Embalses y exilio en las 'Memorias ahogadas' de Jairo Marcos y Maria Ángeles Fernández
- Los periodistas Maria Ángeles Fernández y Jairo Marcos firman a cuatro manos Memorias ahogadas (Pepitas)
- El libro es la crónica del exilio forzado de los vecinos en aquellos pueblos de España en los que debía construirse un embalse
Un joven puede cambiar de país por necesidad, trabajo, amor o simple deseo de ver mundo. Y, si lo desea y todo va bien, algún día podrá volver a su ciudad. Que ya no será la misma, igual que él. Pero, ¿qué ocurre cuando ya no puedes volver a tu pueblo, porque el lugar donde naciste ahora está sepultado por el agua? Jairo Marcos y Maria Ángeles Fernández han recorrido España para reunir en Memorias ahogadas (Pepita) las voces de cientos de vecinos que hace décadas se marcharon del lugar donde vivían, porque allí se iba a construir un embalse.
Marcos y Fernández han definido esta crónica periodística como «una inmersión en las vidas y las historias» de personas de distintos puntos de España que tuvieron que dejar atrás sus pueblos, tierras y hogares, sus quehaceres, raíces y formas de vida —también sus muertos en el cementerio— debido a la construcción de un embalse. Es un libro que habla sobre la búsqueda de la memoria a través de la palabra escrita.
Recuerdos bajo el agua
Los dos periodistas se han documentado investigando fotos, notas, cartas, manuscritos caseros y libros autoeditados, además de elaborar cientos de pausadas entrevistas a lo largo de su recorrido por España. Memorias ahogadas (Pepita) habla de los vecinos a los que afectaron el embalse del Ebro, del Porma, de Riaño, Jánovas y Valdecañas.
A través de conversaciones pausadas, se da voz a aquellos que no aparecen en los relatos heroicos y oficiales que construyen la identidad del país. Memorias ahogadas va de silencios, de historias del alma. De aquellas personas acalladas a las que se dijo que no había alternativas ni otro destino, que ni siquiera habría explicaciones porque no había derechos. No se les preguntó ni tampoco se las escuchó. Marcos y Fernández elaboran un trabajo ejemplar de equilibrio entre rigurosa información histórica y narraciones personales llenas de emoción.
Cada testimonio transmite una mirada irrepetible, como la de Julián, recogida en el libro: «Lo que más echo de menos es que cualquiera puede decir 'me voy a mi pueblo'. Te guste más, te guste menos, sea más guapo, sea más feo. Que puedas ir. Y si no quieres saber nada con el pueblo, pues no vas. Pero yo no puedo decir 'me voy a mi pueblo'. Eso se acabó. Te pueden quedar los recuerdos, todos los que quieras. Nada más».
“Este es el relato de una historia silenciada“
Jairo Marcos cuenta en la entrevista a 'Página Dos' la clarividencia de los recuerdos: «Amparo, una de las vecinas, tenía mucho dolor dentro, pero sin rencor. Ubicaba perfectamente dónde estaba su casa, las calles, la iglesia, el cementerio. Ella veía su infancia.» Maria Ángeles Fernández define este libro como «un relato de una historia silenciada. No son casos aislados, sino que hay un paradigma compartido de desplazamientos masivos de personas para crear infraestructuras en pos de un bien común. Esto se había contado de forma deslavazada y parcial, y queríamos hacer un relato conjunto sobre el territorio».