10 años sin Pertegaz, el hombre que vistió a los cisnes y se negó a sentarse en el trono de Dior
- El genio de la aguja murió en 2014, consagrado y reconocido por sus compañeros
- Ya puedes ver el documental sobre Manuel Pertegaz que hizo Imprescindibles
Han pasado diez años de su muerte y su nombre, escrito en letras de oro, no ha perdido brillo. Tampoco su legado, revisado, reinterpretado, homenajeado y copiado por modistas y diseñadores que siguen teniendo a Pertegaz como un referente. Fue un autodidacta, un hombre pequeño de estatura pero grande en talento y carácter. "Para trabajar en la moda hay que ser constante, es una profesión muy dura y apasionante que exige la fuerza de un gigante", decía. Él la tuvo, para perseguir sus sueños e, incluso, superarlos. Sin dejar España, desde su atelier de Barcelona, llegó a conquistar EE.UU., llevando sus creaciones a la Quinta Avenida de la Gran Manzana. En 1954, cuando tenía tan solo 36 años y ya le hacían pedidos los almacenes de moda más importantes, le solicitaban los mejores fotógrafos y le concedieron el Oscar de la Moda, que otorgaba la Universidad de Harvard. En 1960 hizo presentó la colección Victoria en el Pabellón Español de la Exposición Universal de Nueva York y algunos de sus vestidos rondaban los 800 dólares. París también se rindió a su talento y tuvo el aplauso de sus camaradas. Tras la muerte de Chistian Dior, le ofrecieron llevar las riendas de la casa, pero dijo que no y el puesto se lo dieron a un jovencito Yves Saint Laurent. ¿Qué hubiera sido de su vida si hubiera aceptado la oferta? ¿Hubiese llegado más alto que Cristóbal Balenciaga?
Busca una mujer esbelta y elegante.
El ideal Pertegaz es Audrey Hepburn.
Sus diseños son fáciles de reconocer por su costura exquisita.
"Ese clasicismo que no pasa de moda
y esa modernidad atemporal.
Hoy hablamos mucho del ojo silencioso,
pero él ya en su momento hablaba del lujo disimulado".
Arriesga pero sabe adaptarse.
Entre su diversa cartera de clientas,
Ava Gardner, Jackie Kennedy;
suyo es el mono de Salomé
o el vestido de novia de Carmen Sevilla.
Mira con atención a la moda francesa,
Balenciaga, Dior, Cardin
y, al cine americano con un objetivo.
"Esa perfección que es imposible pero rozarla".
El camino comienza con 12 años.
A los 24 abre su primera tienda
y, es el primer español en vender en la Quinta Avenida.
"Que mejor supo ver,
Pertegaz escucha a la calle y, no es ajeno a los cambios.
"Que mejor supo ver,
en un momento bastante temprano de ese final de la alta costura,
que en realidad había una nueva forma de vestirse,
más juvenil y que está vinculada al pret a porter".
"Baleanciga no quiso o no supo hacerlo pero él sí.
Hacía unas colecciones de costura y, en medio la colección boutique".
En su legado, su rompedora propuesta para las azafatas de Iberia,
hoy en el Museo del Traje;
o el vestido de novia de la reina Letizia,
su último gran encargo.
"¡Vaya novia, vaya novia"!
Sin director creativo desde hace meses,
la marca de uno de los grandes maestros de la alta costura
permanece.
Un genio de la costura
Manuel Pertegaz nació en Olba, Teruel, en 1918 y la pasión por la costura llegó a su vida siendo todavía un niño. La familia veraneaba en San Sebastián, la ciudad más chic del momento, a la que llegaban las creaciones de Worth, Paquin y Chanel que iban destinadas a una clienta refinada y sofisticada. Con 12 años, instalado en Barcelona, entra a trabajar como aprendiz en un taller y se forma a conciencia, aprendiendo todo el proceso de patronaje, confección y costura. Su gran estreno fue en 1941, ese año empieza a labrarse su leyenda: abre taller en Madrid, arrasa en Estados Unidos y París, y viste a mujeres como Ava Gardner, Audrey Hepburn, Aline Griffith (a pesar de que era fiel a Elio Berhanyer), Grace Kelly, Carmen Sevilla y la reina Sofía de España.
A la sombra de Balenciaga
Trabajó hasta que las fuerzas se lo permitieron y deja un importante legado que hilvana siete décadas. Repasar su trabajo es repasar la historia de la moda, desde la Edad de Oro de la costura hasta el siglo XXI. Pertegaz era más joven que Balenciaga y quiso aceptar, e incluso anticipar, los cambios que la moda necesitaba para ir en consonancia con la nueva sociedad. Supo escuchar a las clientas y conocer sus nuevas necesidades, y decidió hacer una colección de prêt-à-porter al año, la colección Boutique, entre las dos de costura. "El prêt-á-porter será moda si lo hacen los artistas, y creadores, pero no lo será si está en manos de los horteras", sentenció.
Los años 70 no fueron amables con él e irrumpieron nuevos diseñadores que eclipsaron el trabajo artesanal: la costura de los salones quedó ensombrecida por la ropa 'fácil' que llenaba las pasarelas. Cerró el taller de Madrid, y durante años amplió su nombre a la perfumería, la ropa de hogar y la moda masculina. Hacienda fue su peor pesadilla, pero el rojo no le asustó y siguió adelante. En 2004 volvió a ser noticia. El Museo Reina Sofía le dedicó una exposición retrospectiva y le llegó el encargo más importante de su vida.
Pertegaz y el vestido de novia de Letizia Ortiz
Hacer el vestido de novia de Letizia Ortiz fue su consagración, y el broche de platino a una carrera de oro. Tuvo el reconocimiento institucional y el de sus compañeros. Hizo un trabajo soberbio, pero lo más importante es que fue humilde. El maestro hizo un Pertegaz para pasar a la historia, hizo lo que se le pidió: el vestido de novia de la futura reina de España.
Hoy su legado se estudia y analiza, se disecciona para aprender. Sus vestidos negros resultan absolutamente modernos, los más clásicos se mantienen jóvenes y atractivos. No le tuvo miedo a los escotes profundos, a las transparencias, a los volúmenes, a lo 'mini'. Supo contener la sofisticación y supo atrapar el movimiento que provocaban sus flecos y plumas. Fue creativo en los detalles, cambiando botones por lazos y cinturones por fajines, y nunca se repitió. Hoy se habla mucho del lujo silencioso, cuando Pertegaz hablaba de su lujo "disimulado".
"¿Qué queda de Pertegaz?", me preguntan. Queda el eco de esa elegancia eterna que vemos atrapada en un pliegue o un volante perfecto. Queda el sonido de los flecos de Salomé y queda la huella que dejaron sus cisnes, como llamaba a sus modelos, esbeltos y perfectos. Pero sobre todo queda el brillo de su nombre, que ni el pasado más reciente de la firma ha logrado desgastar.
Manuel Pertegaz sigue siendo un modelo a seguir por los jóvenes diseñadores que hacen costura. Recibió el Premio Nacional de Diseño de Moda, el mismo que recientemente han otorgado a creadores como Teresa Helbig y Palomo Spain, herederos de su magia, de su arte, de su 'colosal' costura