La Moderna: así es el triángulo de odio y poder de los protagonistas
- Emiliano y Maruja se casaron por conveniencia
- Él tiene todo tipo de escarceos con mujeres
- Conoce a los nuevos protagonistas de La Moderna
Los nuevos personajes de La Moderna han llegado para revolucionar las galerías. El matrimonio formado por Emiliano y Maruja Pedraza no es tan idílico como todos creen. De puertas para afuera todos son elogios y admiración, pero no es más que una fachada para tapar un matrimonio de conveniencia. La infelicidad de Maruja es más que evidente y los desplantes de Emiliano son múltiples y de diversas formas, para ello Pepita también es fundamental, pero mejor os contamos todos los detalles de este nuevo triángulo de poder.
Emiliano y Maruja, un buen matrimonio para sociedad
Gracias al matrimonio Villanueva conocemos el pasado de Emiliano y Maruja. Don Fermín se lo cuenta a su esposa, Lázara, cuando esta le confiesa que siente que su nueva amiga no es muy feliz en su matrimonio. Un joven Emiliano volvió del internado en el que conoció a don Fermín y se encontró con una empresa familiar en la ruina. Para salvar a la familia del desastre, el padre de Emiliano decidió que su hijo debía casarse con la hija de una familia muy rica. Así fue como apareció Maruja en la vida de Emiliano.
Los dos se casaron y tuvieron dos maravillosos hijos, Paula e Iván, pero por desgracia, ninguno de los dos representa el puro orgullo de su padre. Emiliano sabe que Iván es un holgazán y Paula, aunque tiene mucho talento para los negocios, siempre ha elegido un camino muy diferente al de su padre. Primero estudió una ingeniería y ahora ha abierto una tienda de ropa para democratizar la moda. Aunque Paula sí le genera cierto orgullo, lo cierto es que también está muy enfadado con ella por no haber elegido dedicarse a la empresa familiar. Sea como fuere, para Emiliano, el problema de sus hijos lo ha causado Maruja.
El primer día que vimos a esta pareja ya pudimos observar las diferencias que había entre ellos y el mal trato que Emiliano le daba a su esposa. “Me tienen un poco harto tus hijos”, le dijo Emiliano a Maruja cuando ella le preguntó si estaba algo enfadado. “Paula se ha metido en un negocio suicida y absurdo, y qué pasa con Iván, porque lo único que se le da bien es abrillantar la barra de los bares”, le reprochó el cabeza de familia. “No seas tan injusto, se está adaptando a la nueva vida”, le ha respondido Maruja.
Sin embargo, Emiliano ha vuelto al ataque. “Adaptándose a mis narices. Quizás si les hubieses educado mejor, con más mano dura, no habrían salido así. Dos versos libres expertos en complicarnos la vida”, le ha dicho Emiliano a su esposa. “Te tengo a mantel puesto con toda la vajilla. Te tengo como una reina que puede dedicarse más a sus actos de caridad que a su casa y sus hijos. Para beneficencia lo que he hecho yo contigo…”, ha terminado diciéndole a su Maruja, que se ha marchado visiblemente dolida por los dañinos comentarios de su esposa.
Las infidelidades de Emiliano
Maruja es consciente de que Emiliano nunca le ha sido fiel. Es más, conoce a la perfección la relación que mantiene con Pepita, la criada de la familia, que incluso tiene unos aposentos en la casa principal para que Emiliano pueda visitarla siempre que desee, pero no es solo eso lo que le preocupa. Su marido se relaciona con mujeres de todo tipo, y precisamente una antigua amante visitará en los próximos días la casa de ambos para participar en la subasta que Pepita está preparando para conseguir fondos para su organización benéfica.
