Enlaces accesibilidad

Manuel Machado, el hermano de Antonio Machado: rivalidad y traición, la verdadera historia

Por

'Manuel Machado o la edad de la poesía', el documental de 'Imprescincibles'
'Manuel Machado o la edad de la poesía', el documental de 'Imprescindibles'

Hubo un tiempo en el que Antonio no era el más famoso de los Machado. No era él quien eclipsaba, sino el eclipsado por su hermano Manuel. El mayor de cinco hermanos apenas se llevaba un año con Antonio. Ambos crecieron en el seno de una familia culta, formados en la Institución Libre de Enseñanza, sus caminos avanzaron paralelos hacía la creación literaria. Competían entre ellos, se admiraban mutuamente, incluso, escribieron juntos varias obras teatrales. Pero de los dos, era Manuel quien marcaba los pasos, reconocido como uno de los poetas y dramaturgos más importantes de la Generación del 98. Sin embargo, al final de su vida, su figura quedó empañada y su obra fue relegada al olvido por motivos ideológicos.

Durante muchos años, la relación de ambos hermanos, especialmente a partir del estallido de la guerra civil española, quedó en entredicho. Se habló de enemistad y desencuentros ideológicos. Pero la realidad apunta en otra dirección. Coincidiendo con el 150 aniversario del nacimiento de Manuel Machado, Imprescindibles estrena el documental Manuel Machado o la edad de la poesía, dirigido por Miguel Ángel García Arango, una revisión de la obra y la figura de este poeta y dramaturgo sevillano que puede verse en RTVE Play. Una nueva mirada sobre quién fue realmente, que reivindica la necesidad de situarlo, como se merece, entre los escritores más destacados del siglo XX en nuestro país.

Un vínculo fraternal y los últimos versos de Antonio Machado

"Hay una pregunta que me he hecho infinidad de veces: por qué una persona nacida en el seno de una familia ilustrada, liberal, republicana, anticlerical va a acabar apoyando con sus escritos al bando franquista". La pregunta la lanza Mercedes De Lecea, sobrina de los poetas, hija de Francisco Machado. Con ella arranca el viaje que propone Manuel Machado o la edad de la poesía.

Desde Burgos, la ciudad en la que Manuel quedó aislado durante los tres años que duró la guerra -un periodo que marcaría su vida para siempre-, la descendiente de los Machado pone rumbo a Colliure, la ciudad francesa en la que Antonio Machado murió un 22 de febrero de 1939. De Lecea recorre el mismo trayecto que Manuel hizo veinte días antes de la muerte de su hermano para encontrarse y despedirse de él y escuchar de su boca aquellos últimos versos: “Estos días azules, este sol de mi infancia”.

Fotografía, parte del archivo de Manuel Machado

Fotografía, parte del archivo de la familia Machado

La relación de ambos nace en aquellos días azules de Sevilla, los de su infancia. Como cuenta el catedrático de Literatura de la Universidad de Jaén, Rafael Alarcón Sierra, que ha desempolvado y leído parte del legado machadiano que conserva la Fundación Unicaja en Sevilla, la amistad, el cariño y el apoyo que se profesaban los hermanos era mutuo. Dada su escasa diferencia de edad, su relación era la más especial de los cinco hermanos y su camino creativo camina a la par. "Sobre su confrontación ideológica se ha escrito mucho, pero no había tal cosa en la vida personal de ellos”, apunta el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar. “Lo que sí es cierto es que cada uno defendía y respiraba sus propias convicciones republicanas”, añade.

El mismo mundo intelectual

Hijos de Antonio Machado Álvarez, un extraordinario folclorista, ambos recibieron una formación liberal e intelectual de una alta categoría para la época. Con 9 y 8 años, se trasladan a Madrid, donde son inscritos en la Escuela Libre de Enseñanza, con uno de los sistemas formativos más modernos del momento. Aunque terminan de formarse en Sevilla, ambos regresan a Madrid durante su juventud, empapándose de aquella ciudad nocturna, poblada de cafés literarios y, por supuesto, de su vida bohemia. Es allí donde empiezan a colaborar en revistas de agitación cultural como Electra o Juventud.

Casi en paralelo, el mundo intelectual de uno se convertía en el del otro. Solo un año después de que Manuel decide irse a París, en 1899, su hermano Antonio va tras él. En la capital francesa es Manuel quien le abre las puertas a su hermano, en contacto con grandes intelectuales del momento como Rubén Darío, con quien compartió piso, o el gran Oscar Wilde. Es París la ciudad que impulsa a escribir a Manuel su primer poemario, Alma, publicado en 1902 y considerado ya desde entonces como una de las obras renovadoras de la literatura española. El mismísimo Miguel de Unamuno hace una reseña muy elogiosa del poemario que se abre a un modernismo sonoro y lleno de belleza. Solo un año después, en 1903, su hermano Antonio publica Soledades.

