Humor en la Antigua Grecia con 'La conjura de los sabios', del escritor Luis Villalón
- En La conjura de los sabios (Edhasa) el escritor y filósofo barcelonés Luis Villalón narra la aventura de dos ladrones
- Ambientada en la Antigua Grecia, la obra combina con habilidad mitología, historia, filosofía y narrativa humorística
Lo lógico sería pensar que la primera lectura de infancia que recuerda el escritor y filósofo Luis Villalón (Barcelona, 1969), aquella elegida por uno mismo en plena libertad y no por las obligaciones escolares, fue Homero, Eurípides o Heródoto. Al fin y al cabo, su carrera literaria se ha centrado en ensayos sobre la Antigua Grecia. Sin embargo, el libro que recuerda fue el superventas Raíces, de Alex Haley. Cuatro décadas después, el autor presenta ahora en ‘Página Dos’ su nueva obra, La conjura de los sabios (Edhasa).
En su anterior novela, El cielo sobre Alejandro, ya dio muestras de entender la novela histórica de un poco poco ortodoxo, en el mejor sentido. En la narración había aventuras, pero no grandilocuente épica, ni detalladísimas batallas, ni villanos contra héroes. Todos los personajes se mueven en una zona ambigua, imperfecta y con giros sorprendentes.
“La novela histórica no debe ser siempre solemne“
Y hay un elemento clave que da personalidad a su obra: el humor. «La novela histórica», señala Villalón, «no debe ser siempre solemne ni sobria.» El humor aparece de nuevo y de forma más profusa en La conjura de los sabios. Puede entenderse como un libro de picaresca ambientado en la Antigua Grecia, o —descrito de un modo más contemporáneo— como una road movie que sigue el periplo de los dos protagonistas principales, dos ladrones, en la persecución de un tesoro.
Ese codiciado objeto está rodeado de misterio; se trata de un caldero de tres patas cuajado de piedras preciosas, que según la leyenda surgió de las aguas y se paseó de mano en mano entre los Siete Sabios. Así, andando el siglo VI a. C., entran en esta historia las ambiciones de espartanos y lidios, la revolución de Licurgo, el asedio de Mileto, el prestigio de los aedos, los juegos olímpicos de Elis o el temor a los piratas, entre otras cosas.
Todo está en los griegos
Entre sus autores contemporáneos favoritos, Luis Villalón ha citado en anteriores entrevistas a Charles Dickens, Alejandro Dumas, Emily Brontë, Javier Marías, Cormac McCarthy, Iris Murdoch, Stephen King o Robert Graves. ¿Y en cuanto a los clásicos? Los más releídos por él son el ya mencionado Homero, Tucídides, Sófocles, Platón, Aristófanes, Jenofonte… Todas las enseñanzas, humildad y aprendizaje vital que el hombre moderno necesita ya habían sido meditadas en la Antigua Grecia.
El lector conoce pronto a los dos protagonistas; uno es Eumeo; del otro no se sabe el nombre, y cuenta el relato en primera persona. En su lecho de muerte, vuelve la vista atrás y recuerda las andanzas vividas. La novela comienza con una divertida tentativa de robo, disfrazados de plañideras. «Eumeo solía quejarse de que siempre era yo quien decía qué hacer, cuándo y cómo. Es lógico que sea así, puesto que soy el más inteligente de los dos. Eso es algo que a él le cuesta reconocer, precisamente porque no es inteligente.»
Uno de los méritos de escribir novela histórica es la profusión de detalles de la vida cotidiana (vestuario, costumbres, gestos, alimentación) que aparecen reflejados en el texto. Todo debe quedar contrastado. «Eso da muchísimo trabajo, sobre todo cuando encuentras datos contradictorios», explica Villalón. «Hay periodos de los que apenas hay datos, y ahí puedes imaginar».