Beaufort24: El arte que enlaza memoria y naturaleza en la costa belga
- La octava edición de la Trienal de Beaufort, bajo el título “Fabric of Life”, explora la interconexión entre la naturaleza y la humanidad a lo largo de la costa belga
- Con la participación de 18 artistas contemporáneos, esta edición invita a la reflexión sobre nuestra realidad compartida a través de instalaciones que dialogan con el entorno
En la vasta y dinámica costa belga, la Trienal de Beaufort emerge como un punto de encuentro entre el arte contemporáneo y la naturaleza, invitando a los visitantes a sumergirse en un mundo donde cada instalación es un hilo que teje una historia única.
Con su temática “Fabric of Life”, esta última edición, comisariada por Els Wuyts, propone un viaje poético a lo largo de los 67 kilómetros de la costa belga, donde cada obra se convierte en un reflejo de las conexiones humanas y naturales que nos rodean. Metrópolis recorre algunas de las piezas destacadas de esta edición, desde De Panne hasta Knokke-Heist.
Desde sus inicios en 2003, la Trienal de Beaufort ha evolucionado, convirtiéndose en un evento que trasciende el arte, explorando la intersección entre el espacio público y la creación artística. En esta octava edición, disponible hasta el 3 de noviembre, un total de 18 artistas locales e internacionales, presentan obras que no solo desafían las percepciones tradicionales del arte, sino que también invitan a los espectadores a reconsiderar su entorno inmediato.
"Fabric of Life": Una Trienal conectada con el Territorio y la Memoria
La propuesta curatorial de Els Wuyts para esta edición busca establecer conexiones entre los elementos naturales y las historias particulares de cada comunidad, evidenciando cómo el espacio costero es, a la vez, un archivo de experiencias y un terreno en constante cambio. Así, se pretende enriquecer el “tejido” cultural de la costa belga, y ofrecer un espacio para que los visitantes no solo miren, sino que experimenten con cada obra y con el paisaje.
Al llegar a De Panne, al lado de la iglesia de San Pedro, ahora transformada en biblioteca, recibe al visitante ‘Stanging Sea’, la obra de Filip Vervaet para la Trienal, una reflexión sobre el impacto humano en la naturaleza y el paisaje que recupera algunos elementos del entorno original, cuando la iglesia fue construida a finales del siglo XIX. Incluye dunas de arena, siete faroles de cristal azul verdoso y una fuente que simboliza las mareas de la costa belga.
Más adelante, en Koksijde-Oostduinkerke, encontramos la propuesta de Johan Creten, cuya exploración de la arcilla y el bronce nos confronta con un universo simbólico. La escultura ‘The Herring’ juega con el doble sentido de "mer" (mar) y "mère" (madre), reflejando la conexión entre el mar y la vida. Esta imponente figura de 5 metros de altura, que mira al mar buscando respuestas, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad y la ecología. Al evocar el simbolismo del pez como representante de vida y fertilidad en diversas culturas, Creten nos recuerda la dualidad del mar: un recurso generoso, pero también un potencial generador de tragedias.
Memoria y paisaje
El recorrido continúa hasta Nieuwpoort, donde la obra ‘At Rest’ de Selva Aparicio nos envuelve en una atmósfera de memoria y duelo. Elaborada en colaboración con los residentes, esta pieza actúa como un memorial, simbolizando tanto las huellas de la vida como las venas de las hojas a través de líneas de bronce. Al entrar en la instalación, los visitantes son abrazados por las huellas, que cuentan historias pasadas y construyen unas nuevas compartidas, una profunda reflexión sobre la conmemoración y la mortalidad en un lugar marcado por la tragedia de la Primera Guerra Mundial.
En ese mismo entorno, la obra de Alexandra Bircken presenta una joven desafiante que hace equilibrios en el borde del monumento al rey Alberto I, simbolizando el delicado equilibrio entre poder y vulnerabilidad. Inspirada en su hija gimnasta, la artista plantea preguntas sobre las dinámicas de poder y el cambio social, cuestionando si las transformaciones surgen de la influencia de quienes están en la cima o de las acciones de quienes se encuentran en la base.
