¿Cómo detectar conductas conflictivas en niños y adolescentes?
- ¿Dónde está la línea entre "lo normal" y "lo patológico"?
- ¿Qué significa el malestar en las conductas conflictivas?
La infancia no genera la misma percepción que la adolescencia pero también puede ser una etapa complicada. En Mente abierta dedicamos este espacio a los niños y jóvenes conflictivos pero diferenciando entre la rebeldía propia de cada edad y las actitudes violentas.
María Torres elige a Elisa Fontecha, psicóloga forense titular del Ministerio de Justicia en la fiscalía de menores, como compañera de viaje en este trayecto por el comportamiento de los más pequeños y de los que ya no lo son tanto. "Detrás de cada conflicto, hay una historia. Y detrás de cada historia, suponemos y esperamos que una oportunidad de cambiar", explica María.
¿Dónde está la línea entre "lo normal" y "lo patológico"?
Es muy común escuchar algo como "son cosas de niños" o "es producto de la edad" pero, ¿es realmente así?
Elisa define los comportamientos como "transgresiones de límites o de normas de los diferentes contextos", es decir, es cuando un niño o un adolescente no respeta las reglas y límites que su entorno impone, ya sean en casa o en cualquier otro lugar.
Elisa, que también ejerce como experta en intervención con menores en el Centro Español de Menores y Familia, establece el límite entre "lo normal" y "lo patológico" en un punto muy claro: el malestar. "Cuando en un niño empezamos a ver indicadores de que siente malestar, de que no es feliz, de que no está a gusto o de que no le satisface las cosas que hace o que vive. Ese es el primer indicador y el más importante también".
¿Qué factores de riesgo se deben tener en cuenta?
Hay diversos factores a tener en cuenta a la hora de analizar el comportamiento de los jóvenes. En cuento a la edad, Elisa marca los 13 años como "el inicio de las conductas infractoras" pero eso bajo el marco legal, es decir, cuando la transgresión se hace sobre las leyes.
Si hablamos de normas de casa, de convivencia o de la escuela debemos hablar de que se puede hacer "desde la cuna". De hecho, la psicóloga explica que ha tenido casos de niños de dos años y medio que "controlaba sus esfínteres" para conseguir lo que quería y otro caso de tres años que controlaba la ingesta de comida.
Los factores prenatales son aquellos que ocurren en torno al parto y son factores congénitos: "un periodo de estrés prolongado de la madre durante el embarazo, una insuficiencia o hipoxia al momento del parto o un síndrome alcohólico fetal".
Hay factores de personalidad en los que puede influir, por ejemplo, "un niño con dureza emocional o al que le está costando generar empatía". También debemos tener en cuenta que una conducta agresiva o factores cognitivos como un retraso en la madurez o echar siempre la culpa a los demás, son indicadores de una conducta disfuncional futura.
La adolescencia es "la época más compleja de la vida"
Muchos grandes autores así la definen. Actualmente se engloba entre los 12 y los 18 años pero este abanico ha ido aumentando. Incluso ya conocemos el término "preadolescencia" la cual comienza en los 9 años. ¿Por qué ha aparecido este fenómeno? Elisa explica que un cambio importante son las redes sociales: "hay muchos niños que están teniendo móvil con nueve años y eso significa que van a mirar conductas de gente más mayor con lo cual puede adelantarlo".
¿Qué ha cambiado respecto a los adolescentes? Durante décadas hubo una cuestión pendiente: proteger más a los pequeños. Con el paso del tiempo se ha ido consiguiendo, tanto, que en algunos casos nos hemos pasado de la raya. "A veces hay una línea muy fina entre proteger y sobreproteger y debemos dejar que el niño viva las consecuencias de la vida. Si yo le enseño que la vida está en una burbuja, se va a crear y desarrollar una burbuja fenomenal. Pero el tema es que después de esa burbuja, le voy a soltar al mundo", explica Elisa.
La profesora del grado de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid también nos cuenta cómo podemos prevenir y detectar los actos "violentos" de los adolescentes: "un buen termómetro es pensar no en lo que yo creo que es importante, sino en lo que creo lo está siendo para él. Lo que significa para él ese golpe que ha dado. Pensar más que con mi cabeza, con la suya".
También remarca la importancia de actuar y pedir ayuda "cuanto antes mejor". Elisa explica que cuando aprovechas eso desde un punto positivo ejerce el efecto contrario y ayuda a superarse y fortalecerse. Aunque también es importante analizar la ayuda que se está recibiendo porque puede no estar funcionando: "Hay veces que un psicólogo puede ser buenísimo y que incluso un paciente puede intentar colaborar al máximo. Pero si no hay interacción positiva, no hay unos resultados. Pues damos un plazo de cuatro o seis sesiones y cambiamos".