Así se grabó el gran baile de 'Valle Salvaje': una noche, dos palacios y 100 figurantes
- Te colamos en el rodaje del primer capítulo de Valle Salvaje y ¡te enseñamos a bailar!
- En qué época se ambienta esta serie diaria y cómo era ese siglo tan distinto al nuestro
El primer episodio de Valle Salvaje nos ha dejado sin respiración. La nueva serie diaria de La 1 destaca por su factura técnica, repleta de secuencias rodadas en exteriores y con mucha figuración que requieren todo un despliegue de vestuario, de arte… y, en el caso del gran baile de corte en el que se produce el flechazo entre Adriana y Rafael, también de una coreografía y una dirección bien medidas. ¿Quieres ver cómo se rodó el de Valle Salvaje? ¡Aquí lo tienes!
La serie está ambientada en el siglo XVIII, una época donde las danzas elegantes de moda en toda Europa (sobre todo el minué, popularizado en la corte de Luis XIV) aún gozaban de gran importancia entre las clases elevadas. “El hecho de estar invitado a una danza de palacio ya de por sí te daba un gran peso social, una importancia en un sistema de jerarquías muy marcadas”, explica Nazareth Troya, coreógrafa, bailarina y actriz que se encargó de montar el sofisticado baile que se nos ha quedado grabado en la retina.
Pero que no es tan difícil de ejecutar. De hecho, lo puedes probar en casa: Rocío Suárez de Puga, la actriz que interpreta a Adriana, nos enseñó algunos pasos durante los ensayos.
¿Ya te los sabes? ¡Pues seguimos!
Miguel Conde, director de Valle Salvaje y de este episodio, habla de lo sencillo que fue trabajar con Nazareth en la planificación de esta secuencia: “Después de hablar en detalle del tema, tardó 20 segundos en decirme: ¡Lo tengo! Aunque suene un poco raro, no encontramos ninguna dificultad”.
Dos palacios, decenas de figurantes y mucho protocolo
Filmado en los interiores del Palacio Real de la Granja San Ildefonso (Segovia) y en la fachada del Palacio Real de Aranjuez, el baile contó con casi un centenar de figurantes, veinticinco de los cuales participaron en la coreografía. “No queríamos recrear un ballet de corte, aunque también existían en esa época, sino crear un baile natural, espontáneo. Por eso trabajé con figuración, no con bailarines: eso le daba la esencia, el punto de cotidianidad”, explica Nazareth.
“Yo quería que viésemos a la gente bailar todo el rato, incluso en los momentos de diálogo. Colocamos a las actrices, Rocío Suárez de Puga y Raquel Salamanca, delante de un espejo, para dar amplitud al espacio y seguir viendo a los chicos bailando”, cuenta Miguel Conde.
Lo más complicado, según el director, fue encontrar un espacio lo suficientemente grande como para ensayar con todos los actores y figurantes. Por su parte, Nazareth encuentra que su experiencia como actriz le ayuda a adaptar el baile a las condiciones de un rodaje, y también a explicar a los jóvenes lo que tienen que hacer.
“A la hora de trabajar con figuración, siempre hago una especie de radiografía corporal para saber qué cosas puedo explotar y potenciar de cada cuerpo para plasmar un carácter diferente en cada uno. Aunque sea una danza, no quiero que todos sean iguales, estáticos, sino que impriman el carácter de su personaje”, dice la coreógrafa.
Cuando un gesto vale más que mil palabras
Además de ser un espectáculo para los sentidos, el baile cumple con una función narrativa crucial: es el entorno en el que nuestros protagonistas, Adriana y Rafael, cruzan miradas por primera vez, y caen prendados el uno del otro sin tan siquiera saber, aún, cuáles son sus nombres.
La postura y la gestualidad, que es fundamental en la seducción, es un elemento fundamental para imprimir estos bailes de carácter histórico. “Los siglos XVII y XVIII son épocas en las que todo lo corporal es muy importante, porque estaban limitados a la hora de hablar y se expresaban a través del cuerpo. La postura te confería aceptación, estatus…”, explica Nazareth.
Cuando hablamos con los actores de Valle Salvaje y les preguntamos qué es lo más complicado de grabar esta serie, muchos repiten la misma respuesta: la postura. “Cuando trabajo con los actores en el curso de protocolo y movimiento corporal que impartimos, siempre les digo que es como si estuvieran atravesando agua: son movimientos muy cuidados, de una belleza absoluta”, dice la coreógrafa.
Imaginar una danza para la pantalla
Es probable que, al observar a los personajes en pantalla, el escenario social y la actitud corporal te recuerden a películas tan míticas como Orgullo y prejuicio (Joe Wright, 2005) o María Antonieta (Sofía Coppola, 2006), o incluso a la serie Los Bridgerton. Pero este baile se imaginó desde cero y sin tomar referencias muy concretas, utilizando las figuras coreográficas y pensando en el lienzo del plano final.
“Lo cogí con tantas ganas que no quise copiar nada: me mandaron la música y en base a eso me empezaron a salir un montón de ideas. Quería que fuera algo muy especial. Miguel Conde, el director, me explicó que teníamos dos salas y queríamos darles mucho movimiento, hacer algo que no se hubiera hecho en otro lado”, explica Nazareth.
Para diseñar un baile que va a ser filmado, hay que respetar el movimiento de las cámaras, las grúas y el resto de cuestiones técnicas que aparecen al rodar una ficción. “No es igual trabajar en un escenario, que tienes vía libre, que en un rodaje donde estás más limitada por el tiempo, por los tiros de cámara… en un escenario todo es mucho más grande, pero en cámara hay que reducir los pasos y amoldarte, porque demasiado volumen puede resultar excesivo”, explica.
En este tipo de rodaje, explica Miguel Conde, lo importante es prever que, además de a los bailarines, tienes que encajar al equipo en el mismo espacio: “Utilizamos una grúa que atravesaba las dos salas, apoyándonos también con la steadicam. Contamos desde el primer momento con dejar un hueco para entrar con todo y, de ese modo, lo que podía haber sido muy complejo al final no lo fue”.
Un rodaje nocturno con una energía muy especial
El baile se rodó en las impresionantes localizaciones, ocupadas durante el día por su actividad habitual, en una noche en la que se fraguó una energía muy especial. De esto se encargaron el productor ejecutivo Josep Císter Rubio, el director Miguel Conde y la coreógrafa Nazareth Troya: “Siempre les cuento que estamos en una fiesta, les animo, para que recuerden la importancia del evento y que eso también se vea en pantalla. Salí contentísima porque los chicos fueron muy currantes, lo hicieron superbien y estuvieron ahí dando el callo durante horas”.
Al final, los encargados de llevarlo a cabo se lo pasaron genial: “Una vez estaba todo preparado y en marcha, fue llegar y disfrutar”, dice Conde.
¡No te pierdas Valle Salvaje todas las tardes a las 18:30h en La 1!