La película española que retrató la vida de los amenazados por ETA en el País Vasco
- Este 20 de octubre se cumplen 13 años del cese definitivo de la actividad terrorista de ETA
- RTVE Play recupera la película protagonizada por José Coronado y Oscar Jaenada: Todos estamos invitados
En los últimos años, obras de ficción como Patria, adaptación del éxito de Fernando Aramburu; la película Fe de etarras, en la que Borja Cobeaga abrió un hueco al humor como tratamiento crítico contra la violencia o la aclamada obra Maixabel, de Iciar Bollaín, que amplia el campo de visión entre víctimas y verdugos, se atreven a mirar al terrorismo de ETA sin miedo. Pero hubo un tiempo en el que el cine y las ficciones que quisieron poner en foco en esta realidad, lo hacían desde un contexto mucho más complejo. Es el caso de Todos estamos invitados, la película que rescata RTVE Play, en la que Manuel Gutiérrez Aragón retrata la vida de los amenazados por la banda terrorista en Euskadi.
Todos estamos invitados se gestó a principios de los años 2000, durante una de las últimas treguas de ETA. Su rodaje se vio modificado cuando la banda terrorista la dinamitó con el atentado de Barajas en 2001 y, finalmente, termina estrenándose en 2008, tras el asesinato de un ex edil del Partido Socialista de Euskadi, en vísperas de unas elecciones generales. En aquellos años, parecía que ningún momento era el idóneo para tratar esta cuestión, pero para Gutiérrez Aragón era esencial abordarla desde el cine, una pequeña aportación a la lucha en defensa de la democracia.
ETA, desde una doble perspectiva
Al director que interesaba mostrar los dos lados de la realidad. La del profesor de universidad amenazada (José Coronado) y la del terrorista (Óscar Jaenada) que pierde la memoria tras resultar herido al saltarse un control de la guardia civil y comienza a plantearse el sentido de sus actos. El director quería hacer un retrato de la vida de los amenazados de muerte por ETA, pero sobre todo de la idea de que, hubo un tiempo, en que la convivencia con ella era aterradoramente cotidiana. "La realidad del País Vasco es múltiple y cambiante, pero tenía una constante, la muerte, y ése era el tema sobre el que quería dar testimonio con esta película. Lo que es la vida y la muerte en el País Vasco. Quería dar testimonio de todos estos años en el País Vasco", explicaba el director.
La gastronomía, un protagonista más
A muchos les resultara curioso que haya cierto protagonismo de la gastronomía vasca en la trama de la película. El protagonista, Xabier no renuncia a ir a las cenas de su sociedad gastronómica pese a las advertencias que recibe por parte de la policía. Una serie de comidas y cenas se repiten mientras Josu Jon, el activista desmemoriado, vuelve a escena. "En esta película, el papel de la gastronomía no responde en absoluto a una especie de sello de autor. Las sociedades gastronómicas y la comida son muy importantes en el País Vasco. Ha habido varias personas asesinadas durante una cena. Por eso es algo muy presente en la narración. Es algo motivado porque las sociedades gastronómicas están muy presentes en la vida social vasca", explicaba el director en las notas de la película.
El porqué de la atemporalidad de la historia
La atemporalidad de la película vino marcada por el devenir de los acontecimientos recientes, la ruptura de la tregua de ETA y la posibilidad de estrenarla coincidiendo con un nuevo atentado (algo que termino ocurriendo). Según contaba el director, hablar sobre algo tan complejo puede provocar la sensación de que van a quedar cosas fuera. "Ahí están los asesinatos, los amenazados, las víctimas, los rencores, la policía... Por eso una de las tácticas que he empleado es la de no decir nunca la época en que suceden las cosas, porque así podía meter cosas de distintos momentos", apuntaba Gutiérrez Aragón.
ETA en el cine español
La de Gutierrez Aragón se suma a una lista, aún pequeña, pero notable, de películas que abordan la realidad vasca y el terrorismo de ETA. En 1979, se estrenaba Operación Ogro, la primera película del cine español que ponía el foco sobre la banda terrorista, interpretada por José Sacristán y Angela Molina, la cinta aborda la historia del atentado con coche bomba de ETA que mató a Carrero Blanco en diciembre de 1973. Siguiendo aquel camino abierto por el italiano Gillo Pontecorvo -no es casual que el primero en atreverse fuera un director extranjero-, uno de los cineastas que más se ha interesado en esta cuestión ha sido Imano Uribe. También Uribe dirige El proceso de Burgos, Fuga de Segovia y Días contados (1994), un thriller que cuenta con uno de los repartos más brillantes del celuloide patrio -Javier Bardem, Carmelo Gómez, Karra Elejalde o Candela Peña- y que se atrevía, por primera vez, a mostrar a los etarras con matices.
También están otros títulos como Lejos del Mar, El viaje de Arián (2001), de Eduard Boch, La voz de su amo (2001), de Emilio Martínez Lázaro, o La soledad (2007) y Un tiro en la cabeza (2008), de Jaime Rosales. Una de las más destacadas de aquella época es Yoyes (2000), de Helena Taberna, que puede situarse en un extremo de la historia. En ella se cuentan los últimos días de vida de la histórica dirigente Dolores González Catarain, -a la que da vida en la película Ana Torrent-, asesinada por la propia banda cuando decidió abandonar la lucha armada y reinsertarse en la sociedad.
En el lado opuesto pueden situarse Lobo (2004), de Miguel Courtois, inspirada en un confidente de la policía que se infiltró en las filas de ETA y se ganó la confianza de algunos de sus principales dirigentes, propiciaste el desmantelamiento de buena parte de las estructuras de la banda terrorista.
En 2021, Maixabel, la película con la que Icíar Bollaín logró tres premios Goya, puso el foco en muchos de los aspectos abordados por Uribe y Taberna, pero avanzaba en el perdón, ahondando en las dificultades que atraviesa la sociedad vasca para asimilar uno de los periodos más violentos de su historia reciente. A través de la historia de Maixabel Lasa, la primera víctima de ETA que se sentó a hablar con los asesinos de su marido, el socialista Juan Mari Jauregi, Bollaín abordar el fenómeno del terrorismo en Euskadi desde una mirada diferente en el cine español. Una cinta que sirve para romper tabúes y silencios alrededor de una de las etapas más traumáticas de la democracia española y amplia el campo de visión entre víctimas y verdugos.
Un cambio de perspectiva que es consecuencia del paso del tiempo y, especialmente, de la disolución definitiva de ETA, que no ocurrió hasta 7 años después del cese definitivo de las acciones terroristas. “Ahora que no matan no es peligroso hablar de esto, pero antes hacer una película sobre esto era muy comprometido”, contaba Bollaín en Días de Cine.