¿Cuál es la dieta perfecta? ¿La baja en grasa o en hidratos?
- La clave está en nuestros genes que hacen que cada uno de nosotros respondamos de manera diferente a un tipo de alimentación u otra
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Nuestros genes nos diferencian del resto de personas y también lo hacen en el plano de la alimentación, haciendo que cada uno de nosotros responda de manera diferente ante unos alimentos u otros.
No es sólo una cuestión de cantidad o de cómo sea nuestra complexión física, la explicación es mucho más profunda, está en nuestros genes y esto es lo que estudia la Nutrigenómica.
“La nutrigenómica es una rama de las ciencias relativamente reciente. Surgió a comienzos de los 2000“
Todos conocemos a personas a las que el café les sienta fatal y a otras que se toman cuatro cafés al día y se encuentran fenomenal, gente que no puede tomar leche porque enferma del estómago y personas que son más propensas a desarrollar diabetes que otras siguiendo la misma dieta.
Incluso gente que tiene pesos muy distintos comiendo prácticamente lo mismo y haciendo la misma cantidad de ejercicio. ¿Qué está pasando ahí? Como explica la genetista Helena González-Burón en Órbita Laika – programa disponible en RTVE Play- lo que sucede es que nuestros genes están haciendo de las suyas.
La cafeína
Un ejemplo que todos conocemos en cuanto a sus diferentes efectos en unas personas u otras es la cafeína.
La cafeína es un excitante de nuestro sistema nervioso central. Cuando nos bebemos un café o cualquier otra bebida con cafeína, esta cafeína llega al cerebro y bloquea los receptores de adenosina, es decir, los inutiliza.
La adenosina, que es un relajante natural producido por nuestras neuronas, no puede unirse a sus receptores y, por lo tanto, no puede hacer su efecto. Y de ahí esa activación y esa excitación que nos entra cuando tomamos café.
Este estado de excitación dura hasta que la cafeína se degrada y deja de hacer efecto. De esta degradación se encarga una molécula llamada CYP1A2.
“Genéticamente, se estima que la mitad de la población mundial es capaz de degradar rápidamente la cafeína“
Pero no todos degradamos cafeína a la misma velocidad. Hay distintas variantes del gen que codifica a Cyp1a2 que hace que la cafeína se degrade más o menos rápido. Existen personas que metabolizan cafeína mucho más rápidamente que otras, por lo que los efectos les duran menos. Sin embargo, a otras que metabolizan lento, los efectos les pueden duran muchas horas.
El colesterol bueno y el colesterol malo
Nuestros niveles de colesterol también pueden depender de nuestra genética. Cuando comemos, ingerimos muchos nutrientes y entre ellos hay colesterol. Lógicamente, dependiendo de lo que comamos hay más o menos.
Este colesterol se transporta por la sangre a distintas zonas del cuerpo, los tejidos cogen el que necesitan para hacer membranas, hormonas y otras funciones esenciales pero no usan todo ese colesterol.
¿Qué pasa con ese colesterol que no se ha usado? Que pasan a estar a cargo de las APO, un grupo de proteínas codificadas en nuestros genes que lo recogen y dejan los tejidos limpios.
De este proceso derivan los dos tipos de colesterol.
- El colesterol que está unido a Apo es colesterol bueno porque significa que el sistema de limpieza funciona.
- El que sobra y molesta, que no se ha unido a Apo, se llama colesterol malo y es el que puede tupir nuestras arterias, por eso hay que mantenerlo bajito.
Si estas Apo no funcionan bien porque hay algún defecto genético es cuando surgen los problemas. Nuestro organismo no tiene capacidad para retirar el exceso de colesterol. Las personas con variantes de estas Apo menos eficientes a la hora de retirar colesterol, tienen mucha mayor probabilidad de tener niveles altos de colesterol malo, del que tapona las arterias, con una dieta normal.
“La placa de ateroma es la acumulación de grasa en las arterias y es capaz de desencadenar enfermedades cardiovasculares“
En esos casos no queda más remedio que controlar mucho la dieta y evitar alimentos que tengan colesterol.
¿Cuál es la dieta perfecta?
Una vez más, no hay una única respuesta porque dependerá de nuestra predisposición genética.
Podemos entenderlo mejor fijándonos en las dos grandes tendencias en dietas: las dietas bajas en hidratos de carbono y las dietas bajas en grasas.
En cuanto a las dietas bajas en hidratos de carbono, debemos fijarnos en los genes relacionados con la sensibilidad a insulina. Si por nuestra carga genética, tenemos una baja sensibilidad a la insulina, los hidratos que ingerimos, o sea, los azúcares, tenderán a convertirse en grasa en vez de ser utilizados como fuente de energía.
Así que, en este caso, sí hay que tener más cuidado con comer muchos hidratos.
“Los carbohidratos suponen nuestra principal fuente de energía e incluyen, por ejemplo, azúcares, pastas, arroz, legumbres, cereales o lácteos“
En cuanto a las dietas bajas en grasas, debemos decir que sí, hay personas a las que les cuesta más quemar grasas. ¿Y por qué les cuesta tanto quemar la grasa? Puede haber muchas razones, pero una de ellas está en la enzima Lipasa.
Esta enzima es responsable de la degradación de la grasa almacenada, es decir, de los triglicéridos, liberando los ácidos grasos para obtener energía. Variantes en el gen LPL pueden afectar la actividad de esta enzima y, por lo tanto, a la capacidad del cuerpo para obtener energía de las grasas.
Es decir, que cuando estas personas comen grasas, se almacenan, pero luego les cuesta mucho más que a otros quemar esa grasa. En estos casos, no queda otra que reducir el consumo de grasas.
Sin embargo, como dice la genetista Helena González-Turón, en la inmensa mayoría de las personas es mucho más determinante el entorno que los genes cuando hablamos de alimentación.
Hay recomendaciones generales que sirven independientemente de los genes: Mucha fibra, pocos procesados y ejercicio cada día. Con unos buenos hábitos alimentarios generales podemos olvidarnos de dietas puntuales tengamos los genes que tengamos.
Más ciencia y más curiosidades en Órbita Laika, los martes a las 22:00h en La2 y siempre disponible en RTVE Play.