La señora de la casa ha querido pedirle a su marido que, por favor, se mantenga alejado de esta mujer, pero la respuesta de Emiliano ha vuelto a demostrar la persona tan odiosa que es. “Es posible que asista Elena Cavallieri, la sobrina del embajador italiano y te ruego que esta vez respetes esta casa, nuestro matrimonio y a tus hijos y amigos que también estarán presentes”, le ha dicho Maruja a su esposo. “¿Me estás pidiendo que la evite? Maruja, me gusta rodearme de gente interesante y Elena lo es. ¿No me irás a montar una escena de celos?”, le ha respondido Emiliano. “No, solo te estoy pidiendo que mantengas cierta distancia durante la recepción y la subasta, pero antes y después podrás seguir haciendo lo que quieras como siempre”, le ha pedido Maruja. “Tomo nota, pero no te prometo nada”, ha terminado diciendo Emiliano.
Los dos han acabado discutiendo sobre si Maruja debía haber invitado o no a Elena, pero después Maruja ha pasado a reprochar que Emiliano no se controle y busque más que sus encuentros con Pepita. “¿Es que no tienes suficiente con Pepita? ¿Ya no te basta ella?”, le ha preguntado Maruja. “La verdad, no”, ha respondido Emiliano. Maruja ha querido dejarle claro que su descaro sobrepasaba ciertos límites con esa respuesta.
Los dos han hablado de la presencia de Pepita en la casa y de cómo eso falta al respeto a su matrimonio y a sus hijos. Sin embargo, Maruja también ha reconocido que Pepita es una víctima más de los deseos de Emiliano. “No voy a faltarle, porque ella también es una víctima. Pero su presencia aquí en esta casa sirviendo a tu familia es un insulto permanente para las dos”, le ha reprochado a su marido.
“Vamos a ver Maruja, yo he cumplido con mi parte. Nadie se ha enterado de lo nuestro, ni Iván ni Paula ni Rodrigo”, ha respondido el dueño de Hilados Pedraza. Maruja ha reconocido que ha cumplido con su parte del trato, pero no por ella, sino por su propio interés. El matrimonio ha mostrado una vez más que se conocen demasiado bien y que no tienen secretos entre ellos. Maruja conoce todos los trapos sucios de su marido, pero no tiene otra alternativa que aguantar, al igual que Pepita.
Pepita, otra víctima de Emiliano
La criada de la familia Pedraza ha demostrado ser otra víctima de Emiliano. Aunque se conocieron siendo jóvenes y su amor fue correspondido en un inicio, su relación acabó convirtiéndose en una relación de poder. Emiliano dispone de la compañía de Pepita sin poder oponer resistencia. Ella sabe que “es un desahogo” para su patrón y que lejos quedaron los momentos de cariño y pasión entre ellos.
“Emiliano, ¿puedo pedirte un favor?”, le ha preguntado Pepita. “De acuerdo que vengas sin demorarte apenas tu esposa se ha retirado, pero lo que sí me va a costar una enfermedad es que te quedes a dormir. Esto no es de buenos cristianos”, le ha insistido. “Buenos cristianos”, ha dicho Emiliano riéndose del discurso de Pepita. “A estas alturas en el infierno ya tienen preparado una parcelita para ti y para mí”, le ha dicho a su criada para después explicarle los cambios y reformas que ha hecho en su casa para poder disponer de ella siempre que quisiera sin que nadie se entere.
“Hace más de veinte años que somos amantes, ¿no deberías haberte acostumbrado ya?”, le ha dicho Emiliano. “Los amantes se dan cariño, tienen ilusión… Yo sé que solo soy un desahogo y no me quejo, solo digo que después de aliviarte podrías irte a tu habitación”, ha insistido Pepita. Emiliano ha aprovechado para recordarle todo lo que ha hecho por ella y por su hijo, Rodrigo, lo que ha bastado para que Pepita de marcha atrás y diga que todo ha sido un malentendido y que aún debe acostumbrarse a la nueva ciudad.
Pepita sufre como Maruja la esclavitud de servir a Emiliano, por miedo, por perderlo todo si alguna de las dos se enfrenta a él. Tanto la esposa como la amante saben que el cabeza de familia de los Pedraza no quiere a nadie más que a sí mismo, y eso es lo que no deben olvidar. Si no quieren presentar batalla, tendrán que seguir penando aunque nos pese.