El dolor, un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo
- El dolor crónico se define como aquel que persiste durante más de tres meses, y su percepción es inherentemente subjetiva
- Analizamos el dolor crónico y su tratamiento junto al psicólogo experto Ramón Torres
El dolor crónico se define como aquel que persiste durante más de tres meses, y su percepción es inherentemente subjetiva, tal y como ha explicado en Mente abierta el psicólogo experto Ramón Torres. A diferencia de la forma en que se mide la temperatura con un termómetro, el dolor no cuenta con un instrumento universal que permita cuantificarlo de manera precisa. En entornos clínicos, suelen utilizarse escalas numéricas de 0 a 10 o escalas visuales analógicas para tratar de dar sentido a esta experiencia, pero sigue siendo una vivencia personal e individual.
Esto implica que, ante un mismo estímulo doloroso, diferentes personas pueden experimentar reacciones muy distintas. Mientras que algunas pueden manifestar una alta tolerancia al dolor, otras pueden sentirlo de manera mucho más intensa. Este fenómeno sugiere que, además de la fisiología, hay un componente psicológico significativo en la percepción del dolor.
¿Por qué hay personas que experimentan más o menos dolor?
El umbral del dolor, que se refiere a la intensidad mínima percibida como dolorosa, varía según numerosos factores. Por ejemplo, la genética juega un papel importante; hay personas que, debido a su herencia genética, experimentan el dolor con mayor intensidad. Sin embargo, el contexto también influye: “un atleta que, en una competición, pues se lesiona y entonces ahí su cuerpo está cargado de adrenalina y la percepción del dolor es mucho más baja que si esa rotura tiene lugar en otras condiciones”, expone.
Además, “también depende de las experiencias previas de la persona que pueda tener experiencias de dolor que haya tenido ya a lo largo de su vida. Ahí hablamos un poco de que se sensibiliza”, ha indicado el psicólogo.
“El dolor te deja huella”
Según el psicólogo Ramón Torres, el dolor deja una huella significativa en las personas. Como resultado, esta sensación de malestar puede intensificarse con el tiempo, creando una acumulación del efecto del dolor. ¿Qué origina este fenómeno? Torres explica que se debe a la pérdida o disminución de los mecanismos de inhibición en casos de dolor crónico, lo que puede llevar a una sensibilización tanto del cuerpo como del cerebro hacia un dolor que persiste constantemente. Además, apunta, que el modo en que cada individuo enfrenta esta situación también juega un papel crucial. El experto subraya que existen muchas variables que influyen en esta experiencia.
El dolor es una señal de que algo no está bien en tu cuerpo
En palabras de Ramón Torres, “el dolor es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo. Es una señal de alarma, como nos avisa una alarma de que hay fuego en una vivienda, pues el dolor avisa en nuestro cuerpo de que hay una zona que está, pues, dañada o que necesita atención”. Entonces, aunque suene un poco contradictorio, “el dolor es una forma de cuidar nuestro cuerpo”
¿Es posible no sentir dolor?
Sin embargo, la gente que padece insensibilidad congénita al dolor, considerada una enfermedad rara, no siente ningún dolor en su cuerpo. Esto es un problema bastante grave, porque, aunque el dolor sea una sensación incómoda o que genere malestar, “sin dolor, el cuerpo pierde una herramienta valiosa para cuidarse a sí mismo”, ha indicado en los micrófonos de RNE.
Esto se traduce en que “inflamaciones e infecciones, o una rotura, no se perciben como dolor, lo que puede hacer que la situación empeore, ya que la persona no se da cuenta de que debe cuidar de su cuerpo”, apunta.
El dolor puede generar ansiedad
Cuando nos referimos al dolor crónico, podemos distinguir entre dos tipos de sufrimiento: el sufrimiento primario y el sufrimiento secundario. El sufrimiento primario “se refiere al componente somático del dolor, es decir, a la sensación física que la persona experimenta.” Es la manifestación tangible del dolor que se percibe en el cuerpo.
Por otro lado, el sufrimiento secundario “está relacionado con la forma en que el dolor se procesa a nivel del sistema nervioso central”. En este caso, diversos “factores emocionales y cognitivos, así como las experiencias pasadas y los recuerdos asociados al dolor, influyen en la percepción que la persona tiene de su sufrimiento”, expone Ramón Torres.
Así, ambos tipos de sufrimiento son importantes para entender la complejidad del dolor crónico y su impacto en la vida de quienes lo padecen.