Maruja Torres celebra la vida en su nuevo libro
- 'Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo' es el testamento vital de Maruja Torres
- "Sin periodismo seríamos mucho peores"
Un texto que se titula Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo está destinado a triunfar. La gran Maruja Torres visita Las tardes de RNE para presentar su nuevo, que no último, libro.
Maruja Torres se crio en el barrio chino de Barcelona en el seno de una familia humilde. Un padre maltratador y una madre víctima y castradora hicieron que se refugiara en el cine de barrio. Sin embargo, su naturaleza gamberra acabó convirtiéndola en una periodista tenaz y una profesional de la escritura. Gracias a esa búsqueda de aventura e historias encontró al amor de su vida, el reporterismo.
Una vida dedicada a las letras, al periodismo y a las historias como la que nos trae hoy. El nuevo libro de Maruja es un libro que no va sobre la muerte sino que trata de celebrar la vida. Sobre si es su último libro, lo deja claro: "el último nunca se puede decir porque igual hay otra oferta".
Menos hablar de muerte y más hablar de vida
Maruja deja claro que su objetivo es celebrar la vida aunque este libro "es mi última voluntad porque empieza con instrucciones previas y termina con el testamento vital".
En el libro hay un capítulo llamado "La vejez es un campo de batalla" y como todos sabemos, en toda batalla hay un vencedor. "Obviamente gana la muerte, pero si lo piensas bien, también gana la vida", explica la ganadora del premio Planeta en el año 2000.
La muerte es el final y es el destino que a todos nos espera, eso sí, tenemos el derecho a enfrentar esa realidad como nos dé la gana. La escritora, por ejemplo, nos confiesa que no quiere funerales ni nada que se le parezca y confiesa que todo lo que hay después de cumplir los 80 años "es propina".
Maruja diferencia bien entre muerte y agonía y se presenta como fiel defensora del suicido asistido: "Estés enfermo o no. Tú decides si ya tuviste bastante. Y tendría que haber un suicidario y además, alegre, que pudiera saludarte, despedirte y ver el trozo de película que te apeteciera. Eso sería la perfección, eso sí que sería ganar a la muerte".
Historia viva del periodismo español
Si Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo es la mitad de interesante que la vida de Maruja, estamos ante un libro de lectura obligatoria. Y es que la escritora catalana ha sido reportera de guerra, periodista cultural, novelista y opinadora, entre otras cosas.
Un premio Planeta y un premio Nadal, entre otros, avalan el talento de su figura literaria pero ella es mucho más. También ha obtenido numerosos premios en el ámbito del periodismo y en él, encontró lo que más feliz la ha hecho: "Buscar la historia y encontrarla". También nos confiesa que desarrollar la historia tiene su encanto pero nada como ese "chispazo" al encontrarla y saber que es tuya.
Para buscar y encontrar tanta historias hace falta ese olfato periodístico que, en el caso de Maruja, sigue igual de atento que cuando pisó por primera vez una redacción. Su primera andadura fue en La prensa un periódico "del régimen" y recuerda que aquella redacción era excepcional: "había compañeros, hombres del movimiento, que a lo mejor alguno le faltaba un brazo y llevaba una condecoración por haber luchado en la Santa Cruzada. Pero la idea de la mujer como periodista no estaba asumida".
Cree que el amor de su vida es el periodismo y el reporterismo pero nos cuenta que no cree que mantenga ese poder transformador que algún día tuvo. Aún así, nos deja una reflexión interesante: "Sin periodismo seríamos mucho peores, creo que es imprescindible". Como buena reportera de guerra que es, Maruja pone el foco en conflictos políticos como los actuales de Ucrania y Gaza para darnos cuenta de las cosas que hace el ser humano con periodismo para intentar imaginar lo que haría si no existiera.
Una vida luchando por la libertad
Empezó a pelear por respeto y libertad con su familia aunque cuenta que su padre nunca la respetó. Su madre adoptó el papel de víctima, porque lo era, y "tenía la mano suelta" hasta un día concreto. «Me riñó por llegar tarde: "¿qué van a decir los vecinos?" ¡Y Plaf! Entonces le dije: "Trabajo como un hombre, respétame como a un hombre"», narra la periodista.
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Maruja ha tenido que ir rompiendo techos de cristal y consiguiendo su libertad "poco a poco y a empujones". Claro está que poco tiene que ver con la mujer que es hoy en día tan segura de sí misma y de lo que hace. Aunque nos confiesa que todo eso es fruto de su personalidad: "Se ha construido con los años, sobre todo cuando he dejado de tener sentido de culpa. Pero yo era atrevida, era osada, era tremendamente tímida y justo por eso me sirvió de la osadía".