Manuel y Antonio Machado

Manuel y Antonio Machado

La diosa Razón, su obra conjunta, 85 años después

Lejos de competir entre ellos, quisieron poner en conjunto sus mentes creativas. A su regreso a Madrid en 1925, Manuel fue nombrado director del Palacio de Bibliotecas y Museos Municipales. Un puesto que le otorgó la libertad económica necesaria, aunque le robó tiempo para escribir, apartándolo de la poesía. Es entonces, cuando comienza a interesarse más por el teatro y decide hacerlo junto a su hermano Antonio. Juntos escribieron un total de ocho comedias, una producción que se vio interrumpida por el estallido de la guerra y que dejó sin representar La diosa razón, una obra que demuestra la maestría en el teatro de los hermanos Machado y cuyo texto no vio la luz hasta 85 años después de ser escrita, conservada en el legado de la familia.

El estallido de la guerra y la traición: ¿Qué pasó entre los hermanos?

“Esa idea del Machado bueno y el malo es una necedad, de hecho, Manuel Machado fue mucho más famoso que su hermano y luego fue al revés”, cuenta Antonio Rodríguez Almodóvar. "Era un hombre liberal cuyas circunstancias le llevaron a irse al otro bando durante la Guerra Civil", añade. Es sabido que Manuel Machado recibió con alegría la llegada de la Segunda Republica, escribió incluso un himno para ella, formó parte de la Asociación de amigos de la Unión Soviética y firmó un manifiesto contra el terror nazi, mostrándose en numerosas ocasiones contrario al fascismo, pero también al comunismo. “El mundo se debate hoy con un ataque a toda libertad entre dos dictaduras, la capitalista y la colectivista, la burguesa y la proletaria, entre fascismo y comunismo. Ambas igualmente enemigas de la individualidad, ambas igualmente, para mi, detestables”, escribió en el periódico Libertad, en 1933.

Muchos de los interrogantes de la vida de Manuel, entre ellos el cambio que le llevó a apoyar al franquismo, se aclaran al poner el foco en los tres años que vivió aislado en Burgos. El estallido de la guerra los pillo en pleno viaje. Era el verano de 1936 y él su su mujer Eulalia habían acudido allí para visitar a la hermana de esta. El propio Antonio les desaconsejó hacer este viaje por temor a lo que, después, terminaría pasando. Solo unos días después de llegar a Burgos, se cortan las comunicaciones terrestres y estalla la Guerra Civil. Durante su aislamiento, un periodista francés entrevista a Manuel, preguntado por la contienda, Manuel define la guerra como "una carlistada" y no manifiesta su posición con ningún bando. Inmediatamente, su no adhesión a los sublevados le llevó a convertirse en sospechoso y fue encarcelado por la Republica.

La fatal poesía que lo condenó al olvido

Su mujer Eulalia se movió rápidamente para buscar una solución a su encarcelamiento y decide intervenir de la forma que sea para evitar que Manuel quede preso. En plena contienda, muchos creen que el haberse convertido, siendo preso, en un valedor del régimen franquista, pudo salvarle la vida. Quizá fue el rencor a quienes le encarcelaron, pero esa fue la decisión que tomaron él y su mujer. Manuel Machado decidió sumarse al régimen como vía de escape para salir de prisión, pero no solo eso. El mayor de los Machado llegó a escribir varios poemas en reconocimiento a la toma de Madrid o en los que definía a Franco como “Caudillo de la nueva reconquista”. 

En 1938 aceptó el nombramiento como Académico de la Lengua Española que le ofrecieron José María Pemán y D’Ors. Después continuó escribiendo poesía y tomando parte en proyectos como Los versos del combatiente o la Corona de sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera. Su compromiso político con la dictadura llega a su máxima expresión con el poema Al sable del Caudillo. Este último poema y sus posteriores colaboraciones más discretas con la dictadura hicieron que su nombre fuera despreciado durante el periodo de la transición española, y su trabajo fue denostado en favor del de su hermano que hasta entonces había estado prohibido. "Son luces y sombras y hoy me gustaría quedarme con las sombras de mi tio Manuel", confiesa su sobrina en el documental Manuel Machado o la edad de la poesía. Ella, desde luego, prefiere quedarse con Retrato, el poema con el que el propio Manuel perfilaba los trazos de quién era:

“Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.

Unos ojos de hastío y una boca de sed...

Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...

Calaveradas, amoríos... Nada grave,

Un poco de locura, un algo de poesía,

una gota del vino de la melancolía...”