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Maruja Torres celebra la vida en 'Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo'

  • La escritora Maruja Torres publica Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo (Temas de Hoy), una biografía humorística
  • Sus memorias reúnen los aprendizajes de seis décadas de profesión, amistades, amores y recuerdos de su vida nómada como corresponsal

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Página Dos - La irreverente celebración de la vida de Maruja Torres

El barrio barcelonés en el que nació la escritora Maruja Torres todavía no se llamaba Raval. Se le apodaba el Chino, y concentraba actividades relacionadas con la prostitución y el juego, debido a la cercanía con el puerto. Escribieron de él autores como Josep Maria de Sagarra o Jean Genet, y la propia Maruja abre su nueva novela con el recuerdo de sus padres y ella durmiendo en una estrecha habitación «con una sucia luz de neón verdoso fantaseando en el balconcillo». Así comienza Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo (Temas de Hoy).

Es una biografía que reúne las enseñanzas de toda una vida (Maruja tiene ahora 81 años), pero la periodista no ha querido en ningún caso caer en la pomposidad ni el moralismo. Va desgranando sus vivencias como pionera corresponsal y en el terreno de la autoficción —ganó el Planeta y el Nadal—, y habla con complicidad a los jóvenes periodistas que quieran abrirse paso en la profesión: «Yo mejoré fijándome mucho. Si queréis saber más, investigad, que así se aprende. Hablad con todos de todo»

Igual que en su activísima cuenta en la red social X, Torres emplea el humor para hablar de los momentos más complicados de su vida. La ya mencionada modesta vida en el Raval —con vecinos ilustres como Terenci Moix o Vázquez Montalbán—, los comienzos autodidactas en las revistas Garbo, Fotogramas, Tele/eXpres o El Papus y los años cubriendo los conflictos armados del Líbano, Chile, Palestina o Haití.

De Barcelona a Beirut

Hay un modo de entender el periodismo a la vieja usanza, que implica no escribir desde la silla sino salir a la calle, hacer crónica, preguntar, hablar y contrastar. Así lo siguen entendido la mayoría de profesionales del oficio, de cualquier edad. Maruja Torres no pasó por ninguna universidad, pero tenía la vocación clara. En otros libros anteriores ha hablado de sus experiencias, pero «este es el primero que escribo sin complejo de culpa por no haber estudiado».

Además de Barcelona, la otra ciudad de su vida es Beirut. La periodista llegó allí en 1986. El elegante y vetusto café Genmayzé era su centro de operaciones. Allí escribía y fumaba narguile como un vecino más. La capítal del Líbano, decadente, cosmopolita y siempre ajetreada, le inspiró La amante en guerra (Planeta). Poco antes había ganado el premio Planeta con Mientras vivimos, un homenaje a la periodista Carmen Kurtz.

La introspección excesiva es un narcisismo perjudicial

En Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo habla de su amor por la comunicación en todos los formatos: «En las redes sociales he recuperado viejas amistades, me mantengo al corriente de lo que ocurre en el mundo, me desahogo y me comunico. Como en la vida misma, intento alejarme de los malvados y los gilipollas».

Durante la entrevista para 'Página Dos', Óscar López le pregunta si se ha autocensurado en estas memorias: «Sí, siempre hay cosas que no cuento por respeto. La introspección excesiva es un narcisismo perjudicial. Todo es comedia, y a todo hay que buscarle un lado divertido. Soy una vieja feliz. He intentado contar el trocito de mundo que conozco con objetividad y decencia.»