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¿Cómo funcionan los fármacos contra la obesidad?: Efectos secundarios

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Nutrición con Marian García. Fármacos contra la obesidad

Los fármacos contra la obesidad están cambiando la vida de millones de personas pero, como explica la nutricionista y farmacéutica Marian García (Boticaria García) en Órbita Laika -programa disponible en RTVE Play-, no son fármacos para quitarnos esos cuatro o cinco kilos que siempre nos sobran.

Son fármacos indicados para personas con obesidad o para personas con sobrepeso que, en paralelo, presentan otras enfermedades, como la diabetes, la presión arterial alta o apnea.

Además, es imprescindible que el fármaco se acompañe de un plan diseñado individualmente (una intervención nutricional, un plan de ejercicio físico, terapia psicológica...) para que la pérdida de peso sea sostenible en el tiempo.

¿Cómo funcionan?

Los cerebros de algunas personas con obesidad están hambrientos, no porque sean ansiosas o comilonas sino porque hay un fallo del sistema: el cerebro hace oídos sordos a la señal de saciedad

Esto ocurre porque la señal de saciedad llega desde el adipocito, desde las células grasas. Y si alguien, como ocurre en muchas personas con obesidad, tiene sus adipocitos inflamados, la señal de saciedad no llega.

Para combatir este efecto, los nuevos fármacos funcionan hackeando nuestro cerebro para que no tengamos hambre. Imitan a los llamados 'péptidos del hambre', las Icretinas, que se liberan en el intestino cuando has comido y esos péptidos te generan saciedad.

En el cerebro: generan la sensación de saciedad, como si hubieras comido pero sin haber comido.

En el estómago: ralentizan el vaciado gástrico, prolongando la sensación de saciedad.

En el páncreas: liberan insulina para captar glucosa, por eso se usan para la diabetes.

La combinación de estos factores hace que no se tenga (tanta) hambre y, por tanto, se coma menos y se pierda peso.

Otros beneficios para el organismo

Las investigaciones han demostrado que los efectos positivos de estos fármacos en el cuerpo humano no acaban en el cerebro, estómago y páncreas. Nuestro cuerpo está lleno de receptores donde estas moléculas pueden actuar. Y en lugares donde no hay receptores, puede conseguir beneficios indirectos.

Pueden tener efectos positivos en el hígado (aumenta la captación de glucosa), en el riñón (disminuye la inflamación, aumenta la diuresis), en el cerebro (disminuye la inflamación, mejora la neuroprotección y la función cognitiva), en el corazón (disminuye la inflamación, es cardioprotector, aumenta la captación de glucosa), en el músculo (aumenta la sensibilidad a la insulina y la captación de glucosa) y los huesos (aumenta la osteogénesis y la masa ósea).

Posibles efectos secundarios

Hay quien los tolera fenomenal, pero también quien no logra acostumbrarse.

Entre los efectos secundarios «muy frecuentes» encontramos náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento y dolor de cabeza. Entre los «frecuentes»: malestar estomacal, eructos, flatulencia, cálculos biliares, hipoglucemia y aumento de enzimas pancreáticas.

Además, estos fármacos pueden estar contraindicados en caso de problemas previos de tiroides o enfermedad renal. El carcinoma de páncreas y de tiroides se considera un riesgo potencial.

Sin embargo, como explica Marian García en Órbita Laika, son fármacos que han demostrado ser muy seguros. Los beneficios de la reducción de peso que pueden conseguir pueden cambiar la vida de muchas personas, aunque no se debe banalizar su uso.

Más ciencia y más curiosidades en Órbita Laika, los martes a las 22:00h en La2 y siempre disponible en RTVE Play.