a los extrovertidos, estamos dejando "muy poco espacio a nosotros mismos" y, por el contrario, estando "todo el rato en el afuera", dejando a un lado los beneficios que tiene este tipo de silencio.

Ciudad de los 15 minutos, ¿remedio o enfermedad?

Si en algo estamos de acuerdo es que las urbes son el epicentro del ruido y el caos. Con el propósito de hacerlas más humanas, en los últimos años se puesto sobre la mesa el concepto ciudad de los 15 minutos: un planeamiento urbanístico con el que se pretende que todos los ciudadanos, independientemente de la zona en la que residan, tengan la mayoría de servicios que cubran sus necesidades a menos de un cuarto de hora andando o en bicicleta.

París es una de las capitales donde se está implementando esta medida pero, ¿es remedio o más bien enfermedad?. Pedro Bravo opina que es una buena idea ya que con ello estaríamos reduciendo considerablemente la presencia de los coches y, consecuentemente, la del ruido. No obstante, "en esto y en muchas otras cosas soy pesimista porque me da la sensación de que es muy difícil", señala.

En algunas ciudades como Madrid con las zonas de bajas emisiones o Barcelona con las supermanzanas se ha conseguido reducir el uso del coche pero estas medidas han conllevado a un encarecimiento de la vivienda. Por lo que considera que "el tema de la ciudad es muy complejo y requiere pensamientos importantes, complejos y debatidos en común, que es justo lo que no estamos haciendo".