Arte y cambio social
En el corazón de Middelkerke-Westende, los argentinos Lucy y Jorge Orta exploran la idea de la introspección con ‘Gazing Ball: Reflective Dialogues’, una escultura de acero y vidrio que no solo refleja el entorno, sino que invita a los espectadores a contemplar su propio rol en el tejido social. Esta obra sirve como un espejo que conecta lo individual con lo colectivo.
Ya en Blankenberge, Romain Weintzem presenta ‘Attentifs ensemble’, una obra inspirada en el estilo art nouveau local. Esta escultura, a primera vista nostálgica, tiene un trasfondo más oscuro, invitando a la observación sin interacción. Con ocho sillas separadas por tabiques de acero, Weintzem intensifica la crítica a las sociedades de vigilancia, combinando humor mordaz con reflexiones sobre la naturaleza distópica de nuestras interacciones sociales.
La maternidad es el tema elegido por Femmy Otten en su escultura ‘MOEDER’, en Oostende. Dedicando nueve meses de su embarazo a crear una versión en madera de su obra, Otten reflexiona sobre la escasez de representaciones de mujeres embarazadas en la historia del arte. Su escultura en mármol desafía la perspectiva masculina, presentando una desnudez que busca ser desarmante y equitativa.
Cuando caminamos hacia la pieza de Marius Ritiu, ‘At the mercy of nature (sisyphus Part X)’, es como si nos acercáramos a una escultura inacabada, a una suerte de piedra luchando por convertirse en escultura. En realidad, se trata de un meteoroide caído, que simboliza un esfuerzo constante similar al de Sísifo, quien veía cómo, a pesar de sus esfuerzos continuos, el resultado era siempre el mismo: la piedra volvía a caer. Utilizando cobre, un material que conecta el mundo a través de su historia en transporte y comunicación, Ritiu también juega con la alquimia, creando una conexión profunda con la humanidad y el cosmos.
Finalmente, en Knokke-Heist, Lucie Lanzini, influenciada por su amor por la arquitectura, presenta Trouble Sea, una estructura que evoca una ventana aislada que actúa como un marco para observar el paisaje de una nueva manera. Con vidrio incompleto y desorientado, la escultura permite ser atravesada, funcionando como una entrada al mar y reflejando el entorno con su tono azul pastel. Lanzini invita a los espectadores a establecer nuevas conexiones con objetos familiares a través de intervenciones sutiles. Además, la obra incluye una cuerda de bronce que, aunque pierde su flexibilidad y función, simboliza la conexión con el puerto y el paisaje costero.
La Trienal de Beaufort: Un Espacio para la Reflexión Colectiva
Beaufort24 no solo es una celebración del arte, sino también una invitación a la conciencia ecológica y la memoria histórica, elementos que cobran especial relevancia en esta edición. Las instalaciones y esculturas no solo destacan por su originalidad, sino por su capacidad para fundirse con el paisaje, invitando al público a una exploración contemplativa. La Trienal invita a los visitantes a recorrer la costa belga creando un itinerario que revela tanto la belleza como la fragilidad del entorno.
La Trienal de Beaufort, aunque efímera, se suma a la rica tradición del arte contemporáneo en espacios públicos, estableciendo un diálogo con la recientemente finalizada Trienal de Brujas. Ambos eventos han evidenciado el poder del arte para recontextualizar el paisaje y fomentar una profunda reflexión sobre nuestra relación con el entorno. Así, ambas trienales no solo enriquecen el patrimonio cultural de Flandes, sino que también actúan como motores sociales, invitando a la comunidad a involucrarse activamente con su entorno, reimaginar los espacios públicos y explorar temas de relevancia global a partir de la interconexión entre arte, naturaleza y sociedad.