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El largo camino de Chernóbil a Buenos Aires de Natalia Litvinova

  • La editora y poeta Natalia Litvinova nació en Bielorrusia en 1986, y desde 1996 vive en Buenos Aires, donde es profesora
  • Ha publicado Luciérnaga, Premio Lumen de Novela 2024, en la que recupera la voz acallada de las mujeres de su familia

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Página Dos - Natalia Litvinova y la huida de Chernóbil de 'Luciérnaga'

Con diez años el niño no entiende muchas cosas, pero intuye y llena con su imaginación los vacíos informativos que la familia le oculta para protegerlo. La editora y poeta Natalia Litvinova nació en Bielorrusia en 1986, y a la mencionada edad se trasladó con su familia a Buenos Aires. La autora, que en lo cultural y emocional se considera argentina, imparte en esa ciudad talleres de literatura hoy día. Ha publicado varios poemarios (Todo ajeno, Siguiente vitalidad, Cesto de trenzas), y ahora presenta su primera novela, Luciérnaga (Lumen).

Luciérnaga le valió a Litvinova el Premio Lumen de Novela 2024. La narradora de esta historia nace a pocos kilómetros de Chernóbil el año que explota la central nuclear, y crece en un país atravesado por la confusión y la miseria. Es la tierra que los medios llaman «de niños radioactivos», frutas monstruosas, cielos rojos y hombres alcohólicos y enfermos. En medio del miedo y la miseria, las mujeres de cada casa constituyen un bastión de resistencia protegiendo la cotidianidad.

Huir de Chernóbil

La novela es un homenaje de gratitud a las mujeres de la familia de Natalia, que nunca tuvieron un altavoz propio ni pudieron contar su historia. La madre, cuyo nacimiento no fue registrado debido a la persecución de Stalin. La abuela, secuestrada por los nazis y, acusada de traición, debe trabajar recogiendo turba junto a sus amigas del pantano, como la joven enamorada de Mayakovski o la que pesca con sus trenzas. Litvinova llega al mundo el mismo año del accidente de Chernóbil, con una URSS en horas bajas.

«Los primeros años de mi vida coincidieron con la recesión económica y el fin de la Unión Soviética», narra la escritora en la novela. «En los almacenes desaparecieron el jabón, los corpiños, el papel higiénico, el aceite, los pañales, la leche. La vida se convirtió en una extensa fila de espera; a cada familia se le entregaban cupones para los productos que podían adquirir cada mes, los más valiosos eran los de los cigarrillos y el alcohol.»

A las personas que vivían en zonas radioactivas las llamaban luciérnagas

Óscar López pregunta a Litvinova acerca del título del libro. «Las lluvias y los vientos de esos días de Chernóbil llevaron la radiación a otros pueblos, también al mío. Esas personas que vivían en zonas radioactivas, muchas sin saberlo, después fueron llamadas luciérnagas. Un nombre peculiar, porque el insecto es bello y poético; quise emplear esa metáfora como un momento de luz en esa época tan oscura.»

La novela, dividida en tres partes, arranca con el nacimiento de la autora y los escenarios relevantes que aparecerán en el libro: la casa, la escuela, el paisaje, el país. En la segunda parte, que recuerda al realismo mágico, aparece la figura sagrada de la abuela materna. El presente cierra el libro; en él la protagonista vuelve a vivir en casa de su madre, y así es como comenzarán a hablar del pasado. Litvinova comparte con Svetlana Aleksiévich —una escritora a la que venera— la voluntad de recuperar las voces comunes, los testimonios cotidianos.