Aztecas, Incas y Mayas: Estos son algunos ejemplos de su impresionante ingeniería agrícola
- Sus sistemas de cultivo producían un 40% más que los europeos, solucionaban el problema del espacio para cultivar, eran sostenibles y generaban biodiversidad
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Pueblos como los aztecas, los incas o los mayas cultivaron y domesticaron plantas que ahora son importantísimas para nuestra gastronomía como los tomates, las alubias o el maíz y muchas veces lo consiguieron en terrenos bastante inhóspitos.
Eso fue posible gracias a que fueron auténticos pioneros en ingeniería agrícola y desarrollaron algunos tipos de cultivos que a día de hoy siguen siendo considerados como los más productivos y eficientes jamás creados por el ser humano.
Como explica el biólogo Ricardo Moure en Órbita Laika -programa disponible en RTVE Play-, sistemas como las chinampas aztecas y las terrazas o andenes incas conseguían producir casi un 40% más que los métodos de agricultura europeos.
Y no sólo proporcionaban alimento a la población -a diferencia de Europa, donde se sufrían hambrunas a menudo- si no que ponían solución a la falta de espacio para cultivar y además eran sostenibles y generaban diversidad.
Las chinampas aztecas
Los aztecas, antiguos pobladores de lo que ahora es Ciudad de México, cultivaban sus alimentos en chinampas.
Las chinampas eran islotes artificiales donde se ponían huertos. La estructura se hacía con estacas de madera atadas y el hueco se rellenaba con lodo, ramas, hojas, deshechos de la agricultura y limo, el barro que hay en el fondo de los lagos y que es enormemente rico en nutrientes.
“En 2018, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura reconoció las chinampas como Patrimonio Agrícola Mundial.“
Eso hacía que este suelo fuera uno de los más fértiles que se conoce y que produjeran casi un 40% más que los métodos de agricultura europeos. Al estar en el lago, no hacía falta regar ya que el agua entraba por los laterales de la chinampa y la tierra estaba siempre húmeda, evitando las sequías.
Además, en las chinampas se plantaban unos sauces ahuejotes, cuyas raíces, al crecer, servían para sujetar el suelo de la chinampa y cuyas hojas, al soltar vapor, daban humedad al cultivo.
Tenochtitlan, paraíso de la biodiversidad
Gracias a las chinampas, una enorme ciudad de cientos de miles de habitantes podía alimentarse y, a la vez, ser un auténtico paraíso para la biodiversidad.
Es el caso de Tenochtitlan, capital del imperio Azteca, una ciudad que en el siglo XVI, antes de que llegaran los españoles, era una de las ciudades más grandes del mundo, donde pudieron llegar a vivir entre 200.000 y 500.000 personas.
Estaba edificada en el Lago Texcoco y era como una especie de Venecia, con decenas de canales llenos de chinampas. Gracias a eso, rebosaba fauna salvaje y vivía en armonía con el entorno. Una capital de un imperio convertida en un auténtico ecosistema para peces pequeños, anfibios, aves acuáticas…
Los andenes incas
El imperio inca tuvo que enfrentarse a una de las geografías más extremas de la Tierra ya que en los Andes hay una tremenda erosión. Cuando llueve, el agua baja con tanta fuerza que arrastra la tierra y se lleva los nutrientes que sirven de abono a las plantas.
Pero, a pesar de un terreno adverso y un clima muy frío, los incas no pasaban hambre. Ellos ponían sus cultivos en andenes, unas terrazas de piedra que hacían que cultivasen en llano por escalones.
Así el terreno no sólo era llano y más fácil de labrar sino que también se optimizaba el uso del agua. El agua bajaba de los riachuelos de la montaña y en vez de bajar montaña abajo llevándose la tierra y los nutrientes, se iba quedando en las terrazas.
Eso no solo regaba los cultivos, sino que mejoraba el ecosistema y aumentaba la biodiversidad. Como se evitaba la erosión, el agua no se llevaba los nutrientes y había muchas más plantas. Los propios cultivos se volvían el hogar de insectos, caracoles y otros pequeños animales, que, a la vez, servían de alimento para que vivieran allí aves y pequeños mamíferos.
Los habitantes del nuevo mundo avanzaban científicamente respetando a la madre naturaleza, como explica el biólogo Ricardo Moure en Órbita Laika, los martes a las 22:00h en La2 y siempre disponible en RTVE Play.